Hall fue condenado por el secuestro y muerte de Amy Robinson, una mujer de 19 años que padecía del síndrome de Turner.
Las autoridades de Texas ejecutaron hoy con inyección letal a un hombre condenado por el secuestro y la muerte de una mujer con retraso mental en 1998.
Michael Wayne Hall, de 31 años, recibió la inyección letal menos de una hora después de que el Tribunal Supremo de Texas rechazara frenar su ejecución, informaron las autoridades de la cárcel estatal en Hunstville.
Hall fue condenado por el secuestro y muerte de Amy Robinson, una mujer de 19 años que padecía del síndrome de Turner, un trastorno que afecta únicamente a las mujeres y se caracteriza por baja estatura y falta de desarrollo sexual durante la pubertad.
La Fiscalía dijo durante el juicio que Robinson también tenía retraso mental y se confiaba de las personas.
El segundo implicado en su muerte, Robert Neville, fue ejecutado hace cinco años.
La defensa argumentó infructuosamente que Hall tenía incapacidad mental y por lo tanto no podía recibir la pena capital, porque un dictamen del Tribunal Supremo de EE.UU. prohíbe la ejecución para condenados que tienen un cociente intelectual inferior a 70.
Según el abogado Bryce Benjet, el retraso mental de Hall comenzó en la niñez de su cliente. Durante el proceso de apelaciones, tres expertos que habían examinado a Hall declararon que éste tenía discapacidad mental.
La defensa no logró persuadir al tribunal de que Hall sufría un gran retraso mental y que Neville fue el verdadero autor del crimen.
Hall tenía 18 años de edad cuando, según la Fiscalía, él y Neville, entonces de 23 años, decidieron secuestrar y matar a Robinson, que trabajaba en un supermercado en Arlington (Texas).
Ambos habían sido despedidos del mismo supermercado.
Según la Fiscalía, los dos acusados esperaron a Robinson a la salida del trabajo y la llevaron a un área remota del condado Tarrant.
Allí, Neville intentó infructuosamente atacarla con una ballesta y, posteriormente, ambos le dispararon con un fusil de calibre 22 y con un rifle de perdigones.
Ambos regresaron varios días después al lugar del crimen y le dispararon varias veces más.
Según las autoridades, ambos contaron a los periodistas cómo se burlaban de Robinson mientras la víctima suplicaba por su vida.
Neville llegó a decir, incluso, que ambos aspiraban a convertirse en asesinos en serie y atacar principalmente a minorías, y apostaron por ver quién de los dos mataba al mayor número de personas.
EFE
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