La candidata ultraderechista cuenta con el apoyo de un gran sector golpeado por la crisis económica y este domingo podría convertirse en la presidenta de Francia.
Nacida el 5 de agosto de 1968, en Neuilly-sur-Seine, Marine Le Pen, que tiene probabilidades de ser elegida el domingo 07 presidenta de Francia, comenzó pronto su militancia política, siempre a la sombra de su padre Jean-Marie Le Pen, el líder histórico del Frente Nacional (FN). A los 18 años se afilió a dicha organización política y, ayudada por su apellido, no tuvo problemas en escalar peldaños en su estructura interna.
Estudió Derecho en la Universidad Panthéon-Assas, conocida por su profesorado ultraderechista. En esa etapa también estableció lazos de amistad con los jefes del Grupo Unión Defensa (GUD), una organización juvenil neofascista conocida por su violencia.
Su irrupción en la política. Cuando en 2002 su padre accedió a la segunda vuelta, Francia descubrió en infinidad de intervenciones televisivas su verbo ágil y un carácter fuerte. Había nacido una estrella política. En 2011 se hizo con las riendas del Frente Nacional, al que al año siguiente dirigió en sus primeras presidenciales, donde con el 17.9% de los votos acabó tercera.
La estrategia que ha lanzado, que consiste en atacar la globalización y la desregulación de la economía, le ha permitido ganarse a las clases obreras y desfavorecidas que se consideran olvidadas por el sistema económico mundial.
Sus propuestas. En el aspecto de la migración, uno de los grandes problemas de Europa, Le Pen ha prometido endurecer las políticas que la regulan. Busca, por ejemplo, que los extranjeros vigilados por los servicios de inteligencia sean expulsados del país. Además, quiere que el proceso para que un foráneo se convierta en ciudadano francés sea mucho más estricto. La lideresa política ha planteado restaurar las fronteras del país mediante la retirada del Acuerdo de Schengen.
En 2015, la segunda economía más fuerte de la Unión Europea se vio sacudida por una serie de atentados terroristas. Por esta razón, en el tema de la seguridad, ha propuesto aumentar el gasto de defensa para la contratación de 15,000 nuevos agentes policiales.
En el campo económico, Le Pen ha prometido abandonar el euro y regresar al franco, con el fin de ayudar a que las exportaciones del país galo sean más competitivas. Ha dicho que gravará con un 3% todas las importaciones y primar a las empresas francesas en los contratos públicos. Además que convocará un referendo sobre la pertenencia de París a la Unión Europea (UE).
Para la candidata presidencial, el débil crecimiento económico se terminaría con la ruptura nacional con los grandes tratados comerciales internacionales (por ejemplo, el acuerdo entre la UE y Canadá) y las instituciones que los regulan. Y, finalmente, establecería un impuesto sobre la contratación de trabajadores extranjeros con el fin de asegurar la prioridad nacional de los franceses en el empleo.
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