De no cerrar las brechas, en 10 años el país tendrá un nivel de informalidad estructural que complicaría el crecimiento económico. Además, aumentaría el trabajo familiar no remunerado, sobre todo en las zonas rurales
Cuando hablamos de infancia y adolescencia pensamos inmediatamente en niños, niñas y adolescentes en medio de juegos y aprendizajes, en parques o en colegios.
Hoy, la situación ha cambiado. La pandemia no solo golpea los bolsillos de las empresas ni se queda mirando a los sectores económicos, perjudicando ingresos familiares. La pandemia va más allá de eso y afecta a los más vulnerables.
Según un informe de Unicef, la pobreza monetaria se incrementará de 20.2% en el 2019 a 30.3% en el 2020 en todo el Perú. Esto significa que 3 millones 300 mil personas caerán en la pobreza como consecuencia directa de la pandemia. Este escenario ya había sido advertido por la extitular del Midis, Ariela Luna
Ahora, si observamos lo que ocurre con la infancia y adolescencia, la pobreza monetaria pasaría de 26.9% en el 2019 a 39.9% en el 2020, lo que significaría el mayor valor registrado desde el 2010. Esto quiere decir que 1 millón 233 mil 676 caerán en pobreza, detalló Ana Mendoza, representante de Unicef Perú.
“Podemos decir sin temor a equivocarnos que en 10 meses ha vuelto a cifras que se tenían hace una década”, dijo Mendoza.
Por otro lado, la pobreza extrema pasaría de 4.2% en 2019 a 9.5% en 2020. Lo que implica 521, 936 nuevos niños, niñas y adolescentes que caerán en esta situación.
“Si bien estas cifras se mitigarían con el apoyo económico, estaremos a niveles superiores que lo que había antes en la pandemia”, detalló, Pablo Lavado, director de la maestría en Economía de la UP.
¿Qué significa que la pobreza monetaria y extrema sumen más niños y adolescentes?
Para el economista, Marcel Ramírez, “la pobreza se mide en términos de hogares porque se evalúan sus ingresos. Los hogares que ingresan a una situación de pobreza son aquellos que fueron vulnerables y había salido, pero sus fuentes provenían del empleo informal, sin acceso a salud ni protección social, por eso son más susceptibles”.
Cuando un niño llega a un hogar el trabajo que se necesita aumenta y hoy la posibilidad de trabajar afuera es limitada, debido a la crisis sanitaria, explica Hugo Ñopo, investigador principal de Grade.
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¿Cómo afecta esto a la economía y cómo salir de la pandemia?
La pobreza tiene un impacto directo en la economía peruana, a mediano y largo plazo. Uno de ellos es el capital humano, pues los niños, niñas y adolescentes que no tienen acceso a educación, con desnutrición, anemia en menores 5 años y dificultad de acceder a servicios de salud, serán quienes se inserten en unos años al mercado laboral con dificultades.
Ramírez lo resume así. “La informalidad de hoy es el resultado de un proceso de niños y adolescentes con estudios incompletos, por ejemplo. Todo eso conduce a los jóvenes que vemos ahora. Lo mismo podríamos presagiar de niños que ingresan a pobreza. En 10 años, si las brechas no se recuperan, tendríamos un nivel de informalidad estructural que nos complicaría el crecimiento económico”.
“Además, la falta de oportunidades es un hay caldo de cultivo para la delincuencia y golpea los bolsillos y bienestar de los ciudadanos”, remarca Ñopo.
En ese sentido, señaló que, según mediciones del Banco Mundial, el efecto de la pobreza en adolescentes es equivalente a tres años de ingresos laborales que perdería.
Y otro escenario que se asoma es el trabajo infantil, y aunque es “difícil predecir cuánto aumentaría”, Ñopo explica que del 70% de informalidad, que había antes de la pandemia, el 9% pertenecía al trabajo familiar no remunerado, es decir, niños, adolescentes que participaban en cualquier emprendimiento.
Hoy la situación se agravaría, pues del 73% de informalidad, 18% sería de trabajo familiar no remunerado.
“Eso se ve mayoritariamente en la zona rural, piensa en la chacra, esos jóvenes que deben ayudar a buscar sustento económico a su familia”.
Marianne Fay, directora del Banco Mundial para Chile, Bolivia, Ecuador y Perú sostuvo que “por cada punto porcentual de incremento de pobreza, el trabajo infantil aumenta al menos 0.7 puntos porcentuales. Estamos a tiempo de cambiar esta historia, es un momento clave para fortalecer políticas en favor de la niñez y adolescencia”.
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¿Qué hacer y cómo reactivar los programas?
Esto va más allá del análisis monetario, pues si queremos analizar qué pasará con la vida de niños, niñas y adolescentes hay que ver otros indicadores multidimensionales: anemia, desnutrición, embarazo adolescente, derecho al juego, salud mental.
Alexandra Ames, jefa del Observatorio de Políticas Públicas de la UP, destacó que existan programas del Gobierno de ayuda para la niñez, como Cuna más. Sin embargo, precisó que los programas no llegan a todos.
“Cuna Más solo llega al 10% de la población objetiva. Es decir, hay 90% de hogares con niños de 0 a 3 años que necesitan el programa, pero este no llega por falta de presupuesto. Se debe articular con gobiernos locales y regionales (…) Una de las causas por las que la pandemia nos golpeó es porque no hay un sistema de protección social que evite que las familias caigan en situación de pobreza si hay una crisis. Esto quiere decir que no hay un seguro social, acceso a medicamentos, a salud, por ejemplo. Es decir, un sistema que nos asegure que quienes salgan de la pobreza no regresen a ella. Es una situación de vulnerabilidad constante”, señaló.
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