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Eva Bracamonte presenta libro en la FIL Lima 2019: “La cárcel fue una salvación para mí”

Eva Bracamonte presentará su primer libro
Eva Bracamonte presentará su primer libro "Más allá del muro", en la Feria Internacional del Libro de Lima. | Fuente: Instagram

Eva Bracamonte, quien presentará su primer libro “Más allá del muro” en la Feria Internacional del Libro de Lima, conversó con RPP sobre los cuatro años que pasó en prisión y el aprendizaje que obtuvo de su experiencia.

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Eva Bracamonte luce calmada. Camina despacio y viste sencillo: una chaqueta negra larga, zapatillas del mismo color y la mitad de la cabeza rapada al ras. Queda claro que no es más esa joven desesperada que sufría la muerte de su fallecida madre, Miriam Fefer, y que buscaba a toda costa probar su inocencia.  

Cuatro años. Fueron cuatro años los que pasó recluida en el Penal de Mujeres de Chorrillos, un lugar que se convirtió en su mundo y donde encontró a amigas que se convirtieron, con el paso de tiempo, en su familia. Y es que Eva no recuerda su encierro como algo negativo; al contrario, rescata el aprendizaje que le dio la experiencia que vivió y recuerda con gratitud a las personas que la acompañaron y fueron su soporte.

Eva fue encarcelada injustamente y durante su encierro quiso morir, pues a veces no tenía fuerzas ni si quiera para comer. A pocos días de su liberación, temía salir a ese mundo que una vez la condenó. Y todo ese sufrimiento, que tan bien supo convertir en paciencia y amor, lo cuenta en su primera novela titulada “Más allá del muro”, que presentará este año en la Feria Internacional del Libro de Lima 2019. Lo que empezó como la costumbre de tomar apuntes en su celda se convirtió, tras mucho esfuerzo y dedicación, en su primera novela. Y solo es el principio. 

¿A qué mujeres recuerdas del Penal de Mujeres de Chorrillos?

A mis amigas, que son las personas con las que he compartido mi vida durante cuatro años. Esa sensación y calor de hogar existía; no solamente gracias a ellas, sino también a todas las que nos tocó coincidir en ese momento y lugar. A ellas, a las que visito hasta el día de hoy… a algunas ya las trasladaron a otros penales pero igual voy a verlas.

¿Quiénes son “ellas”?

Virginia, Sheila, Azalea, Francesca… mis amigas más cercanas. El penal de máxima seguridad es uno de penas largas y hay gente que estaba antes que yo y todavía sigue ahí. A algunas todavía les falta varios años para salir y han tenido la fortaleza y la valentía de afrontar su encierro sin dejar de vivir la vida plenamente. Eso ya es un triunfo.

Mencionaste hace un momento que cuando estabas en el penal tomabas notas todo el tiempo.

Eso empezó desde el día uno. De hecho siempre me ha gustado escribir y tuve la suerte, durante todo el proceso, de —a pesar de mi sufrimiento, de mi pánico y terror— no dejar de ser consiente de que lo que estaba viviendo era un lujo como experiencia de vida, como aprendizaje y como nutrición espiritual. Todo lo que iba descubriendo era completamente nuevo. Era una vida nueva, con códigos nuevos, con gente que hablaba en un lenguaje que para mí, en ese momento, era desconocido. Entonces, ese escribir constante vino primero de ser consiente de que lo que estaba viviendo lo iba a querer recordar por el resto de mi vida y lo segundo era la curiosidad y el no tener con quién compartir, porque la gente que estaba ahí ya estaba acostumbrada a que la vida fuera como era.

Solo podías compartir esas cosas contigo misma.

Claro, aunque también les escribía cartas a amigas, incluso a las que iban a verme. Cuando lo hacían les daba lo que había escrito. Eso fue lo que me llevó a archivarlo todo.

Siempre dices que aprendiste mucho en el penal. ¿De todo ese aprendizaje, qué es lo que más te sirvió al toparte de nuevo con el mundo real, al otro lado del muro?

Lo primero que aprendí fue la perspectiva de vida: saber darle su lugar a las cosas. Aprendí a saber cuándo realmente un drama es un drama y creo que eso me ha ayudado mucho, porque al final nadie sabe lo de nadie y cada persona vive su propia historia y sus propios dramas. La otra lección importantísima que he tenido —y que siento me servirá el resto de mi vida— es que la felicidad es una decisión y que no es eso complicadísimo que nos muestran en las redes sociales y en los comerciales en la tele; sino que realmente es eso: una decisión que viene de adentro y de la paz que tenga cada uno. No hay nadie que te pueda quitar eso; ni el encierro en una celda. En el momento en el que algo externo te quita esa libertad y esa felicidad también es una decisión tuya, porque has permitido que algo externo se lo lleve.

Las mujeres que conociste en la cárcel te inculcaron la capacidad de vivir plenamente a pesar del encierro….

Me costó y definitivamente es un proceso diferente en cada caso. Hay gente que no lo logra… tuve amigas que no salieron vivas de esta experiencia y también hay gente que logra salir pero muy metida en drogas. No es algo que todo el mundo pueda hacer, porque depende de muchos factores, pero las amigas de las que te hablaba sí tienen esta característica que es algo que yo admiro un montón. Yo entre a los 21… era una niña y pasé por todos los momentos: desde querer morirme —que es algo que cuento en el libro—, hasta ser plenamente feliz, sentir que no necesitaba nada más y creer que estaba loca por sentirme plena estando adentro. He pasado por la desesperación de querer salir y sentir que no podía soportar un día más encerrada y he pasado también por enterarme de que ya iba a salir y no querer hacerlo, porque me daba pánico pensar en lo que había afuera; todo lo que conocía en ese momento estaba adentro. Todas estas sensaciones fueron enriquecedoras y no quitaría ninguna.

¿Qué representa este libro para ti?

Para mí es una celebración, es algo positivo desde donde lo vea. No es algo triste, no he querido que el libro, a pesar de hablar de personas que estuvimos privadas de nuestra libertad, tuviera un sabor a tristeza. No quería victimizarme o victimizar a quienes están dentro. La felicidad está a ambos lados del muro y quise que eso se reflejaba en el final de todo ese proceso de vida que duró entre 10 y 12 años para mí… desde que pasó lo de mi mamá hasta este momento. El final que la historia se merecía no era salir en libertad o que me absuelvan, eso era lo justo y lo que tenía que pasar. Me hice cargo de lo que había vivido y lo convirtí en algo que pudiera ayudar a los demás y a mí misma. Fue un proceso de catarsis.

¿Cuál fue tu motivación para escribirlo?

Mi motivación no fue solo mi experiencia; sino la idea de crear un puente entre el mundo de adentro y el mundo de afuera, que la gente tenga idea de lo que hay detrás de ese muro cada vez que se va a la playa en el verano. Quería que pudiéramos mirar como sociedad aquello que no queremos ver.

Cuando estabas en el penal a veces sentías que no podías más. ¿Cómo lograste sobrevivir esos cuatro años?

El apoyo de mis amigas fue fundamental. Eran mujeres que me dieron de comer en la boca cuando estaba en mi peor momento. Creo que ellas jugaron un papel absolutamente decisivo, no solamente en esos momentos críticos, sino también en el día a día. El tiempo también hizo lo suyo. Uno se acostumbra, hasta a eso que pensabas que nunca te podrías acostumbrar y también el amor que teníamos entre todas nosotras. A una amiga mía le dieron la noticia de que su hijo había muerto y ella no podía ir al entierro, y esas situaciones son las que te dan perspectiva y te vas dando cuenta que hay problemas mucho más difíciles que los tuyos.

Te hiciste más fuerte.

Sí, la fortaleza que heredé de mi mamá. Yo a veces sentía, no solo que mi mamá estaba ahí conmigo, sino que estaba dentro de mí. Esa fortaleza no podía venir de ningún otro lado. A pesar de que todo estaba muy mal, yo tenía la esperanza de que todo iba a estar bien.

Entonces fue tu mamá la que te preparó (sin saberlo) para lo que te tocó vivir.

Sí, porque mi mamá tuvo una vida muy dura de chica y, por ende, era una mujer que sentía que parte de su responsabilidad como mamá era prepararme para lo que pudiera pasar. No fue casualidad que mi madre me haya preparado para el mundo.

Pasaste cuatro años de tu juventud encerrada: ¿sientes que se hizo justicia?

No siento que se hizo justicia, a mi mamá nadie me la va a devolver y yo no voy a recuperar esos cuatro años ni las cosas que debí haber estado viviendo a los 21. No hay forma de que se haga justicia por la muerte de mi mamá. En cuanto a mí, he llegado a un momento en el cual no me cabe duda de que, todo lo que he vivido era lo que tenía que vivir. No me imagino a mí misma sin haber pasado estos años de mi historia, tanto por la edad en la que sucedió (que es cuando uno está formándose como ser humano adulto), como por las enseñanzas de vida que me dio. Nada pasó por casualidad y no siento que desperdicié esos años (a pesar de que en algún momento lo sentí). De todo eso hablo en el libro, porque hubo varios procesos que tuve que vivir y a pesar de que he renegado, siento que a estas alturas solo me queda aceptar con amor y humor lo que pasó con mi proceso de cárcel.

Y eso se refleja en cómo estás hoy. ¿Le guardas rencor a alguien?

No, porque creo que el rencor está en ti y es algo que no te suma. Yo estoy agradecida: la cárcel me ha quitado cosas, sí, momentos, procesos; pero me ha dado mucho. Si tuviese que poner las cosas en una balanza, definitivamente la cárcel me dio más. Ahora que ha terminado solo siento gratitud.

En prisión formaste tu propia familia y se terminó convirtiendo en tu mundo. ¿Qué sentías los días previos a tu salida?

Sentía miedo y una pena horrible, porque la cárcel también fue una salvación para mí, por todo lo que estaba pasando afuera. Al salir me sentía sola, no tenía en ese momento un soporte familiar y emocional sólido y la cárcel me dio eso. Entonces, salir después de cuatro años significó entrar a un mundo en el que no tenía eso. En la prisión tenía a mis amigas, a mi familia, mi rutina, tenía las cosas que me gustaba hacer. Todo se reducía a ese mundo, el de la cárcel. Sentía que era una persona funcional y competente solo en ese mundo reducido y no quería ni saber cómo iba a ser afuera, no me sentía en la capacidad de afrontarlo.

¿Qué sentiste cuando terminaste de escribir este libro?

Al principio me emocioné mucho, pero el proceso ha sido de llorar y de reírme un montón… ha sido un viaje interesante, fuerte. Pasé por un momento en el que me encantaba el resultado y luego he tenido que leerlo tantas veces por temas de estilo y edición que llegó un momento en el que ya no lo podía leer más. Pero en el momento en el que lo tenga impreso en mis manos, lo voy a apreciar porque fue hecho con amor. El libro es para mis amigas del penal, por eso tengo la idea de hacer una presentación adentro incluso.

¿Planeas continuar escribiendo?

Sí, no creo que sea sobre este tema (o quizás sí, quién sabe), pero quiero seguir escribiendo, quiero ilustrar y escribir cuentos para niños. Todo poco a poco, pero las ganas de hacerlo están ahí.

¿Quién es Eva hoy?

No tengo idea, la verdad, es una pregunta muy difícil, pero creo que soy alguien que tiene muchas ganas de seguir escribiendo, una persona feliz y, sobre todo, agradecida.

EL DATO

El libro "Más allá del muro" de Eva Bracamonte se presentará el 21 de julio a las 4 p.m. en la sala Abraham Valdelomar de la Feria Internacional del Libro de Lima.

Adriana Chavez

Adriana Chavez Redactora

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