Las Islas Feroe llevan siglos practicando la caza de las ballenas piloto en los fiordos. Esta es una práctica indignante para las ONG de defensa de los animales, pero el gobierno la califica como "ecológica".
Las Islas Feroe, ubicadas entre Islandia y Noruega, llevan siglos practicando la caza de las ballenas piloto en los fiordos. Cada verano, los feroeses empujan a las ballenas piloto (o calderones) que pasan frente a sus costas hacia ensenadas donde las matan con armas blancas, tiñendo el agua de sangre, antes de distribuir la carne entre la población local.
Un video difundido por la ONG Sea Sheperd en las últimas semanas muestra la forma en que decenas de personas matan sin piedad a 180 ballenas.
A pesar de la polémica que genera la caza de ballenas, el llamado "grindadráp", el ministro Høgni Hoydal asegura que esta es necesaria para la economía y la vida de los feroeses, además la califica como "ecológica".
"Basamos toda nuestra existencia y también nuestro Estado de bienestar moderno y abierto al mundo en la explotación de los recursos marinos vivos", de los que la ballena piloto forma parte desde hace más de 1,000 años, explica.
"Sostenible y controlado"
Frente a las críticas de las ONGs defensoras de los animales, el ministro afirma que sus ciudadanos apenas cazan "cerca del 1% de la población total de las ballenas piloto en el Atlántico Norte", lo cual convierte, según él, el "grindadráp" en el "ejemplo de explotación de los recursos marinos más ecológico, más sostenible y más controlado" posible.
Para Hoydal, la caza de calderones tiene además consecuencias positivas para el medioambiente.
"Si no explotáramos los calderones, tendríamos que importar ganado, ternera, pollo que se producen, en mi opinión, en las peores condiciones para los animales, de una forma industrial que no es viable, que engendra la contaminación de nuestro medioambiente y lleva a la destrucción de casi todas las especies salvajes del mundo", argumenta.
Un problema para la salud
La práctica de matar a las ballenas piloto para consumir su carne no sólo es controvertida, sino que además puede tener consecuencias nefastas para la salud.
El director del departamento de medicina y salud pública del archipiélago, Pál Weihe, recomienda no comer carne de los calderones debido a su alto contenido en mercurio y contaminantes orgánicos persistentes, consecuencia de las actividades industriales.
Esas sustancias afectan negativamente el desarrollo intelectual y neurológico de los humanos y debilitan su sistema inmunitario.
Scrificio cultural
"Comer [carne de ballenas piloto] es tan problemático para la salud de los feroeses que les hemos pedido que hagan ese sacrificio cultural", dice Weihe a la AFP.
A pesar de ello, parece difícil que los habitantes del archipiélago abandonen una costumbre tan arraigada.
"Si Dinamarca o Gran Bretaña tuvieran que dejar de comer beicon en el desayuno, desaparecería una parte de su cultura. La carne de calderón forma realmente parte de nuestro estilo de vida, de nuestra identidad, de nuestra cultura", admite Weihe.
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