Tras revolucionar el cine en los años 50 y 60, Bardot abandonó las cámaras para centrarse en el activismo animalista, pero su apoyo a Marine Le Pen y sus declaraciones sobre migración y feminismo marcaron sus últimos años.
“Dios creó a la mujer, pero el diablo inventó a BB”. Esa frase, nacida para promocionar la película que la catapultó a la fama en 1956, acompañó para siempre la figura de Brigitte Bardot. Ícono erótico en su juventud, símbolo cultural del siglo XX y activista animalista en su madurez, la actriz francesa —fallecida a los 91 años— fue una de las mujeres más influyentes y controvertidas de su tiempo.
Icono en el cine
Considerada por muchos la mujer más sensual del siglo pasado, compitiendo únicamente con figuras como Marilyn Monroe, Bardot fue actriz, cantante, referente de la liberación femenina y, al mismo tiempo, una figura rodeada de polémica. Desde su explosiva aparición en Y Dios creó a la mujer, dirigida por su entonces esposo Roger Vadim, hasta sus últimos años alejada de los focos pero activa en causas animalistas, su nombre nunca dejó de generar titulares.
En pantalla dejó escenas icónicas, como sus apariciones sensuales en El desprecio (1963), mientras que en la música protagonizó un capítulo legendario junto a Serge Gainsbourg con Je t’aime… moi non plus, grabación que escandalizó a la época y que permaneció décadas guardada.
Su influencia fue tan grande que Simone de Beauvoir la convirtió en objeto de análisis cultural y la definió como una figura capaz de desatar deseo y escándalo por igual.
Las polémicas de Bardot
La actriz popularizó estilos, inspiró generaciones y personificó la independencia femenina, además fue considerada como icono de la moda. Sin embargo, aparte de ello y de su lucha en favor de los animales, tuvo varias controversias.
Su segundo esposo, el actor Jacques Charrier, y su único hijo, Nicolas, la denunciaron en 1996 por haber sido tachado en una autobiografía de “violento, machista, impresentable y borracho”, el primero; y de indeseado “tumor que se nutría de ella” durante su embarazo, el segundo.
En las últimas décadas, su militancia a ultranza y una colección de comentarios homófobos, xenófobos y racistas, hicieron, en cierta forma, sombra a su legendaria carrera y a sus logros en defensa de los animales.
Llegó a etiquetar a la líder de la ultraderecha francesa y tres veces candidata presidencial Marine Le Pen como la “Juana de Arco del siglo XXI”. Durante la pandemia de la COVID (2020-2022), ya octogenaria avanzada, se negó a vacunarse, alegando que era “alérgica a todos los productos químicos”.
Tampoco se libró el movimiento Me too, nacido en 2018 por varias denuncias de acoso sexual contra mujeres por parte de hombres poderosos del mundo del cine. Para Bardot, varias de esas acusaciones eran “hipócritas", pues muchas artistas “calientan a los productores para conseguir un papel”.
Su lucha en favor de los animales
Después de haber sobrevivido a varios intentos de suicidio y abortado voluntariamente dos veces -en una de ellas estuvo al borde de la muerte-, Bardot mantenía dos luchas animalistas muy vivas: prohibir que se coma carne de caballo en Francia y que se sacrifique sedados a los animales en los mataderos del país.
Su último combate -que data de 2025 y para el que usó a BFMTV para una entrevista, la primera que daba en 11 años a un canal de televisión- gravitó en torno a la prohibición de la caza de montería en Francia, que consideraba extremadamente cruel contra los animales.
Retirada de la vida pública repartida entre sus dos mansiones de Saint-Tropez (Costa Azul), su inusual vida podría explicarse en una sola frase, según Marie-Dominique Lelièvre, una de sus biógrafas: “Bardot siempre ha sido y será una niña”.