En Europa occidental, el 10% más rico gana de media siete veces más que el 50% más pobre de la población en términos de ingresos brutos.
Las desigualdades aumentaron en la Unión Europea (UE) en las últimas décadas, sobre todo en el antiguo bloque del Este, pero la brecha entre ricos y pobres sigue siendo menor que en otras regiones del mundo.
Disparidades ante las desigualdades
Bulgaria es el país con más desigualdades de la Unión Europea, según Eurostat.
La oficina europea de estadísticas mide, para cada país, el coeficiente de Gini, un índice que va de 0 a 100 y que evalúa las desigualdades de ingresos. Cuanto más alto es, mayores son las desigualdades.
En Bulgaria se sitúa en 40, muy por encima de la media europea (31). Los países bálticos (Lituania, Letonia, Estonia), los cuatro principales países del Sur (España, Portugal, Grecia, Italia), Rumania y Reino Unido completan el 'top 10'.
Alemania, Francia y Polonia son ligeramente menos desiguales que la media.
Eslovaquia, Eslovenia y República Checa son los más igualitarios, seguidos por los nórdicos (Suecia, Dinamarca, Finlandia), Bélgica, Holanda y Austria.
Deterioro desde hace 40 años
Entre 1980 y 2017, el ingreso medio del 1% más rico de la población en Europa creció "dos veces más deprisa" que el del 50% más pobre de la población, según un estudio del Laboratorio sobre las Desigualdades Mundiales (WIL) publicado en marzo. Un "aumento de las desigualdades" que se observa en la "casi totalidad de países europeos".
Según este organismo, a las políticas europeas "les cuesta promover un crecimiento más inclusivo" porque están "centradas en la reducción de las desigualdades entre Estados miembros", desatendiendo las "desigualdades en el interior de los países".
En el Este es donde las desigualdades aumentaron más, de media. Las diferencias de ingresos explotaron durante "la transición del socialismo al capitalismo" en los años 1990, ya que las privatizaciones beneficiaron a una "élite restringida", según el WIL.
Europa del Este, la región más igualitaria del continente en 1980, alcanza actualmente los mismos niveles de desigualdad que el Oeste y el Sur.
Los impuestos, una importante palanca
En Europa occidental, el 10% más rico gana de media siete veces más que el 50% más pobre de la población en términos de ingresos brutos. Pero una vez aplicados los impuestos, los ingresos son cinco veces mayores, lo que representa una reducción de 29%, según datos del WIL. La corrección es de 23% en el sur y el norte de Europa, pero solo de 15% en el este.
En efecto, en occidente las tasas impositivas suelen ser progresivas –superiores para los ingresos más altos–, mientras que numerosos países del este, como los bálticos, Bulgaria y Rumanía establecieron una tasa impositiva única.
Por otro lado, la "el aumento de la competencia fiscal entre Estados europeos [...] minó la progresividad de los impuestos", según el WIL.
Dentro de los países más igualitarios, las políticas fiscales de Dinamarca son "de las más progresivas del mundo", según un informe de Oxfam y Development Finance International (DFI) publicado a finales de 2018. Las dos oenegés colocan a este país a la cabeza de su clasificación mundial de los Estados comprometidos contra las desigualdades.
Europa, entre los buenos alumnos
A pesar de todo, Europa es uno de los continentes que "mejor resistió el aumento de las desigualdades de los ingresos", según el WIL. Por ejemplo, "aumentaron mucho menos que en Estados Unidos", "sobre todo gracias a sistemas educativos y sanitarios más igualitarios". Las prestaciones sociales también desempeñan un importante papel.
Desde 1980, los ingresos del 50% de las personas más modestas aumentaron un 37% en Europa, mientras que en Estados Unidos se estancaron. En el otro lado del espectro, los ingresos del 0,01% más rico aumentaron más de 300% en Estados Unidos, dos veces más que en Europa.
Esta diferencia también se percibe a través del coeficiente de Gini, que en Estados Unidos se sitúa en 39, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ocho puntos por encima de la media de la UE.
La mayoría de países no europeos de la OCDE tienen también un coeficiente al del Viejo Continente: 33 para Australia, 34 en Japón, 40 en Turquía, 46 en México y hasta 62 en Sudáfrica. Solo Canadá se sitúa al mismo nivel que los países europeos (31).
AFP
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