Una traba burocrática es la eterna rival del emprendedor que busca tener el negocio propio y del ciudadano de a pie cuando va a realizar un trámite ante el Estado.
Una de las barreras burocráticas más comunes es la renovación de licencia de funcionamiento que los municipios exigen a bodegas y restaurantes, un trámite que según el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi) no debería existir y menos costar.
“Es importante que los empresarios sepan que las licencias de funcionamiento no se renuevan anualmente porque son indeterminadas (…) lo que hacen las municipalidades está mal”, señaló el coordinador de la Comisión de Eliminación de Barreras Burocráticas de Indecopi, Francisco Ochoa.
Otra barrera constante es el desproporcionado costo que afrontan las inmobiliarias al solicitar licencias de construcción.
En muchas municipalidades este cobro es un porcentaje del valor de la obra y no una tasa fija por los trámites a realizar.
“¿Por qué cuestan tanto los inmuebles? podríamos preguntarnos, quizás no solamente porque las empresas quieran ponerlo así, sino porque por el Estado detrás les está cobrando algo que no corresponde”, enfatizó.
Pero estos abusos no solo perjudican al comercio y la construcción sino también a la Educación, sobre todo en las universidades estatales que piden a los alumnos acreditar información que la propia casa de estudios debería tener.
“Acreditar estudios en la universidad, deudas a la biblioteca o culminación de ciclos haber son informaciones que el estudiante no tiene porque demostrar ya que es algo que la entidad pública conoce”, afirmó.
Vale indicar que para vencer algunas de estas trabas existe el silencio administrativo positivo. Con este mecanismo si el interesado pidió una licencia y la respuesta demoró más de lo debido, automáticamente se aprueba el trámite.
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