Con el paso de los años, ambos conceptos se han vuelto más importantes a la hora de pensar en fabricar productos y ofrecer servicios.
Hay dos términos que suelen confundirse a menudo: calidad y competitividad. Ambos no significan lo mismo, pero son complementarios porque uno depende del otro. ¿Pero de qué habla cada uno?
Según el Instituto Nacional de la Calidad (INACAL), la calidad influye sobre la competitividad de dos maneras: los consumidores evalúan al comprar si el producto cumple con sus expectativas de calidad y cuánto cuesta.
Sobre la competitividad, dicha institución comenta que un producto competitivo será aquel que cumple con las expectativas de calidad del comprador y que a la vez cueste menos.
“Asimismo aplicando normas y midiendo confiablemente en los procesos productivos se puede mejorar la calidad de los procesos productivos y así mejorar la productividad, aumentando la eficiencia del uso de los recursos e insumos, reduciendo pérdidas. Es decir, lograr que con la misma cantidad de mismos insumos y recursos se produzcan más productos que cumplen con los requisitos que exigen los consumidores”, asegura INACAL.
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