Un equipo de documentalistas de National Geographic ha encontrado lo que se cree que son los restos de Andrew Irvine, un alpinista británico desaparecido en 1924.
Un hallazgo sorprendente ha resonado en el mundo del montañismo: mientras grababan un documental para National Geographic, un equipo de documentalistas descubrió lo que se cree que son los restos de Andrew Comyn "Sandy" Irvine, un famoso alpinista británico que desapareció hace 100 años en el monte Everest.
La desaparición de Andrew Irvine
Irvine, quien contaba con solo 22 años al momento de su desaparición, se encontraba en una expedición junto a su compañero de escalada, George Mallory. Ambos fueron vistos por última vez el 8 de junio de 1924, cuando se dirigían hacia la cima del Everest, el pico más alto del mundo con 8 849 metros de altitud.
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Aunque el cuerpo de Mallory fue recuperado en 1999, el paradero de Irvine había permanecido como un enigma durante 100 años. Sin embargo, en septiembre de este año, el equipo dirigido por el fotógrafo y cineasta Jimmy Chin realizó un descubrimiento: encontraron una bota y un pie, con un calcetín con la inscripción 'AC IRVINE'.
¿Primeros en la cima del monte Everest?
Este descubrimiento no solo representa un hito debido a la desaparición de Irvine, sino que también ha reavivado uno de los más grandes misterios del alpinismo: si Irvine y Mallory lograron conquistar la cima de la montaña más alta del mundo en 1924, casi tres décadas antes del ascenso confirmado de Edmund Hillary y Tenzing Norgay en 1953.
El hallazgo también abre la posibilidad de que la cámara que se dice que Irvine llevaba consigo, potencialmente con imágenes de la cumbre, pueda ser hallada. Historiadores y entusiastas del montañismo han especulado durante años sobre el contenido de esa cámara, que podría proporcionar pruebas decisivas sobre la hazaña de Irvine y Mallory.
La reacción de la familia de Andrew Irvine
La sobrina nieta de Irvine, Julie Summers, expresó para BBC su profunda emoción al recibir la noticia: "Todos habíamos perdido la esperanza de encontrar algún rastro de él", comentó. La familia ha proporcionado muestras de ADN para ayudar a confirmar la identidad de los restos, aunque la etiqueta en el calcetín deja poco lugar a dudas.
Para la familia de Irvine, el descubrimiento no solo trae alivio, sino también una oportunidad para recordar al joven alpinista, que tenía solo 22 años cuando desapareció. "Quiero recordar a un hombre que tomó la vida y la vivió", dijo Summers, quien subrayó la importancia de mantener vivo el legado de Irvine y Mallory, independientemente de si lograron o no llegar a la cima.
Mientras el mundo del montañismo espera con ansias más información, este hallazgo significativo no solo resalta la historia de Irvine, sino también el espíritu de exploración y la búsqueda incansable de respuestas que han caracterizado al alpinismo durante más de un siglo.
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