Aunque su consumo es relativamente pequeño comparado con otros electrodomésticos, el uso racional de este aparato permite economizar energía.
La licuadora es uno de los electrodomésticos pequeños más útiles en una cocina. La usamos para picar toda clase de alimentos, elaborar salsas, jugos, extractos e incluso para coctelería. Sin embargo, no es aconsejable abusar de su uso. Según el Osinerg y el Ministerio de Energía y Minas, la potencia nominal promedio de una licuadora es 300 watts, similar a la de una lustradora y aproximadamente la mitad de un hervidor o una tostadora.
Aunque se suele usar por períodos cortos de tiempo, el motor de una licuadora requiere una importante cantidad de energía para realizar su trabajo. Por eso, un uso racional de este electrodoméstico derivará en un consumo menor de energía.
Una clave para ahorrar es no forzar en demasía el motor de la licuadora. Úsala en potencia moderada la mayor parte del tiempo y no introduzcas en el vaso objetos muy duros. En la medida de lo posible, pica un poco los productos que vayas a licuar. Asimismo, evita licuar piezas secas, semillas o piezas enteras.
Otro consejo es revisar las cuchillas de la licuadora, para cerciorarse de que no estén rotas o hayan perdido el filo. Asimismo, hay que tener siempre limpio el aparato. Cualquier defecto en las aspas incidirá en que el tiempo para licuar sea mayor y forzará más el motor.
Finalmente, procura reducir la cantidad de usos, licuando todas las porciones que puedas de una sola vez, en vez de hacerlo por partes.
Un consejo final, que se aplica a todos los electrodomésticos, es mantener la licuadora desenchufada cuando no la estés utilizando. Si sigues todas estas recomendaciones, notarás un ahorro en tu cuenta de electricidad.
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