El cardenal recordó también al escritor apurimeño José María Arguedas durante su homilía de Domingo de Resurrección en la Catedral de Lima. Además advirtió de "grupos católicos, que piensan solo en sí mismos y no quieren seguir los lineamientos y orientaciones sinodales del Santo Padre".
El cardenal Carlos Castillo, durante su homilía pronunciada hoy por Domingo de Resurrección, dedicó unas palabras a la memoria del nobel peruano Mario Vargas Llosa, fallecido el último 13 de abril, y también a las siete víctimas mortales de la aplicación del suero fisiológico defectuoso del laboratorio Medifarma.
Desde la Catedral de Lima, Castillo Mattasoglio elevó oraciones por "nuestros hermanos enfermos" y pidió especialmente por las personas referidas.
"Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección […] Y te encomendamos en especial a nuestro hermano, gran novelista, Mario Vargas Llosa, y también te presentamos, Padre bueno, a todos los hermanos que han fallecido a consecuencia de este suero defectuoso que los ha matado [...] A quienes llamaste de este mundo a tu presencia, concédeles que, así como han compartido ya la muerte de Jesucristo, compartan también con él la gloria de la resurrección. Y de todos los que han muerto en tu misericordia admítelos a contemplar la luz de tu rostro", indicó.
En un momento de su enseñanza eclesial, también se refirió al escritor apurimeño José María Arguedas, particularmente a su personaje la 'Kurku', aparecida en la novela Todas las sangres.
“Tenemos que disculparnos en la Iglesia con toda la humanidad y con todos los creyentes porque en nuestra forma de enseñar el evangelio, muchas veces, no hemos permitido que ustedes […] se expresen en sus palabras y expresen como sienten y viven y cómo, en conjunto, podemos construir las cosas. Por eso es que se ha creado una especie de diferencia: los cristianos puros y los cristianos, pero impuros; como si fueran cristianos de segunda clase", señaló.
"Toda esa manera de pensar tiene un problema y es que, justamente, esas personas que, a veces, son muy puras y muy santas, aparentemente, no llegan a comprender la riqueza de la vida con el Señor que, por ejemplo, a pesar de que no aparecen como que conocen mucho al Señor, del Señor son. Así decía preciosamente José María Arguedas sobre una jorobada que aparece en la novela Todas las sangres. En la ‘Kurku’ -kurku significa jorobada- estaba Dios cantando. No conocía a Dios, pero de Dios era", agregó.
Asimismo, el cardenal aseveró que la humanidad vive una "situación de pecado", en la que muchas personas quieren arreglar las cosas "a patadas" que caen "sobre los más pequeños" de este mundo.
"Se puede ser de Dios sin conocerlo, porque Él nos inspira, entra en nosotros, y ser cristiano es dejar que el Señor nos vaya transformando poco a poco, con paciencia, y vayamos, poco a poco, renunciando a nuestros pecados, corrigiéndonos", enfatizó.
"Pero la mejor manera de corregir es hablar, no a coscorrones y a golpes como nos han enseñado en el pasado, con castigos y amenazas, sino con la comprensión profunda de los problemas que vivimos para recapacitar. Y esa situación la está viviendo hoy en día la humanidad. A eso llamamos una situación de pecado, y esa situación de pecado es cierto que muchas personas quieren desesperarse en arreglarla a patadas, y normalmente esas patadas no caen sobre los grandes de este mundo, sino sobre los pequeños", subrayó.
Hay "muchos grupos católicos que piensan solo en sí mismos y no quieren seguir los lineamientos" del Papa
Por otro lado, el cardenal Castillo advirtió a la feligresía del riesgo de convertirse en "hombres malos", algo que, según dijo, pasa en "muchos grupos católicos" que no siguen "los lineamientos y orientaciones sinodales del Santo Padre".
“Nuestra fe cristiana no está lejos de nuestra conciencia social, de nuestra conciencia humana, de todos los gestos que podemos hacer para ayudarnos unos a otros […] El Señor está en el corazón de las Ollas Comunes, en el corazón de las hermanas que trabajan. Eso es ser cristiano. Ser cristiano es ser amado para poder amar a manos llenas", indicó.
"No nos habituemos a pensar que el cristianismo y la fe es una evasión, una manera de salvar mi alma y simplemente que se vaya al cielo. Es cierto que queremos salvar nuestra alma, pero como hermanos, no individualistamente, no como una especie de aristocracia espiritual que nos aleja de mismo Señor y nos puede convertir en hombres malos, como está pasando con muchos grupos católicos, que piensan solo en sí mismos y no quieren seguir los lineamientos y orientaciones sinodales del Santo Padre, que son justamente las que convierten a nuestro pueblo en agentes de la propia evangelización, que dejándose inspirar por el Señor conversan y deciden juntos la vida de la Iglesia", puntualizó.
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