La comedia dramática explora las tensiones entre la apariencia y la realidad en una sociedad dominada por roles de género. Karina Jordán lidera un elenco que incluye a Sebastián Rubio, Milena Alva, Lilian Schiappa-Pietra, Tommy Párraga y Vanessa Zeuner.
Todo tiempo pasado fue mejor, reza el dicho. De esa idea parte Casa, llegué a cariño, una obra escrita por Laura Wade y dirigida por Patricia Biffi, con la que el Teatro Británico cierra su temporada teatral 2024. El montaje nos transporta a los años 50, una década de colores pastel y matrimonios "perfectos". El problema es que nada de esto es real.
Judy, interpretada por Karina Jordán, es la típica ama de casa: dedicada a su hogar, preparando el desayuno para su esposo Johnny (Sebastián Rubio) y viviendo en una fantasía que ella misma construye. Sin embargo, detrás de esta fachada de felicidad se esconde una mujer atrapada, cuya vida comienza a desmoronarse cuando se enfrenta a la realidad.
La obra, que se presenta hasta el 1 de diciembre, combina la comedia con momentos dramáticos que abordan temas profundos como los roles de género, el feminismo y la lucha por una vida auténtica frente a las presiones sociales. Entre vestidos para bailar y una casa perfectamente organizada, se ocultan verdades incómodas bajo la alfombra, que tarde o temprano salen a la luz.
Una mirada a experiencias desagradables
Aunque Casa, llegué a cariño utiliza la comedia para captar al público, no evita tocar temas complejos como el acoso. En una de las escenas más impactantes, Judy enfrenta un episodio por parte de Marcos (Tommy Párraga), un amigo cercano. "Me parece importante lo que plantea Laura Wade: el abusador puede estar muy cerca, y a veces cuesta reconocerlo", comenta Karina Jordán a RPP. "Eran épocas en las que esas cosas estaban totalmente silenciadas", agrega.
Esta situación invita a Karina a reflexonar sobre su propia historia y asegura: "Creo que si al terminar la función le preguntas a las mujeres cuántas de ellas han pasado por algo similar a lo que acaban de ver, al menos el 80% levantará la mano. Ninguna mujer escapa de esto, y no necesariamente con alguien desconocido, sino con una pareja, un familiar o un amigo cercano. Soy una mujer, como cualquiera, que ha vivido experiencias desagradables".
La "imagen perfecta" en tiempos de redes sociales
Casa, llegué a cariño no solo es una reflexión sobre el pasado, sino también sobre cómo las presiones sociales siguen vigentes hoy. Sebastián Rubio señala que la obra toca un tema tan relevante en la actualidad como lo era en la década de los 50: la construcción de una imagen perfecta. "Muchos tenemos bastante de Judy, sobre todo porque nos aferramos a la idea de mantener una apariencia o mostrar una vida idílica", comenta.
"Si hacemos una analogía con lo que vivimos ahora con las redes sociales, donde miramos cómo viven los demás y comparamos con nuestra vida, nuestra existencia parece miserable. Todos están creando una imagen idealizada, de perfección", reflexiona. "Es como un post de Instagram. Todo se ve bonito, pero sabes que hay una hipoteca, que estás hasta el cuello, el refrigerador suena, hay un montón de cosas que no vemos en la foto".
Johnny y Judy: un viaje de autodescubrimiento
Sebastián Rubio interpreta a Johnny, el esposo de Judy, un agente de bienes raíces que comienza a desencantarse de la vida que lleva en casa. Aunque la obra inicia presentando su personaje como el posible 'villano' en la historia de Judy, Rubio señala que, en una estructura machista, es natural que el hombre tome las riendas. Sin embargo, "pronto te das cuenta de que la iniciativa de vivir como en los años 50 no vino necesariamente de él".
Por su parte, Karina Jordán comparte que, aunque ha sido "un viaje bonito", le costó empatizar con su personaje, Judy. "Me molestaba con ella por sus decisiones, pero luego entendí que estaba reconociendo cosas mías que no me gustan", comenta. "Eso les pasa a las personas que vienen a ver la obra, descubrir qué tanto de Judy tienen. Y creo que nadie se escapa, ni hombres ni mujeres. La gente conecta con ella, la quiere y la entiende".
Inspiraciones y lecciones para el presente
Para construir la fantasía de Casa, llegué a cariño, Karina Jordán y Sebastián Rubio se inspiraron en programas como The Dick Van Dyke Show, en películas como No me mandes flores (con Rock Hudson y Doris Day), y en la atmósfera única de WandaVision y Mad Men. Karina menciona que estos referentes, junto con la dirección de Patricia Biffi, fueron esenciales, mientras que la mirada de Verónica Garrido Lecca, encargada de la coreografía, dio el toque final a este vibrante universo.
La actriz destaca cómo las reacciones del público han enriquecido su interpretación. "La obra plantea problemas, pero no ofrece soluciones. Más bien nos dice que hay que seguir adelante", explica. Sebastián, por su parte, reflexiona: "A veces compramos una idea como un paquete, pero ese paquete siempre viene con letras pequeñas. El camino es aprender a elegir lo que realmente nos sirve; no tenemos que comprar el pack completo".
Karina también hace referencia a la metáfora del baile que la dramaturga Laura Wade utiliza en la obra: "Hay que estar dispuestos a intercambiar los roles, a vivir en un mundo de 'verdades simultáneas', donde los acuerdos caducan. Es necesario ser permeables al cambio y no ser rígidos. A veces, hay que reconocer cuando las cosas dejan de funcionar". Para ella, esta reflexión resuena profundamente con el público, invitándolos a verse reflejados en los personajes.
Casa, llegué a cariño
Fecha: Hasta el 1 de diciembre
Lugar: Teatro Británico (Bellavista 531, Miraflores)
Funciones: De jueves a sábado a las 8 p.m. y el domingo a las 7 p.m.
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