Muchos países europeos están enfrentando desde hace unas semanas a una nueva aceleración de contagios de la COVID-19.
El verano llegó a Europa coincidiendo con un aumento de los casos de coronavirus, provocado por nuevas subvariantes de ómicron, lo que obliga a las autoridades a aumentar las precauciones.
Muchos países europeos están confrontados desde hace unas semanas a una nueva aceleración de las contaminaciones.
Portugal, el primer país afectado, llegó a cerca de 30 000 casos diarios a inicios de junio. La ola, después, comenzó a reducirse.
En el Reino Unido, las infecciones diarias están de nuevo en lo más alto desde el inicio de la pandemia. También afectada, Italia contabilizó 30 526 nuevos casos en 24 horas (de sábado a domingo), con un aumento de 63,4 % en siete días, según el último informe del ministerio de Salud.
Alemania experimenta la misma suerte y Francia tampoco se salva, con una circulación del SARS-CoV-2 acelerada desde hace unos diez días y un ritmo de contaminaciones de más de 44 000 casos (en promedio sobre siete días).
Nuevas subvariantes
El aumento de casos se explica por la conjunción de dos efectos, señala a AFP Mircea Sofonea, profesor de epidemiología en la universidad de Montpellier.
Por un lado, una "baja inmunitaria", o sea que "la protección otorgada por la infección o las dosis de la vacuna decrece con el tiempo".
Por otro lado, la llegada de nuevos linajes de Omicron, BA.4 y especialmente BA.5.
"BA.5, y en menor medida BA.4, están propagándose en Europa", agrega. "Datos epidemiológicos muestran que sería 10% más contagioso que BA.2, y es la razón por la que se vuelve predominante". (AFP)
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