RPP Noticias conversó con el sonidista Ronald Sánchez, responsable junto con Fred Clarke de “Sonidos Pucllana”, para conocer más sobre la obra sonora que recrea una atmósfera de época en el recinto arqueológico.
Cada periodo de la historia evoca una música propia. Si las épocas se visualizaran como una película, en la Austria cortesana del siglo XVIII, por ejemplo, sonarían de fondo las óperas de Mozart, mientras en la Inglaterra de la década de 1960, las explosivas guitarras del rock and roll. ¿Cómo escucharíamos, entonces, el antiguo Perú que vio nacer en su costa a la cultura Lima?
A semejante reto buscó darle respuesta el sonidista Ronald Sánchez, quien recibió la tarea de ambientar sonoramente la Huaca Pucllana, ubicada en el distrito de Miraflores, en Lima. El experto contó a RPP Noticias cómo fue el proceso de capturar el sonido de este periodo con el fin de generar una experiencia integral en los visitantes de este recinto arqueológico, considerado Patrimonio Cultural de la Nación.
“Mi experiencia con museos es amplia”, dijo Sánchez, quien además comentó que lleva varios años ambientando muestras museográficas en el extranjero. “En Pucllana vieron mi trabajo, porque había hecho antes el soundtrack para la Huaca Puruchuco. Entonces instalamos un sistema sonoro con los instrumentos y objetos prehispánicos encontrados en el recinto”, agregó.
Así, antaras de cerámica, una quinilla de hueso de camélido o las sonajas de las culturas Lima y Wari, que ocuparon la Huaca Pucllana hace unos 1500 años, volvieron a sonar de la mano de Sánchez y Fred Clarke, el otro responsable del proyecto que terminó por convertirse en un disco titulado “Sonidos de Pucllana”.
CONTACTO CON LOS ESPECIALISTAS
Antes de estar rodeada por calles miraflorinas, la Huaca Pucllana era un centro ceremonial cuyo apogeo se dio aproximadamente en el siglo V. Fue edificada por la cultura Lima, pero ocupada posteriormente por los Wari e Ychsma, y en ella se llevaron a cabo sacrificios, banquetes rituales o quebraduras de vasijas.
El recinto arqueológico está dividido por áreas en las que se realizaban estos “compromisos”, como los denomina Ronald Sánchez, por lo que cada zona debió tener su propio sonido característico, como en una casa, por ejemplo, la fritura de una sartén se oye en la cocina o el crujido de una cama en un dormitorio.
De este modo, para el sonidista, el punto de partida no fue una partitura, sino los datos que recogió en su contacto con el equipo de arqueólogos de la Huaca Pucllana. “La sonoridad corresponde a las áreas distintas de la Huaca Pucllana. Hay el soundtrack del rompimiento de vasijas, instalado en esa zona. Esto responde a una interpretación basada en datos arqueológicos”, indicó.
Simular una atmósfera, después de todo, era la prioridad del proyecto. Y Sánchez, junto a los músicos involucrados, advirtió que en Pucllana resaltaba el sonido de la antara de la cultura Lima. “Podemos hablar de sonido Rímac, del valle, representado por este instrumento, que corresponde a entrelazar el mar con las montañas. Es un sonido básico, opaco (…) Siento que la música en el Antiguo Perú era para comunicarse entre distancia y distancia, hacer intercambio de productos, avizorarse entre un sector y otro”, manifestó.
EL ARTISTA INVISIBLE
Para Ronald Sánchez, que hizo su debut musical en el 2005 con su disco “La corte cósmica”, el sonidista museográfico es ante todo un mediador. Un músico que durante su interpretación cede la atención del público al ambiente. El protagonista es la atmósfera, el artista se vuelve invisible a los ojos de los visitantes.
“El propósito no es ver cómo se interpreta una música. El artista es un facilitador a todo nivel. No importa qué tan bien lo hagas, sino qué tan productiva es la pieza sonora. Es un trabajo utilitario”, dijo sobre su oficio, que se perfiló después de su álbum debut, cuando decidió compartir su música no con las personas, sino con los objetos.
De su primera pieza sonora hecha para ambientar las fotografías de Hiram Bingham a la recreación de sonidos nikkei, Sánchez ha construido una carrera en torno a una música que solo tiene vida con un espacio museográfico. “La música es un concepto para un espacio arqueológico; al principio me fascinaba el mundo andino y luego el amazónico”, relató a RPP Noticias.
Su vocación se definió en su entorno familiar. “Mi hermana era sicuri, de Puno, y el haber tenido la influencia de esa música en mi sala fue detonante”, confesó. Desde entonces, inició una travesía experimental que lo tiene, actualmente, interesado en una música capaz de generar imágenes. La autoría, en Sánchez, desaparece ante ideales más altos, como lo es hacer historia.
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