Tras varios meses con las actividades no esenciales restringidas para frenar los contagios, las autoridades de Rio de Janeiro iniciaron en junio un proceso gradual de reapertura. La música en vivo fue una de las últimas autorizadas a regresar, con la obligación de reducir a 50% el público y sin pista de baile.
Músicos tocando alrededor de una mesa, envueltos por una multitud apretada que comparte abrazos y cerveza al son de un ritmo contagioso: pocas cosas son más tradicionales en Rio de Janeiro que una rueda de samba.
Pero en tiempos de pandemia, quienes mantienen vivo este ritual histórico han tenido que adaptarse para poder reencontrarse con su público de forma segura y recuperar su fuente de ingresos.
"No tocamos más en ronda sino encima de un escenario frente a una platea", explica a la AFP Moacyr Luz, de 62 años, fundador del tradicional Samba del Trabajador, un jolgorio que desde hace 15 años anima las tardes de los lunes para un público de hasta 1 500 personas.
Para este compositor, uno de los pesos pesados del género en Brasil y cuyo último disco fue nominado a los Grammy Latino 2020, hacer samba sin aglomeración es como marcar un gol y no poder festejar.
Tras más de siete meses sin tocar para un público de carne y hueso -apenas hicieron shows por internet-, el grupo reanudó este mes sus conciertos presenciales en el club Renascença, un tradicional reducto cultural en la zona norte de Rio.
Pero las nuevas normas hacen que todo luzca diferente: donde antes había una muchedumbre caótica de pie ahora hay pequeños grupos distribuidos en mesas de plástico, con unos 300 lugares previamente comprados por internet, que se agotan rápidamente. Para circular por las instalaciones del club es obligatorio usar mascarilla y someterse a un test de temperatura al entrar.
Cuestión de "salud mental"
Tras varios meses con las actividades no esenciales restringidas para frenar los contagios, las autoridades de Rio iniciaron en junio un proceso gradual de reapertura. La música en vivo fue una de las últimas autorizadas a regresar, con la obligación de reducir a 50% el público y sin pista de baile.
Pese a la falta de calor humano, el público entona los versos de Moacyr Luz con energía, intercalando los tragos con croquetas de bacalao y otros bocadillos típicos. Para los cariocas, este conjunto de estímulos tiene un efecto terapéutico.
El estado de Rio de Janeiro (de unos 17 millones de habitantes) acumula más de 20 000 muertes por COVID-19, de las 157 000 registradas en Brasil desde el inicio de la pandemia.
AFP
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En este episodio de 'Espacio Vital', el doctor Elmer Huerta explica la función que cumple la mascarilla para evitar los contagios del nuevo coronavirus.
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