En vísperas de su cumpleaños número 90, el Dalai Lama asegura que su fundación será la única autorizada para elegir a su sucesor, desatando tensiones con China, que reclama control sobre el proceso de reencarnación. La disputa pone en juego el futuro del budismo tibetano y la identidad cultural del Tíbet.
El 14° Dalai Lama, Tenzin Gyatso, ha reavivado hoy la controversia sobre su sucesión, durante una conferencia religiosa tibetana realizada en Dharamshala, India; donde afirmó que solo su fundación, el Gaden Phodrang Trust, tiene la autoridad para reconocer a su futura reencarnación.
Esta declaración intensifica el enfrentamiento con China, que insiste en que el proceso debe cumplir con sus leyes, así como con "rituales religiosos y convenciones históricas", aprobadas por Pekín.
Mientras el líder espiritual tibetano se prepara para celebrar sus 90 años el próximo 6 de julio, la pugna por controlar la sucesión del Dalai Lama pone en el centro del debate la autonomía del Tíbet y la libertad religiosa.
Para comprender mejor este conflicto entre China y el budismo tibetano, recordemos qué significa la reencarnación del Dalai Lama y por qué a Pekín le interesa la sucesión de este líder espiritual.
La reencarnación para el budismo tibetano y la anexión a China
En el budismo tibetano -una institución religiosa con 600 años de historia- se cree que los monjes iluminados, como el Dalai Lama, reencarnan para continuar su misión espiritual. El proceso de selección implica visiones místicas, pruebas secretas y la validación de altos lamas, tradicionalmente liderada por el Panchen Lama, el segundo en jerarquía espiritual después del Dalai.
Pekín, interesado en asentar su control político y cultural en esta región, defiende que sus medidas han impulsado el desarrollo económico en el Tíbet.
El Dalai Lama actual fue identificado a los dos años como la reencarnación de su predecesor, Thubten Gyatso, y se convirtió en el máximo líder espiritual a los 15 años.
Justo en ese año, 1950, China anexionó el Tíbet y desde entonces ha mantenido un control estricto sobre la región.
Tras la huida del Dalai Lama, en 1959, miles de tibetanos murieron en enfrentamientos con las tropas chinas, y más de 80 000 huyeron al exilio, según un informe de la BBC.
La creación de la Región Autónoma del Tíbet, en 1965, estuvo acompañada de la destrucción de monasterios y artefactos culturales, aunque Pekín permitió la práctica religiosa recién desde la década de 1980.
Sin embargo, las tensiones persisten. En 2008, protestas en Lhasa derivaron en violencia mortal, y Human Rights Watch reporta que, desde 2016, China ha intensificado la reubicación de aldeanos tibetanos, lo que críticos consideran una amenaza a la identidad cultural tibetana.
Pekín, interesado en asentar su control político y cultural en esta región, defiende que estas medidas han impulsado el desarrollo económico en el Tíbet.

¿Qué ha dicho el Dalai Lama sobre su sucesión?
El Dalai Lama, exiliado en India desde 1959 tras un fallido levantamiento contra el dominio chino, anunció que el Gaden Phodrang Trust, creado por él en 2015, será la única entidad encargada de identificar a su sucesor. “Nadie más tiene autoridad para interferir en este asunto”, ha dicho.
El líder espiritual también confirmó que la institución del Dalai Lama continuará tras su muerte, poniendo fin a especulaciones previas sobre la posibilidad de que él fuera el último líder espiritual de la religión budista tibetana.
Además, ha insinuado que su reencarnación podría nacer fuera de China, posiblemente en India, donde reside la diáspora tibetana de unas 140 000 personas. Incluso, ha sugerido que su sucesor podría ser un adulto o incluso una mujer, rompiendo con la tradición de elegir a un niño varón.
Esta flexibilidad buscaría proteger la legitimidad del proceso frente a las imposiciones de Pekín.
La respuesta de China
El gobierno chino reaccionó con rapidez y reafirmó que la reencarnación del Dalai Lama debe seguir el procedimiento del sorteo de la urna dorada y contar con la aprobación de Pekín.
El sistema de la urna dorada implica un sorteo, a través del cual se extraen nombres de un receptáculo de oro. Se trata de un procedimiento que se realizó por primera vez en 1792, pero que solo se usó para elegir tres reencarnaciones de las 14 aceptadas en la historia tibetana.
“La reencarnación del Dalai Lama debe respetar el procedimiento del sorteo de la urna dorada, con la aprobación del Gobierno central, y desarrollarse conforme a los rituales religiosos, las costumbres históricas y la legislación nacional vigente”, declaró Mao Ning, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, este miércoles en una rueda de prensa
China, que considera al Dalai Lama un separatista desde su huida en 1959, argumenta que el budismo tibetano es una religión con “características chinas” y que su regulación protege la libertad religiosa.
Según Li Decheng, subdirector del Centro de Investigación Tibetológica de China, citado por Xinhua, “nunca se ha dado un caso en el que la decisión fuese tomada únicamente por el individuo reencarnado”. Pekín insiste en que cualquier reencarnación que no siga sus protocolos carecerá de legitimidad.
El caso del Panchen Lama secuestrado
La disputa por la sucesión de un líder espiritual en el Tíbet no es nueva y tiene un precedente en el caso del Panchen Lama. En 1995, tras la muerte del décimo Panchen Lama, el Dalai Lama reconoció a Gedhun Choekyi Nima, un niño de seis años, como su reencarnación. Sin embargo, el niño y su familia desaparecieron bajo custodia china días después, en un caso que los tibetanos denuncian como secuestro.
China nombró a su propio candidato, que no es ampliamente aceptado por los budistas tibetanos.
Este episodio ha generado desde entonces temores entre los tibetanos sobre el destino de cualquier sucesor designado por el Dalai Lama.
Pekín, por su parte, sostiene que su Panchen Lama, quien se reunió con el presidente Xi Jinping en 2025, es la autoridad legítima.

Una conferencia tibetana en la India e implicaciones internacionales
La Conferencia Religiosa Tibetana, celebrada en Dharamshala, reunió a los principales lamas y líderes de las escuelas budistas tibetanas, quienes respaldaron unánimemente el plan del Dalai Lama.
“Condenamos enérgicamente el uso del tema de la reencarnación por parte de la República Popular China para su beneficio político, y nunca lo aceptaremos”, indica el comunicado de la conferencia.
Los líderes también expresaron su “gratitud infinita” al Dalai Lama por aceptar continuar con la institución, despejando dudas sobre su futuro.
Esta disputa trasciende el ámbito religioso y tiene implicaciones geopolíticas. India, que alberga al Dalai Lama y a más de 100 000 tibetanos exiliados, se encuentra en una posición delicada. Aunque reconoce al Tíbet como parte de China, Delhi ha defendido el derecho del Dalai Lama a realizar sus actividades espirituales. En marzo de 2025, 46 parlamentarios indios firmaron una declaración rechazando la interferencia china en la sucesión, según la BBC.
A nivel global, Estados Unidos aprobó en 2020 la Ley de Política y Apoyo al Tíbet, amenazando con sanciones a funcionarios chinos que interfieran en el proceso de reencarnación. Por su parte, la Unión Europea ha expresado apoyo a la libertad religiosa en el Tíbet, aunque sin una postura formal sobre la sucesión.