Es la primera vez en los nueve años que hay una caída tan catastrófica en las visitas.
El turismo en Jerusalén Este es víctima de la ola de violencia que sacude la región: las empedradas calles de la amurallada ciudad vieja están desiertas de turistas y los comerciantes esperan impotentes a las puertas de sus tiendas a compradores que no llegan.
Las calles de la ciudadela mantienen parte de su bullicio pero, entre los sonidos del caos y el desorden del colorido zoco imperan el hebreo y árabe, los idiomas de los residentes locales, que se entremezclan con las llamadas del muecín al rezo musulmán y las campanas de las iglesias.
El habitual soniquete de idiomas extranjeros está más ausente de lo normal esta temporada.
Los viajeros despistados que luchan por descifrar sus mapas o los grupos de turistas que se mueven al unísono no abundan estos días en los laberínticos callejones de la histórica ciudadela, santa para las tres principales religiones monoteístas.
"La situación aquí es muy, muy buena, pero no hay ningún turista", bromea con Efe Joe, responsable de un café en la puerta de Yafa donde, como en el resto de negocios, los clientes brillan por su ausencia.
Asegura que es la primera vez en los nueve años que lleva al frente de su negocio familiar que hay una caída tan catastrófica en las visitas. "Jerusalén está vacía", sentencia.
La Navidad, temporada alta en Tierra Santa, está a la vuelta de la equina, pero la ilusión de revivir la historia en tan señaladas fechas no es suficiente para animar a los potenciales turistas que han cancelado sus viajes a esta zona, sobre la que Estados Unidos elevó esta semana una advertencia de seguridad.
Este año, la zona vive desde octubre una oleada de violencia, con un rosario de ataques palestinos y enfrentamientos con las fuerzas israelíes, que algunos comparan con las intifadas y en el que han perdido la vida 126 palestinos, 18 israelíes y tres personas de otras nacionalidades. EFE
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