La conjunción de la crisis económica, las migraciones, el descrédito de la política o la desconfianza en las instituciones han contribuido al resurgimiento de la derecha radical y populista en Europa.
Tras la irrupción este domingo de Vox en el Parlamento español, Portugal, Irlanda, Luxemburgo y Malta son los únicos cuatro países de la Unión Europea (UE) inmunes a la extrema derecha, que tiene ahora en su diana la Eurocámara, cuya renovación se decide en las elecciones europeas del 23 al 26 de mayo.
Con más del 99 % de los votos escrutados, Vox consigue 24 escaños en el Congreso de los Diputados, en virtud a los 2,5 millones de votos logrados, lo que supone el 10,24 % del electorado, y le consagra como la quinta fuerza política de la Cámara Baja.
Con Vox en el Parlamento español -uno de los países de mayor peso de la UE-, la heterogénea extrema derecha europea está ya presente en la casi totalidad de los veintisiete parlamentos nacionales del club comunitario.
La conjunción de la crisis económica, las migraciones, el descrédito de la política o la desconfianza en las instituciones han contribuido al resurgimiento de la derecha radical y populista, que ha prendido como la pólvora en el viejo continente, incluso en Alemania, que estuvo sin extrema derecha desde la II Guerra Mundial y que vio cómo en 2017 entraba en el Bundestag.
Además, ya sea en solitario o en coalición, la extrema derecha o la tradicional con derivas xenófobas y populistas ha logrado el asalto al poder en nueve países de la UE.
Gobierna en solitario en Polonia, Hungría y República Checa; y en coalición en Italia, Austria, Finlandia, Letonia, Eslovaquia y Bulgaria. En Dinamarca, el Partido Popular Danés da apoyo puntual al Gobierno del liberal Lars Rasmussen.
Sin olvidar que se fajó fuerte por el poder en otros países como Francia u Holanda, países de larga tradición europeísta.
Los rostros de la extrema derecha europea
Los partidos bajo la denominación de extrema derecha son muy heterogéneos, ya que incluye desde populistas, nacionalistas, ultraconservadores e incluso neonazis.
Entre sus grandes representantes está Marine Le Pen (Reeagrupación Nacional, RN), en Francia, quien se coló en la segunda vuelta de las últimas presidenciales, aunque sucumbió frente a Enmanuel Macron.
En Italia, Matteo Salvini, vicepresidente, ministro del Interior y líder de la Liga, lograba alcanzar el poder gracias a su alianza con el Movimiento 5 Estrellas; y desde esa plataforma y con un intenso dominio de las redes sociales se ha alzado como figura clave.
En Holanda, el jefe del Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders, que había prometido que sacaría a Holanda de la UE si gobernaba, logró 20 escaños en 2017, pese a que las expectativas de voto eran mucho mayores para su formación.
Otros referentes del nacionalismo de derechas
En Hungría, Viktor Orban, con su partido Fidesz, gobierna desde 2010. De su mano va Jobbik, un partido neofascista, de estética paramilitar y xenófono. Aunque pertenece a la familia del Partido Popular Europeo (PPE), Orban decidirá después de las elecciones de mayo si sigue en él o no, ya que ha recibido críticas por sus polémicas reformas en el sistema educativo y judicial, así como a las restricciones al trabajo de las ONG con los inmigrantes.
En Polonia, el partido de Jaroslaw Kaczynski, Ley y Justicia (PiS), gobierna en solitario desde 2015. Bruselas abrió a principios de este mes un expediente a las autoridades de Varsovia para proteger a los jueces del control político.
En Austria, el partido ultranacionalista y xenófobo de Heinz-Christian Strache, Partido de la Libertad (FPÖ), es la tercera fuerza, está en el gobierno con el Partido Popular austríaco (ÖVP) y dirige los Ministerios de Exteriores, Defensa e Interior.
En la República Checa, el millonario Andrej Babis, líder de la populista Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO), y sobre quien pesan sospechas de fraude con fondos comunitarios, gobierna en solitario con el apoyo de euroecepticos.
Próximo objetivo: asaltar juntos la Eurocámara
Hasta ahora considerados marginales, los partidos de extrema derecha tienen su mira puesta en las elecciones europeas de finales de mayo. El pasado jueves, partidos nacionalistas y xenófobos se reunieron en Praga para escenificar su alianza.
Encabezados por la francesa Marine Le Pen, el italiano Matteo Salvini y el holandés Geert Wilders, el grupo quiere propulsar la alianza Movimiento Europa de las Naciones y de las Libertades para convertirse en una de las principales fuerzas de la Eurocámara.
También estuvieron en Praga los líderes del partido racista belga Vlaams Belang y del búlgaro Volya. Y el anfitrión fue el checo Tomio Okamura, líder del partido Libertad y Democracia Directa (SPD), que aboga por la salida de la República Checa de la UE.
Esta alianza urdida por el ideólogo estadounidense Steve Bannon, el artífice del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, espera sumar en sus filas al húngaro Orban y al polaco Kaczynski, que ahora integran otros grupos políticos.
Unos días antes, a principios de abril, la AfD alemana, de Joerg Mauthen, y sus homólogos del Partido Popular de Dinamarca, Anders Vistisen, y del Partido de los Verdaderos Finlandeses, Olli Kotro, escenificaron su futura cooperación en Milán junto a Salvini para "cambiar Europa". Pese a estar invitado, Vox no asistió a la cita.
Según las proyecciones del Parlamento Europeo, basadas en encuestas nacionales, el movimiento Europa de las Naciones y de las Libertades (ENF) se situaría como cuarta fuerza en la Eurocámara tras populares y socialdemócratas que perderían la mayoría absoluta y necesitarían a los liberales para alcanzarla.
EFE
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