Jehofred Sulca, narrador de RPP que recientemente debutó en señal abierta de TV, aprendió a locutar jugando Play y viendo a los carros pasar.
Le mintió a Liliana. Que tenía una propuesta laboral importante en la capital, le dijo. Era mentira -eso ustedes ya lo saben-, pero en ese entonces ella, la mamá de Jehofred, no lo sabía. Solo por eso, porque le creyó, aceptó que su primogénito haga maletas y suba a un avión.
Le mintió a su ‘viejita’, pero era una mentira piadosa. Una que luego, cuando lo escuchara por la radio o lo viera por televisión, entendería. Él con 22 años, lo tenía clarísimo: iría a Lima para ser narrador de fútbol, como Miguel Simon, el ‘Pollo’ Vignolo, Pablo Giralt, Juan Pablo Varsky o, quizá su favorito, Mariano Closs.
Lo había decidido a los 10 años, cuando ir a la Plaza Mayor para ver a Cienciano en pantalla gigante era un buen plan. Ver al equipo del que era hincha, como buen alumno del Colegio Nacional de Ciencias, avanzar en la Copa Libertadores estaba bastante bien, pero era la forma de contar los detalles que tenían los ya mencionados locutores lo que se robaba su atención.
“¿Cómo un narrador puede acaparar tanta expectativa de tanta gente? ¿Cómo maneja las emociones?”, se preguntaba en ese entonces. “Me enamoré de la narración”, admite ahora. Desde entonces, empezó a prestar más atención a esos hombres encargados de contar lo que sus ojos veían. Soñaba con que, algún tiempo después, sería uno de ellos.
A lo grande
Han pasado seis días desde que salió en televisión. Estaba preparado para dar la cara a las 4:00 pm., en el partido entre Argentina y Colombia, por la Copa América, pero su celular sonó a las 11:00 am. y la indicación fue clara: lo necesitaban para la previa del Perú vs. Venezuela. Así, solo con la información que tenía en la cabeza, llegó hasta el canal, se sentó junto a Óscar del Portal y, al igual que la bicolor, tuvo su debut.
En redes sociales, su nombre se volvió tendencia. “Le pones el tinte diferente a lo tradicional”, “anotó un golazo con su nueva forma de narrar”, “narra como lo hacen los uruguayos” y “tiene voz de narrador de juego de PlayStation” fueron solo algunos de los halagos que Jehofred Sulca Warton, o GargantadelGol, como se hace llamar en Twitter, recibió.
No es coincidencia. Ni que piensen que es extranjero ni que lo comparen con la voz de los juegos. El narrador, cusqueño como el chuño, según sus propias palabras, tiene referentes peruanos (Daniel Peredo, Freddy Cora, Jaime Guerrero, Peter Arévalo y Gino Bonatti son algunos), pero se formó viendo fútbol internacional. En el colegio, incluso, hacía reír a sus compañeros con imitaciones de Mariano Closs. Tenía 14 años y ya manejaba algunos conceptos gracias a la tía Nayda, quien lo inscribió en su primer curso de locución.
Sus inicios
Ya con 19, el sueño tomó forma. Jehofred empezó a narrar fútbol en una radio local y, con los partidos, llegó la obsesión. Al llegar de clases o de sus prácticas, se miraba al espejo y hablaba como si en su reflejo viera la final de la Champions League. En pichangas de sus amigos, era el locutor oficial. Y estando solo en su cuarto, encendía el Play en modo individual, bajaba el volumen y describía sus propios pases y goles.
Pero no era suficiente. No bastaba con locutar en clases, en la radio y en su casa. Hacía falta más para mejorar la dicción y capacidad de improvisación. No era necesario ver jugadores o una pelota. Todo lo que había en la calle era una buena opción. Así, los carros que pasaban mientras él caminaba se convirtieron en sus protagonistas.
“’El carro está avanzando y va a cruzar ahora por el semáforo’. Lo murmuraba. Había identificado una manera de ser mucho más descriptivo: narrar todo lo que pasaba”, dice ahora, con 27 años, a RPP, sin olvidar ese jueves 21 de agosto de 2014 en el que, con una chompa rayada, un jean, unos audífonos y solamente una maleta, aterrizó en el Jorge Chávez sin tener otro plan que tocar puertas.
Si Alan Diez no le decía que vuelva el viernes, Jehofred tomaba un vuelo de regreso a Cusco. Él sabía que no sería fácil, pero pensó que, por lo menos, estarían dispuestos a escucharlo. Quizá le dirían que no, que en ese momento no podrían darle la oportunidad, pero al menos podían escucharlo. Saber quién era, de dónde venía y qué podía hacer. Y no. No fue así. Si, con suerte, le abrían alguna puerta, se la cerraban en la cara.
“Ahora no puedo atenderte, pero ven el viernes”, le dijo Alan. Era el primero, desde que llegó, que le daba una pizca de esperanza. “Sé narrar, comentar, reportear, conducir TV y radio. Mándame a la guerra con un tenedor y te la gano”, le dijo cuando volvió a la radio de La Victoria. “Ya. Vas a comenzar conduciendo”, fue la respuesta.
Fue el mismo Alan Diez quien lo llevó a Capital para la Copa América Centenario. Ahí, tiempo después, un productor lo recomendó a RPP, y así su carrera empezó a parecerse a la que había imaginado ahí, en medio de la Plaza Mayor de Cusco, mientras veía a su querido Cienciano lograr el cupo a la Sudamericana que ganaría un año después.
Paso a paso
Hoy, además de estar en radio, trabaja en un canal de señal abierta. Algunos lo confunden con un extranjero y otros dicen que tiene voz de PlayStation, pero él confía en que, poco a poco, su estilo propio le permitirá ser reconocido con nombre y apellido.
“Mayday, mayday” o “el jardín del gol” son dos de las expresiones que se han vuelto ya su sello personal. Hay más, claro. Algunas las ensaya y otras salen en vivo de forma natural, pero no hay perfección. Aunque evita comer ají para cuidar la garganta y prioriza la voz desde el diafragma, alguna vez se le ha escapado un gallo o ha tartamudeado. Eso sí, para que el error no se repita, graba sus propias locuciones y luego, con calma, las repasa. Además, realiza ejercicios semanales para mejorar la técnica.
“Uno es humano y puede equivocarse. En un partido, denme cinco minutos para acomodarme e identificar a los jugadores. Después de cinco minutos, me memoricé todo y puedo hacerlo bien”, cuenta.
En Cusco, su ciudad natal, le han dedicado informes, entrevistas y hasta homenajes. Y él, aunque siempre responde el teléfono, va paso a paso. Sueña con viajar con la Selección Peruana y continuar su carrera en el extranjero, pero más adelante. Ahora prefiere ir paso a paso.
“Tomo todo con calma. La cosa no es cómo empiece, sino como termine. Quiero terminar la Copa América bien y luego analizar mi rendimiento. Estoy hecho para narrar fútbol, pero estoy en proceso de madurar mi trabajo. No estoy todavía completo, no he llegado al tope”, dice. Pero va bien. La mentira piadosa valió la pena. Y Liliana, quien ahora lo escucha siempre, seguramente lo sabe.
Narración del gol de Paolo Guerrero:
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