La tragedia de Pike River se cobró la vida a 29 mineros que murieron por traumatismos, quemaduras o asfixia tras una explosión de gas metano que les dejó sepultados a 2,5 kilómetros de profundidad.
Un equipo de expertos inició este martes la operación para acceder a la mina de carbón Pike River, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, donde yacen los restos de 29 mineros desde el accidente del 19 de noviembre de 2010.
Técnicos de la Agencia de Recuperación Pike River derribaron el sello de hormigón del acceso al yacimiento y, en un acto simbólico, permitieron la entrada a los familiares, que reclamaban este operativo desde hace ocho años. "Los primeros pasos a través de las puertas de doble esclusa de aire serán privados para que las familias puedan ser testigos", dijo la agencia gubernamental en su cuenta de Twitter.
A continuación, un equipo de tres mineros experimentados traspasará la puerta y permanecerá un tiempo corto en la mina examinando el lugar, antes de que el equipo de rescate se adentre en el yacimiento. "Hoy derribarán la primera pared. El verdadero reingreso a la mina subterránea ocurrirá después de eso", dijo Bernie Monk, padre de uno de los mineros muertos, a Radio New Zealand, donde señaló que "pueden pasar un par de semanas antes de que puedan bajar al segundo sello".
Tragedia del 2010
La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, aclaró ayer que la entrada de hoy "es un momento simbólico" dado que "el reingreso a la mina subterránea va a tomar varias semanas y meses". La entrada a la mina que estaba inicialmente prevista en febrero, pospuesta varias veces por razones de seguridad, culminó un año de preparaciones por parte la Agencia de Recuperación Pike River, incluido el corte del sello de hormigón de 30 metros de grosor y la ventilación del acceso al túnel.
La tragedia de Pike River se cobró la vida a 29 mineros, 23 de ellos neozelandeses, tres británicos, dos australianos y un sudafricano, que tenían entre 17 y 62 años. Los mineros habrían muerto por traumatismos, quemaduras o asfixia tras una explosión de gas metano que les dejó sepultados a 2,5 kilómetros de profundidad dentro de una galería que carecía de un acceso alternativo.
Cinco días después fueron dados por muertos tras una segunda explosión en el yacimiento, situado en la localidad de Greymouth, en la Isla Sur, en lo que supuso el segundo mayor accidente minero de la historia de Nueva Zelanda.
(Con información de EFE)
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