El COVID-19 ha oblgiado al presidente de Rusia, donde ya hay más de 600 casos de coronavirus, pospone las reformas que podrían mantenerlo en el poder por mucho años más.
Vladímir Putin aconsejó este miércoles a los rusos que se queden en casa -aunque sin ordenarlo--, decretó una semana de asueto y aplazó el voto de su reforma constitucional, todo con el objetivo de frenar la pandemia de coronavirus. En un discurso televisado, el jefe de Estado anunció una serie de medidas de apoyo al poder adquisitivo y a las empresas frente a la crisis económica provocada por la pandemia, pero también declaró una semana de asueto laboral a partir del lunes para frenar la propagación de la pandemia.
Los hospitales, farmacias, bancos, administraciones, tiendas de alimentos y los transportes seguirán funcionando. Vladimir Putin pidió "disciplina" a los rusos y les instó a quedarse en casa, aunque no lo ordenó, a pesar de que en el mundo hay 3.000 millones de personas instadas al confinamiento. "Lo que está pasando en numerosos países occidentales, tanto en Europa como en el extranjero, puede ser nuestro futuro inmediato", advirtió.
El presidente de Rusia anunció en otro momento el aplazamiento sin fecha del "voto popular", previsto el 22 de abril, sobre una reforma constitucional que le iba a dar la posibilidad de mantenerse en el poder hasta 2036. "Evaluaremos cómo avanza la situación (...) y luego decidiremos una nueva fecha", explicó. El martes, las autoridades rusas habían reconocido no tener una "imagen clara" del avance de la enfermedad en su territorio.
Economía bajo presión
Vladímir Putin subrayó que la economía rusa está "bajo fuerte presión" a causa de la pandemia y anunció una serie de medidas sociales y económicas. "Nuestra tarea más importante (...) es asegurarnos la estabilidad del mercado de trabajo y evitar que se dispare el desempleo", afirmó.
La economía rusa ya se ha visto muy afectada por la crisis mundial provocada por la pandemia, en particular a causa de la caída de los precios del petróleo la consecutiva caída del rublo. "El efecto [de las medidas] será el contrario de lo que es necesario", dijo el opositor Alexéi Navalni en Twitter y afirmó que la semana de paro será para los rusos unas "vacaciones" durante las que continuarán saliendo.
Sin "imagen clara"
El último discurso de este tipo de Vladímir Putin tuvo lugar en el verano de 2018 sobre una criticada reforma del sistema de pensiones que afectó a su popularidad. La alocución de este miércoles es la consecuencia de una reunión de varias horas el martes con responsables de la lucha contra el coronavirus. Tras esta, llevando un traje de protección, visitó el hospital Komunarka, el principal establecimiento médico que cura enfermos de COVID-19.
Hasta ahora, Vladímir Putin había dicho que la situación estaba "bajo control" en Rusia gracias a medidas como el cierre de su larga frontera con China. Sin embargo el número oficial de casos en Rusia sigue aumentando, aunque todavía es débil en relación a la situación en Europa occidental. El martes había 495 pacientes, pero este miércoles la cifra subió a 658.
Dos personas contaminadas murieron en Moscú, anunciaron las autoridades sanitarias, aunque no dieron las causas exactas del fallecimiento. El alcalde de la capital rusa, Serguéi Sobianin, responsable de una célula de crisis contra el coronavirus, admitió el martes que no tenía una "imagen clara" del alcance del contagio. El médico jefe del hospital Komunarka, Denis Protsenko, indicó por su parte a Vladímir Putin temer una "situación a la italiana" en Moscú. En Italia el coronavirus ya dejó más de 6.800 muertos.
(AFP)
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