Con un libro de cuentos que le toma el pulso a la unidad vecinal de Matute, el escritor Leonardo Ledesma Watson contó a RPP Noticias sus intereses literarios a partir de 'Barrio laberinto'.
Ubicada en el distrito de La Victoria, la unidad vecinal de Matute terminó de construir su tercera etapa en 1981. Unos años más tarde, en 1988, nacería Leonardo Ledesma Watson, vecino de estos bloques convertidos para la literatura peruana en fuente de inspiración de varios relatos de su libro debut en solitario "Barrio laberinto" (Alfaguara).
"Todos mis relatos tienen que ver con esa 'periferia', que es mental más que geográfica, porque la mayoría de cuentos transcurren en La Victoria, un distrito junto al centro de Lima, que para la literatura peruana responde a una periferia porque no hay muchos cuentos que transcurran ahí. Traté de salir de esa literatura oficial que está pasando la Javier Prado", dijo el escritor a RPP Noticias.
Con un pie en el realismo y otro en el género fantástico (quizás el más notable de sus cuentos sea "El fantasma de la Remington"), Ledesma se muestra dueño de sus recursos para la creación de atmósferas. Una virtud que había demostrado en "El demonio camuflado en el asfalto", libro que firmó en coautoría con J.J. Maldonado y donde criticaba el realismo que barniza "Barrio laberinto".
Antes de "Barrio laberinto", "El demonio camuflado en el asfalto" parecía augurar que el realismo en la literatura, tal y como lo conocemos, te producía cierta alergia. Pero tu nuevo libro dice todo lo contrario. ¿A qué crees que se debe este cambio?
Responde al hecho de la época en que fueron escritos estos textos, más que publicados. "El demonio..." fue escrito en 2019, que es más cercano a mi yo actual, mis inquietudes y lecturas actuales. En "Barrio laberinto", hay cuentos que se han escrito hace diez u ocho años, otros que se escribieron en el 2020. Es un libro más ecléctico desde el punto de vista de mis propias obsesiones. En "El demonio..." hay una voz más homogénea, con un proyecto muy personal entre Joe y yo, que era romper con esa tradición realista bien peruana. En cambio, en "Barrio laberinto" es algo que sentía que debía sacarme de encima desde hace tiempo, que parten del yo primigenio. Había una suerte de revancha con la vida real y, a partir de eso, surgen las historias que si bien tienen un componente autobiográfico que dan el puntapié inicial, no comparten todas ese corte. Nunca le he tenido una reticencia al realismo, pero sí tengo una preferencia por la ciencia ficción, lo fantástico y el terror.
Siendo este un conjunto que ha ido armándose a través de los años: ¿qué criterios guiaron la criba antes de dar con un manuscrito final?
Primero, este libro lo tenía "compuesto" hace unos tres o cuatro años. Y habían cuentos que había escrito bajo un mismo criterio y todos respondían a un mismo espacio, que comienza a delimitar la temática. Y después la forma y la técnica que ha sido muy directa, poco experimental. He tratado de experimentar con tramas o con otros artificios como la memoria, ese propio recuerdo y esas ideas de qué pasaría si esta historia se hubiese desencadenado por un lado y no por el otro. El espacio ha sido fundamental y por eso el título del libro te remite a un barrio mientras que el laberinto se trata de un juego personal, de gente que está creciendo, situados en una etapa de sus vidas de mucha inocencia a veces. Traté de emparentar así las historias.
Hay, a mi parecer, dos puntos que recorren todas las páginas de "Barrio laberinto" y son como las vigas de varios relatos, si no de todo el conjunto. El primero es Matute, barrio pelotero, marginal dirían algunos, y extrañamente bello. Tus narradores no tienen una visión de turista. ¿Cómo crees que capta un escritor la esencia de su espacio?
Hay un ejercicio de honestidad. En varias entrevistas, he citado esta anécdota del periodista italiano Roberto Saviano, quien escribió una novela y se la mandó a un crítico. Y el crítico le dijo: 'está bien escrita, pero no tiene que ver nada contigo, tienes que sacar la cabeza por la ventana y ver qué hay a tu alrededor'. Entonces, creo que hubo un acercamiento honesto de mi parte para el lugar donde he crecido, que ha sido para nada sorpresivo. Hay gente que trata de explorar lugares que no conoce, con una mirada hasta gentrificadora. Llegan al espacio y lo ven como si fuese Marte, pero para mí y la gente que ha compartido conmigo el lugar de crecimiento, ese hacinamiento, ese sitio que es más grotesco, es algo normal, con lo que convivíamos día a día, sin necesidad de sorprendernos como si fuese un lugar inventado. Para nosotros era el mismo lugar de siempre.
El segundo punto es algo más etéreo, y me refiero específicamente a la amistad. La amistad masculina, sobre todo. Casi todos tus personajes se ponen a prueba como amigos y esto los marca. ¿De qué manera has buscado construir este tópico?
Es un tema amplísimo, porque depende mucho de quién lo exponga. He echado mano de cómo me he ido relacionando con amigos durante esos años. Y creo que ha sido bastante amplia la experiencia, porque he conocido y tenido amigos con los que evidentemente he perdido contacto después de años, y a pesar de haber crecido en el mismo lugar, hemos tomado caminos opuestos. Esa es la particularidad de muchos barrios, no solo del mío, que comparten esta fama de peligrosos, difíciles, marginales. La gente que va creciendo en el lugar normalmente se termina divorciando: ¿en qué momento nos separamos y cada uno va haciendo su propia vida y se dispara a otros lugares? Las respuestas a esas preguntas han terminado siendo los cuentos, donde los chicos pertenecen a un grupo, tienen los mismos códigos, pero después de ciertos episodios, uno va creciendo a la fuerza, algo que ocurre sobre todo en los barrios. Cuando hablo de mi barrio, hablo de mi entorno más próximo, porque Matute no es todo igual. Había hasta barras de la U en Matute, no todos somos parecidos ni todos nos conocemos.
Hay quien podría decir que este es un cuentario intimista. Y también que es un libro en búsqueda de una voz. Pero ¿cómo valoras tú "Barrio laberinto" en medio de la obra que como autor te has propuesto crear?
Estoy de acuerdo con la búsqueda de una voz. Por una cuestión de coincidencias, sale después de "El demonio...", que tiene una voz más consolidada. Además, es una manera de perseguir este tipo de inquietudes, tópicos, ir aterrizando esas emociones que tienes adentro. "Barrio laberinto" es un libro de iniciación, no sé si sea tan intimista, que es una cuestión que la tomo con pinzas y la ubico como algo que le pasa a uno mismo. Acá he tratado de explorar eso que le pasó a gente con la que conviví. No me desarrollé como personaje. Utilizo el yo para narrar lo que le pasa al resto. Para mis personajes, lo que pasa afuera repercutió, en parte, en eso en lo que se convirtieron por dentro: su entorno hizo que acelerasen en crecimiento y tuviesen ese choque a veces traumático. Lo que te rodea te modifica, aunque no necesariamente te defina.
Sé que eres un fan confeso de Eduardo Sacheri y Roberto Fontanarrosa, y en tu libro de cuentos hay un gran interés por el fútbol como tema. Muchas cosas se definen en una cancha, entre dos arcos, ¿cuáles crees que son importantes para ti?
El fútbol tiene, además de los valores, una lectura sociológica de cómo transportas la vida a una cancha. Camus, que es un autor mayor y no necesariamente reconocido por términos futbolísticos, tiraba frases como "todo lo que sé de los hombres lo aprendí en el fútbol". Lo exploré como espectador y también como alguien que lo practica. El fútbol va contigo como algo que guía tu vida. Y como es tan rico y ambicioso y tentador ser algo que te puede dar réditos y reconocimiento, el ego está de por medio. ¡Cómo no tomarlo como un gran tema literario! La pérdida y la frustración son temas tremendos, y la traición en el fútbol es un temón. Lo que pasó con Messi, por ejemplo: se fue del club que lo formó, porque le pidió jugar gratis a él que era el mejor de su historia, y se fue al equipo más rico del mundo. Es una metáfora. Pero también se va porque en el otro lado se siente desprotegido, entonces eso tranquilamente podría ir en una historia familiar, intergeneracional.
Hay una nueva generación de narradores que me parece están en constante actividad. ¿Te sientes parte de ella? ¿Podrías reconocer afinidades con algunos, además de J.J. Maldonado?
Joe es mi amigo y la afinidad va por ese lado. Incluso escribimos diferente, nos interesan temas distintos. Pero con otros narradores y narradoras, hay una motivación, como casi todas las generaciones que nos anteceden, de romper con la generación anterior. Creo que los proyectos son bastantes diversos. Cada uno pone sus inquietudes y es lo que pasa en el mundo. Hay una búsqueda de algo que nos une y es algo que no se podría responder de manera tan tajante. No tenemos un proyecto nacional ni generacional, ni siquiera regional. No todos los autores somos del mismo lugar. No todos somos de Lima y en Lima no todos somos del mismo distrito.
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