El solsticio de invierno ha dado inicio al año nuevo andino tras la noche más larga y fría del año. Las y los runas (mujeres y hombres andinos) despiden a la Mama Killa (madre luna) y esperan durante toda la noche la salida del Tayta Inti o Padre Sol, cuya aparición indicará a los sabios cómo vendrá el nuevo año.
Los escenarios de encuentro celebratorio son diversos, solo entre los pueblos asentados a lo largo de los 8,000 kms. de cordillera entre Venezuela y Chile se congregarán en las wakas, ríos, montañas sagradas o edificaciones ancestrales. Harán peregrinaciones por los viejos caminos inkas, o buscarán otros lugares accesibles donde puedan compartir la ritualidad que caracteriza a los pueblos indígenas andinos. Lo propio se dará en la Amazonía como en otras partes del mundo teniendo en común los círculos alrededor del fuego o altares de ofrendas, cantando y danzando con devoción, porque esas son las formas en que se expresan los cariños hacia la madre tierra, al padre sol y las montañas, con el profundo deseo que el nuevo sea mejor.
El Centro Ceremonial de Raqchi ubicado en el distrito de San Pedro en la provincia de Canchis – Cusco es escenario de una de las celebraciones más hermosas que he podido vivenciar. Desde el año 2005 se organiza el Watunakuy que significa “atarse” y es impulsado por varias organizaciones que promueven la afirmación cultural de los pueblos. Destaca entre ellas, el Centro de Promoción de las Sabidurías Interculturales –CEPROSI bajo la dirección de la maestra Elena Pardo Castillo. Este año las actividades se realizaron el 12 y 13 de junio con una amplia participación de las comunidades de Queromarca, Qquea y el mismo Raqchi, que participaron en la peregrinación llevando diversidad de semillas que intercambiaron entre ellos para asegurar la suficiencia alimentaria de las familias, una práctica ancestral que hoy hace posible los cultivos en una amplia variedad de especies.
El uywanakuy (convivir) lleva implícito para las familias y comunidades la crianza de todos los seres que habitan el mundo andino, de esa manera los seres humanos, las semillas, los animales y todos los seres vivos son criados entre ellos para hacer posible la vida. En ese sentido el Watunakuy o fiesta de las semillas, es una celebración espiritual que hace posible el reencuentro, la armonización y una oportunidad para restablecer los vínculos de cariño y respeto con la Pachamama y todas las deidades.
Mientras el corazón de las y los runas siga latiendo, habrá lugar para otra manera de vivir la vida, en una existencia que busca ser armoniosa y vinculada a una sacralidad que los revitaliza y les permite seguir manteniendo su raíz, para desde allí mirar y actuar en el mundo con sus propias perspectivas. Cantar, danzar, hacer sonar los pututus, peregrinar juntos, ofrendar, chacchar la hoja sagrada, compartir los alimentos, serán las acciones que revisten las celebraciones del año nuevo andino con la fuerza suficiente para recibir al Padre Sol. Jaylli Jaylli Sumaq Kawsay.
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