Las retroexcavadoras se convirtieron en un símbolo del principio de la reconstrucción tras la tragedia que deja hasta el momento 802 muertos.
La maquinaria pesada empezó a retirar los escombros tras esfumarse las esperanzas de hallar sobrevivientes del terremoto y tsunami que arrasaron Chile, iniciando una lenta reconstrucción que según la presidenta Michelle Bachelet tomará hasta cuatro años.
Las retroexcavadoras se convirtieron en un símbolo del principio de la reconstrucción tras la tragedia que dejó 802 muertos, una sensación fortalecida por Bachelet, que este jueves se refirió al gran desafío que aguarda al país.
La reconstrucción demorará "prácticamente todo el Gobierno próximo o por lo menos 3 años", dijo Bachelet en una entrevista radial en que indicó que la magnitud de los daños "es enorme".
"Chile tiene recursos para una cantidad de acciones, pero vamos a tener que pedir crédito al Banco Mundial u otras entidades", agregó.
En Washington, Caroline Atkinson, funcionaria del Fondo Monetario Internacional (FMI), estimó que "gracias a la fuerza de la economía" chilena "el efecto sobre el PIB podría no ser importante".
De hecho el economista Jorge Desormeaux, ex consejero del Banco Central, dijo a la AFP que el sismo "en el primer semestre tendrá un impacto de un menor crecimiento, pero "el efecto negativo del primer semestre se cancelará con el crecimiento positivo del segundo semestre".
Entretanto, Chile hará un nuevo recuento de víctimas tras reconocer que una región daba por muertos a desaparecidos, lo que podría reducir en unos 200 el número de fallecidos.
"Si hay menos muertos, mejor. Había unos 200 desaparecidos (en la región de Maule) y ese es el número que genera discrepancia. Haremos todas las investigaciones", dijo la presidenta.
Mientras las grandes ciudades afectadas, Concepción y Talca, empezaban a mostrar señales de normalización con la llegada de alimentos y la reapertura de supermercados, en muchos poblados, especialmente los de la costa, los socorristas seguían buscando desesperadamente a los desaparecidos.
La víspera, un rescatista español miraba con desolación toda la tarea que había por delante en el destruido balneario de Constitución y pedía más equipos de búsqueda.
"Que el gobierno se decida de una puñetera vez a permitir la ayuda internacional", decía con frustración a la televisión chilena.
"Mi perro es bueno pero no alcanza para tanta destrucción", agregó.
Una demanda satisfecha en parte con la llegada este jueves a Chile de equipos de rescate con perros de Argentina y México.
"Hay zonas rurales donde está todo en el suelo (..), hay destrucción de infraestructura.
Miles de chilenos han perdido no sólo a sus seres queridos sino sus casas y pertenencias", escribió Bachelet.
En Concepción, 500 km al sur y donde rige aún un toque de queda de 18 horas debido a los saqueos y el vandalismo de los primeros días, las personas siguieron montando guardia en las puertas de sus casas y haciendo fogatas.
Fuerzas militares mantienen un férreo resguardo de la ciudad y continúa el reparto de víveres, que se realiza de forma ordenada casa por casa mientras que en las zonas costeras, buzos tácticos y canes de rescate buscan los cadáveres que comenzó a expulsar el mar.
Concepción huele a quemado, mientras que en la costa el olor es a podrido.
En medio de esto los habitantes se acostumbraron a las réplicas.
"Tembló de noche pero a veces ya ni se sienten, después del terremoto tan fuerte que tuvimos", dice Gabriela, una señora mayor.
En Talca, entretanto, varias dependencias del gobierno regional se trasladaron al moderno Teatro Regional del Maule, y allí instalaron sus computadoras portátiles ayudados por un generador eléctrico.
"Estamos refugiados", resumía con lenguaje de guerra el funcionario Héctor Rodríguez.
Mientras se anuncia para el viernes la visita del secretario de la ONU Ban ki-Moon el Papa Benedicto XVI envió un mensaje al pueblo chileno declarándose "hondamente apenado por la dolorosa noticia" del terremoto del sábado y ofreciendo "sufragios por el eterno descanso de los fallecidos", en mensaje difundido este jueves por la Conferencia Episcopal.
AFP
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