La biblioteca lleva seis años organizando la recopilación, transcripción y traducción de miles de documentos de la Primera Guerra Mundial.
El sargento escocés George Cavan no pudo besar a su mujer y sus hijas antes de partir al frente de batalla en marzo de 1918. Lo que hizo fue despedirse con una nota guardada en una caja de cerillas. Es uno de los miles de recuerdos de la Primera Guerra Mundial que ahora expone la biblioteca digital Europeana.
A través de la colección Europeana 1914-1918, la biblioteca digital europea lleva seis años organizando la recopilación, transcripción y traducción de miles de documentos. Además de explicar el lado militar del conflicto, la biblioteca conmemora las historias de las familias rotas, de los soldados en el frente o de las infancias robadas por la guerra.
Importancia. "Creemos que la historia no está solo en los museos, sino también en las casas de la gente", explicó a Efe el coordinador sénior de proyectos de la biblioteca digital europea, Ad Pollé. Bajo esta premisa, el equipo de Europeana ha logrado reunir más de 700.000 piezas.
La caja de cerillas del sargento Cavan y la nota con la que se despidió de su mujer y sus tres hijas ("Querida esposa y niñas, me voy a Francia. Les quiere, papá"), aportadas al proyecto por una de las nietas del militar, es una de las historias que más marcó a Pollé tras seis años de proyecto.
"En el tren camino a Francia, se dio cuenta de que estaba pasando por su pueblo natal. Rápidamente garabateó una nota y la metió en una caja de cerillas. Cuando pasaron por la estación, el tren no paró pero él tiró la caja por la ventana y aterrizó en el andén. Alguien la recogió y se la llevó a su mujer", cuenta Pollé.
Memorias. Cavan murió en combate unos días después de llegar a Francia. La pequeña nota es uno de los pocos recuerdos que su familia guarda de él, junto a fotografías en blanco y negro y pequeños objetos también expuestos en la colección de Europeana.
La recopilación de postales, cartas, diarios y documentos fue solo el primer paso para asegurar el acceso universal a estos retazos de la historia de Europa. Los diferentes idiomas y la caligrafía de las notas eran el siguiente obstáculo que superar.
"Pensamos que si queríamos enseñar la importancia de estos documentos teníamos que transcribirlos. Se nos ocurrió una iniciativa de colaboración masiva, llamada 'Transcribatón', para pedirle a la audiencia que nos ayudara a hacer esos documentos aún más disponibles", explica Pollé.
Experiencia. Este proyecto, bautizado a partir de una mezcla de las palabras "transcribir" y "maratón", ha logrado reunir a miles de personas en decenas de eventos en ciudades de toda Europa. En el último "Transcribatón" celebrado en Berlín, participantes alemanes, austríacos, rumanos, franceses y holandeses transcribieron 250.000 caracteres de 407 piezas históricas en tan solo 28 horas.
Con la reciente celebración del 103 aniversario del comienzo del conflicto, Pollé hace hincapié en el valor de que los más pequeños participen en jornadas de transcripción. Este ejercicio les permite "sumergirse" en una guerra que, de otra forma, no sería más que un episodio en sus libros de historia.
"Puede que no sean documentos de sus propias familias, pero sus abuelos podrían haber vivido lo mismo y dejado los mismos tipos de diarios y cartas. Meterse en una historia, transcribirla y descifrarla les permite aprender mucho sobre la guerra", comenta. (Con información de EFE).
Comparte esta noticia