El condenado, un expolicía de Siberia, llegó incluso a participar de las investigaciones de sus propios crímenes para desviar las sospechas.
Un expolicía ruso, que ya había sido condenado a cadena perpetua por el asesinato de 22 mujeres, fue hallado culpable este lunes de 56 asesinatos más, anunció la fiscalía.
Mijaíl Popkov fue condenado por segunda vez a una pena de cárcel perpetua.
El Tribunal regional de Irkutsk, en Siberia, dictaminó que Popkov era culpable del asesinato de 56 personas entre 1992 y 2007, anunció la oficina de la fiscalía en un comunicado.
Con un total de 78 asesinatos, Popkov se convierte en el mayor asesino serial de Rusia.
El expolicía tenía "una necesidad patológica de matar" gente, afirma el texto de la fiscalía. Popkov también fue hallado culpable de haber violado a 10 de sus víctimas.
Ya había sido condenado en 2015 por la violación y la muerte de 22 mujeres.
Tiempo después Popkov confesó otros 59 asesinatos, pero la policía no pudo probar la realidad de tres de esas muertes. Popkov invitaba a sus víctimas a pasear durante la noche, a veces en un patrullero de la policía, cerca de la ciudad de Angarsk.
El colmo del caso es que Mijaíl Popkov participó en algunas de las investigaciones de sus propios crímenes para desviar las sospechas, indicaron sus colegas.
El expolicía fue detenido en 2012 en Vladivostok después de una larga investigación y gracias a análisis de ADN.
En 1994, durante la Unión Soviética, un asesino serial, Andréi Chikatilo, fue ejecutado por haber asesinado a 53 adolescentes y niños. En 2007, Alexander Pichushkin, fue condenado a perpetuidad por el asesinato de 48 personas en Moscú.
Su modus operandi
Las víctimas del asesino en serie eran mujeres de entre 16 y 40 años y de distinta condición social.
Aunque al menos 9 mujeres fueron asesinadas con un hacha, Popkov llegó a utilizar todo tipo de objetos para quitarles la vida a sus víctimas, incluidos cuchillos, destornilladores, punzones, garrotes, bates de béisbol y tacos de billar, entre otros.
Precisamente el asesino en serie se valía de un vehículo para cometer sus crímenes.
Durante el primer juicio, Popkov explicó que recorría de noche las calles de la ciudad en un vehículo -muchas veces el de la policía-, ofrecía a mujeres que se encontraba por el camino llevarlas a casa y luego sólo "castigaba" a aquellas que aceptaban tomarse una copa con él.
Un perfil psicológico filtrado a la prensa mucho antes de que se encontrara al asesino acertó en muchos aspectos: la policía buscaba a un hombre de entre 30 y 35 años (en la época de los asesinatos), residente en Angarsk, que se llevaba a sus víctimas en un vehículo oficial y que podía trabajar en un cementerio. (AFP y Efe)
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