El Gobierno de Donald Trump ha hecho una inversión millonaria para que los tanques de guerra fabricados en la ciudad de Lima vuelvan a andar.
Al norte de Estados Unidos, en Ohio, se ubica una pequeña ciudad llamada Lima como la capital peruana. Los habitantes de esta localidad viven de la producción de tanques para armar a las tropas norteamericanas.
Según la BBC, la fábrica de tanques que funciona desde 1940 en el hemisferio occidental, ha sido el único proveedor del principal vehículo de guerra para Estados Unidos. En 1980, el complejo militar presentó su modelo M1 Abrams de casi 70 toneladas que fue usado en la Guerra Fría y generó toda una sensación a nivel mundial.
Por sus sofisticados blindajes, su sistema de almacenaje de municiones en compartimentos especiales pronto otros países como Egipto, Kuwait, Arabia Saudita y Australia solicitaron equipos similares para sus ejércitos.
Estuvo a punto de morir
En la Guerra del Golfo Pérsico (2 de agosto de 1990- 28 de febrero de 1991) denominada como la ‘la Madre de todas las Batallas’, cuando Estados Unidos se enfrentó a Irak, se usaron los tanques del Centro de Fabricación de Sistemas Conjuntos, como se conoce también y lo propio ocurrió en el 2003 con la Operación Libertad Iraquí.
Sin embargo a lo largo de los años, los pesados vehículos fueron objeto de severas críticas por expertos en asuntos bélicos, ya que no se había actualizado su tecnología y pasaron a ser considerados como obsoletos para las modernas guerras.
Suscitaron amenazas de cierre para la fábrica, entre ellas la de principios de 1990, por parte del secretario de Defensa, Dick Cheney, luego en el 2012 durante el Gobierno de Barack Obama cuando se anunció que ya habían demasiados vehículos blindados y se recortó el presupuesto para el sector de defensa. Esto trajo como consecuencia de que el número de empleados cayó de casi 4.000 a unos 300.
Renace con Trump
En enero de 2017 cuando Donald Trump tomó el poder de Estados Unidos, su administración pública invirtió en nuevos buques de guerra, aviones de combate y tanques. Con ello se consiguió que las maquinarias fueran desempolvadas y volvieran a andar otra vez.
"Más les vale quererme. Yo mantuve este lugar abierto", dijo el mandatario norteamericano al destacar los más de US$2.000 millones, que fueron autorizados entonces para fabricación de vehículos blindados, un presupuesto récord del Pentágono.
La fábrica de tanques en Lima ha vuelto a renacer con estas últimas medidas y por ello sus empleados ahora se han incrementado a 600 y esperan incluso llegar a los 1,000. Van a trabajar una versión mejorada de su modelo M1 Abrams pese a que sus críticos insisten en que su modernización será demasiado costosa.
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