El maestro Guillermo Rossini, padre del humor peruano, falleció este sábado a los 93 años. Recordamos su vida, su legado y el humor que marcó a tantas generaciones en radio, televisión y cine.
Guillermo Rossini ya era leyenda en vida. A sus 93 años, su nombre seguía evocando personajes inolvidables y esa mirada aguda capaz de convertir la política cotidiana en un acto de irreverencia colectiva. Hoy, el Perú despide a uno de sus humoristas más influyentes, un artista que atravesó seis décadas de cambios sin perder jamás la chispa.
Reconocido como el padre del humor peruano y pionero en la imitación política, Rossini brilló en la radio, la televisión y el cine. En cada formato mantuvo una marca personal: un humor fino, familiar y profundamente conectado con la realidad nacional.
Alejado de los estudios, pero siempre presente en la memoria de sus oyentes, vivió sus últimos años acompañado por un país que lo consideraba parte de su familia. Su voz, su ingenio y su calidez siguieron regresando en homenajes, entrevistas y reencuentros que celebraban una trayectoria que parece imposible de repetir.
El hombre detrás de la risa
Guillermo Rossini González nació el 3 de septiembre de 1932, en una casa del jirón Callao, en el centro de Lima. Desde niño descubrió su facilidad para imitar voces: primero las de sus profesores, luego la de personajes públicos. “Yo de muy pequeño ya imitaba en el colegio a los profesores, al director, me salía natural. Pero yo lo hacía como un hobby, nunca me imaginé que con esta tontería me iba a ganar la vida”, contó a RPP.
Su entrada al mundo del espectáculo llegó de la mano de Augusto Ferrando, quien lo descubrió en uno de sus concursos radiales. Rossini derrotó a cerca de cien participantes y, gracias a su celebrada imitación del expresidente Manuel Prado, ingresó al elenco de su programa. Ese gesto marcó el inicio de una carrera donde la política y la comicidad caminaron siempre juntas.
Lejos del reflector, Rossini también se desempeñó como visitador médico, un trabajo donde aplicaba lo que llamaba “terapia del humor” para conectar con los doctores. Más tarde, ejerció como regidor en el distrito de Jesús María, un rol inesperado para alguien que siempre prefirió observar el poder desde la sátira.
Más de 60 años haciendo reír al Perú
La historia de Guillermo Rossini es, en buena parte, la historia de la televisión peruana aprendiendo a reírse de sí misma. Su debut ocurrió en 1960 con Teleloquibambia, el primer programa cómico de América Televisión. Aquella experiencia, que duró hasta 1962, abrió un camino que lo convertiría en referente absoluto del humor nacional.
Durante esa década, don Guillermo también comenzó a consolidarse en la radio desde Loquibambia, un espacio que reforzó su vínculo con el público y afinó su talento para la parodia. Años más tarde, continuaría en RPP —entonces Radioprogramas del Perú—, donde su voz terminaría convirtiéndose en parte de la vida diaria de millones de oyentes.
En los años setenta, ya era figura clave de Estrafalario y El tornillo, programas que renovaron la comicidad peruana con personajes más cercanos y un humor que dialogaba con la vida diaria. En 1976 pasó a conducir Estrafalario en canal 7, en una etapa que confirmó su solidez en la pantalla chica.
En los ochenta, alcanzó una de sus épocas más recordadas: Risas y Salsa. Durante dieciséis años creó personajes, imitaciones y escenas que hoy son parte del imaginario televisivo del país. En paralelo, protagonizó Yo amo a mi mujer (1986), demostrando una vez más que su talento podía navegar entre géneros sin perder esencia.
La radio lo reclamó con fuerza en los noventa. En 1994 fundó Los chistosos de RPP junto con Fernando Armas y Hernán Vidaurre; luego se sumarían Giovanna Castro y Manolo Rojas. “Yo le puse el nombre”, recordaba con orgullo. Permaneció en el programa hasta mayo de 2021, convirtiéndolo en la principal escuela de humor político del país.
Entre 2000 y 2013 pasó por 24 minutos, Cueros y carcajadas, Noti-ríase, Ponte al día, El noticioso y Tres al día, formatos que confirmaron su versatilidad. En 2015 regresó a Panamericana con Paren esta vaina y, un año después, sorprendió en el cine con El candidato, donde interpretó al señor Huapaya, una sátira inspirada en Isaac Humala.
El padre del humor peruano
Rossini fue, por mérito propio, el maestro de la imitación política en el Perú. Su archivo vocal es una galería paralela de la vida pública: Luis Bedoya Reyes, Javier Alva Orlandini, Susana Higuchi, Marcos Aurelio Denegri, Fernando Carvallo, Pablo de Madalengoitia y muchos otros.
Él mismo lo resumió así en 2017, durante una entrevista con RPP: “Yo comencé imitando a los políticos como Manuel Prado; también a Luis Bedoya, Velasco Alvarado, Morales Bermúdez y en la actualidad al presidente Pedro Pablo Kuczynski. Sobre todo me quedo con el doctor Alfonso Barrantes”.
En televisión, también dejó personajes imborrables, desde Pepe Biondi hasta la 'Gringa Inga' y Alfonso 'Pocho' Rospigliosi. Su talento no solo hacía reír: permitía comprender al país desde un ángulo que pocos se atrevían a explorar.
Un retiro acompañado de homenajes
En febrero de 2015, Guillermo Rossini fue sometido a una operación al corazón en Houston, Estados Unidos. Se recuperó con éxito y, apenas un mes después, regresó a la cabina de RPP para reencontrarse con su equipo de Los Chistosos.
Su trayectoria fue reconocida oficialmente en julio de 2021, cuando recibió la distinción de Personalidad Meritoria de la Cultura. El entonces presidente Francisco Sagasti destacó su influencia en la comicidad nacional y le dedicó palabras de afecto: “Quisiera rendirle a don Guillermo Rossini, que nos ha divertido tantos a todos, que tiene un sentido del humor maravilloso”.
Ese mismo año se retiró de Los chistosos, aunque nunca del cariño del público. El 16 de febrero de 2024 regresó a RPP para un homenaje por el aniversario número 31 del programa. Durante dos horas demostró que no había perdido la chispa: imitó nuevamente a Alfonso 'Pocho' Rospigliosi, a Juan Ramírez Lazo y a varios de sus personajes más queridos. Se despidió agradeciendo a la radio, a sus colegas y al público que lo acompañó durante décadas.
El legado de una risa eterna
Guillermo Rossini se va dejando más que un archivo de imitaciones: deja una forma de mirar el país, una manera de contar sus contradicciones sin perder humanidad. Con su muerte, el Perú pierde a una figura irrepetible, pero conserva una herencia de humor que seguirá viva en cada carcajada, en cada personaje y en cada voz que imitó con maestría.
Durante más de seis décadas, los peruanos encontraron en él una certeza: incluso en los momentos más difíciles, siempre había espacio para la risa. Ese es el legado de Guillermo Rossini —padre del humor peruano, actor, comediante, imitador y exlocutor de radio—, una figura irrepetible y, para siempre, uno de los grandes de la comedia política nacional.