Las caricias maternas durante las primeras semanas de vida tienen un efecto poderoso sobre el bebé y pueden modificar los efectos del estrés tras el nacimiento.
Las emociones que vive la madre durante el embarazo afectan al bebé en gestación. Al vivir una situación estresante, su organismo reacciona liberando hormonas que llegan al bebé a través de la placenta.
Una reciente investigación revela que este efecto podría revertirse, pues acariciar al recién nacido sana los efectos del estrés en el embarazo.
¿De qué trata el estudio?
Investigadores británicos han estudiado el comportamiento de las madres y sus hijos que han participado en Estudio Wirral sobre Salud y Desarrollo Infantil para determinar que las caricias podrían modificar la actividad genética.
Observaron que las relaciones entre los síntomas de la depresión durante el embarazo y las emociones infantiles posteriores de miedo y enfado, así como la respuesta cardiaca ante el estrés a los siete meses, varían en función de la frecuencia con la que la madre hubiese acariciado al bebé en la cabeza, la espalda, las piernas y los brazos durante las primeras semanas de vida.
Las caricias de mamá tienen un efecto sorprendente sobre los hijos, fundamentalmente durante las primeras semanas de vida en los que se establece entre ambos una relación de apego muy especial.
El estudio contínua en marcha porque pretenden averiguar si las caricias maternas siguen influyendo en posteriores etapas del desarrollo.
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