Según los ´vaticanistas´, que ´todo lo saben´ el control, sobre el internet, es y será la mayor preocupación hasta el último momento.
No al “internet”. No al “tuit” y también no al “sms”. Existe una promesa del silencio.
Un día fui a una iglesia en Lima y, al ingresar al templo, en la puerta, encontré una llamativo anunció: “Para hablar a Dios no se necesita celular”. Elegante solicitud para apagar el acompañante de todos. Hoy aquí, caminando por los aledaños del Vaticano, podría decir que “Para conocer el nombre del Papa no sirve el celular”.
En la Capilla Sixtina ya inutilizaron, ya dejaron fuera de la cita, que nos entregará el nombre del nuevo Papa. En menos palabras, todos los aportes a las comunicaciones hechos por Martin Cooper, Leonard Kleinrock o John Bernes-Lee.
En la Capilla Sixtina, desde ayer, no funcionan los teléfonos móviles. Con ello, las autoridades del evento, aseguran que la noticia no saldrá, antes de lo esperado, de aquellas paredes pintadas por Miguel Angel. Para muchos el control no solo será para los purpurados. Por el compromiso, y la promesa de guardar todos los secretos, también entregaron su palabra, y juraron por lo prometido: secretarios, carpinteros, asistentes de servicios, expertos en comunicaciones, religiosos y religiosas.
Todos con la misma promesa: La promesa del silencio. Los guardadores del secreto son 90 funcionarios.
Para los encargados del control del secreto, es imposible, para quienes lleguen hasta el sitio interior de la Capilla Palatina, activar un tuits. Enviar un “Short Message Service”, más conocido como sms, es totalmente imposible.
Según los “vaticanistas”, que “todo lo saben” el control, sobre el internet, es y será la mayor preocupación hasta el último momento. De esto están muy convencidos todos los encargados de controlar lo que suceda al interior del Conclave.
Lo que recordaba al comienzo, en otros términos:”Para conocer al Papa, no servirá el celular”.
Por Carlos Villarreal, enviado especial de RPP a Roma
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