La estrella de "Moulin Rouge" se quejó de la "atención obsesiva" que algunos medios tienen sobre la vida personal de las celebridades.
La actriz australiana Nicole Kidman afirmó hoy que, con el paso del tiempo, tolera cada vez menos la "intrusión despiadada" de los medios en su vida privada, y que, aunque es más fuerte de lo que aparenta, ha llegado a sentirse herida por algunas críticas.
En una entrevista concedida a la revista dominical del periódico "Journal du Dimanche", Kidman, cuya película "Rabbit Hole" se estrena este mes en Francia, señala que nunca ha buscado "la atención obsesiva que acarrea la fama".
Por suerte, apunta, cuenta con la protección y el apoyo constante de su marido, el cantante de country Keith Urban, al que, no obstante, "le molesta que a veces sea tratada como un objeto".
La australiana afirma que ante todo es "madre y esposa" y, a sus 43 años y con cuatro hijos -dos de su actual pareja y otros dos adoptados con su exmarido, el también actor Tom Cruise-, destaca que ya no tiene ganas de perder su tiempo y su energía "en vano".
"Me he vuelto más selectiva y menos impulsiva", dice Kidman, que de su primera etapa en Los Ángeles, donde rodó en 1990 su primer filme estadounidense, "Days of Thunder", se recuerda sin amigos y sin atreverse a salir, "pasando las horas viendo la televisión, hipnotizada por los cerca de 60 canales" que había.
Más de dos décadas después, las películas de las que dice sentirse más orgullosa son "las menos esperadas", como "Birth", "The Hours", "Dogville" o "Moulin Rouge", "muy criticada en ese momento porque fue considerada demasiado rara, antes de "Chicago" o del éxito de "Glee"".
Con "Rabbit Hole", largometraje del estadounidense John Cameron Mitchell que narra la dificultad de un matrimonio para superar la muerte de su hijo, se muestra satisfecha de haber podido hacer frente en la ficción a algo que en la vida real no se atreve "ni a imaginar".
"Pero como actriz -asegura- necesito probar mis límites, tomar riesgos. Desde que tengo memoria, siempre me he sentido fascinada por la complejidad de la condición humana".
Y, para su sorpresa, sostiene que pudo "canalizar el sufrimiento de Becca (su personaje) de manera orgánica, con una tranquilidad por momentos aterradora".
-EFE-
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