Tras pasar seis semanas en cuarentena por coronavirus, los parisinos lucen relajados y preocupan a las autoridades. La escena, que se produjo este fin de semana, causó conmoción en redes sociales: decenas de personas aglomeradas bailando en una calle.
Después de seis semanas de cuarentena por el nuevo coronavirus, los parisinos están perdiendo la paciencia y salen cada vez más a las calles, un relajamiento que preocupa a las autoridades.
La escena, que se produjo este fin de semana, causó conmoción en las redes sociales: decenas de personas bailando en una calle del barrio de Montmartre bajo el ritmo de la famosa canción de Dalida "Laissez-moi danser" (Déjame bailar, en español).
Según una fuente policial, que llegó para despejar la multitud, los infractores se dispersaron de forma pacífica y no se impuso ninguna multa, pero aún así la escena, que se produjo en pleno confinamiento, se volvió viral.
Según Colombe Brossel, adjunta de la alcaldesa de París y encargada de la seguridad, de forma general los cerca de dos millones de parisinos "respetan las reglas en vigor". Pero si se quiere evitar una segunda ola de contagios hay que cumplir las reglas de confinamiento al pie de la letra hasta su levantamiento progresivo previsto el 11 de mayo.
En total, la policía ha realizado más de un millón de controles sólo en París desde que se impuso la cuarentena el 17 de marzo y ha emitido casi 70.000 multas de 135 euros, según cifras comunicadas el sábado.
"No es fácil"
Mickael, uno de los cientos de parisinos que salieron a pasear este fin de semana dijo a la AFP que "desde una perspectiva humana, no es fácil permanecer encerrado en una casa todo el día". "Los seres humanos no están diseñados para vivir así, aislados así", dijo.
Para un funcionario de la alcaldía de París, "el problema no son los salvoconductos" porque la gente que sale lleva este papel necesario para justificar toda salida. "Pero lo importante es hacer un poco de pedagogía, decir a la gente: 'sí, están en regla, pero quizás no es necesario que salgan'".
Con los parques y jardines cerrados, cada vez más parisinos están yendo a despejarse en dos enormes bosques contiguos a la capital, el de Boulogne (oeste) y Vincennes (este), que por razones materiales no pueden ser cerrados.
Emmanuel Latil, uno de las docenas de agentes de seguridad pública desplegados por todo París, pasó el fin de semana instando a la gente a regresar a sus casas. "Destrozaron las cintas de seguridad que prohibían el acceso", dijo.
AFP
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