Mohamad Al Qeiq, periodista de 33 años, inició esta medida de fuerza por su detención administrativa (sin cargos ni juicio) por Israel.
El prisionero palestino Mohamad Al Qeiq, periodista de 33 años, está al borde de la muerte en un hospital israelí tras 86 días en huelga de hambre en protesta por su detención administrativa (sin cargos ni juicio) por Israel y se ha convertido en un símbolo para la sociedad palestina.
Muy delgado, con la barba desarreglada, sin fuerzas y entre constantes dolores y pérdidas de conciencia es la imagen de este que retransmiten de él los medios de comunicación palestinos día sí, día también, y que acompaña en fotos y pancartas las protestas diarias organizadas en diversas ciudades de Cisjordania para pedir una solución a su caso.
"Nuestra exigencia es que sea puesto en libertad y pueda elegir dónde o cómo quiere vivir", dijo a Efe su abogado Yawal Boulos, tras rechazar esta semana la oferta del Tribunal Supremo israelí de ser trasladado desde el hospital de Afula (Israel) a uno en Jerusalén Este en vez de a uno en Ramala, como reclama.
El reportero, corresponsal para un canal saudí, colaborador con medios del movimiento islamista Hamás, casado con una colega de profesión y padre de dos niños, fue arrestado de su casa de Dura (Ramala) en noviembre y puesto en detención administrativa, una figura legal que permite a Israel encarcelar a palestinos sin acusación por períodos de seis meses renovables indefinidamente.
Al Qeiq inició su huelga de hambre en rechazo a las condiciones de su detención que, según ha señalado su mujer, ha incluido episodios de malos tratos y se sustenta en acusaciones de incitación a la violencia y de supuesta pertenencia a Hamás, cargo por el que fue arrestado hace ocho años.
"La huelga de hambre es básicamente la única manera que tiene para protestar la ilegalidad de su detención y conseguir la libertad", opina Laith Abu Zeyad, abogado de la ONG de defensa de los presos palestinos Adamir (conciencia, en árabe).
Desde hace décadas, prisioneros palestinos han usado esta estrategia para denunciar las condiciones e ilegalidad de su arresto "porque la mayoría tienen muy poca confianza en la Justicia israelí".
Al Qeiq ha perdido más de 13 kilos, capacidad auditiva y de visión y su estado de salud se ha deteriorado enormemente, con altas posibilidades de sufrir daños irreversibles y al borde del colapso.
Sobrevive a base de agua y sales minerales en una de las huelgas de hambre más largas que se recuerdan en la región.
EFE
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