Una policía los detiene por circular en sentido contrario y de pronto se da cuenta que los dos hombres están transportando un cadáver.
Peter traslada a Genoveva y Alejandro luego de haberlos encontrado tendidos en medio de la pista de una calle. Ambos están muy nerviosos cuando de pronto aparece una mujer policía que los detiene. “Están conduciendo en contra del tránsito. Documentos”, le exige la oficial a Peter. De pronto la uniformada siente un olor extraño. “¿Qué es ese olor?”, pregunta. “Es que estoy un poco mal del estómago”, se justifica Peter.
La policía le exige a Alejandro que baje del auto pero este se niega aduciendo que quien cometió la infracción es su chofer. La oficial le ordena que baje y los empieza a interrogar. Genoveva está inmóvil pero al quedar sola su cuerpo se ladea y su cabeza da contra la puerta del auto. La uniformada se dispone a abrir la puerta pero Alejandro se opone. “Esta mujer necesita oxígeno”, dice abre la puerta para luego tocar a Veva que está totalmente fría. “¡Esta mujer está muerta!”, exclama.
Alejandro y Peter son conducidos a la comisaría donde el mayordomo le dice al comandante que Veva y Alejandro eran amantes. Alejandro llora desconsoladamente pensando que se le escapó el dinero de Veva de las manos y que ya no vivirá en la Toscana. “Bueno, pero mientras llega el forense para examinar el cuerpo, ustedes se quedarán aquí”, dice el comandante tras lo cual ordena que los pongan en una celda.
“De esta no vamos a salir, yo por cómplice y tú por asesino”, dice Peter amargamente mientras un policía les dice que se quedarán en la celda hasta que se tengan los resultados de la autopsia. “¡¿Cómo que autopsia?! ¡Su religión no se lo permite!”, grita Alejandro mientras el policía se aleja de la celda.
Mientras tanto, en casa de los Maldini suena el teléfono. “Lo siento, la señora Francesca está descansando y no la puedo molestar”, dice Monserrat. La llamada es del comisario de Las Lomas que le dice a la doncella lo que ha ocurrido. Monserrat sube apresuradamente a la habitación de doña Francesca. “¡Ha pasado algo terrible!”, le dice. “¡Pero qué es lo que ha pasado!”, exclama Francesca. “Quiero que esté tranquila”, le dice la doncella. “¡Pero cómo quieres que esté tranquila si me dice que algo terrible ha pasado!”, responde Francesca. “Está bien, se lo diré de una sola… ¡La señorita Veva está muerta! ¡Y lo peor de todo es que acusan a Peter y a don Alejo de haberla matado!”, le explica.
Francesca llega a la comisaria e inmediatamente va a ver a Peter y Alejandro. “¡Pero qué han hecho! ¡Han matado a mi prima!”, le dice. “¿Se los dice tú o se lo digo yo?”, le dice Alejandro a Peter. “Madam lo que pasó es que la señora Veva fue víctima de la pasión y decidimos sacarla de la casa para evitar que se generara un escándalo”, explica el mayordomo. “Es que soy un animal sexual”, dice Alejandro. “¿Y qué pensaban hacer, enterrarla en un descampado? A mí no me interesa este esperpento… pero tú Peter”, exclama Francesca fuera de sí.
Cuando Francesca sale a la oficina se encuentra con Monserrat quien dice haber encontrado una prueba que puede aclarar las cosas. Se trata de una receta y un frasco de pastillas. “Aquí dice que la señor Genoveva tenía un problema cardíaco y que no debía tener grandes esfuerzos físicos. Tengo entendido que anoche tuvieron una noche de gran pasión”, dice el comisario. “Quién se iba a imaginar que don Alejo con esa carita…”, dice Monserrat. Francesca la manda callar. Entonces le pide al comisario que todo el asunto de la muerte de Veva se maneje con total discreción y además le pide que cremen sus restos para enviarlos a su Toscana natal.
El comisario le asegura que cumplirá lo que le pide y que dejará en libertad a Peter y Alejandro, ya que no han tenido culpa en la muerte de Genoveva. Así ambos quedan libres y cada uno se va a su casa. Francesca le ordena a Peter y Monserrat que no se hablará nunca más de Alejandro y que se manejará le versión oficial, esto es que Veva murió de un ataque cardíaco en su auto. Y ahí termina la historia.
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