En su tercera visita al país, Roger Waters, la leyenda de Pink Floyd, ofreció un concierto histórico en el Estadio Nacional de Lima. Aquí puedes leer la crónica de cómo se desarrolló este espectáculo cargado de emociones.
El 29 de noviembre de 2023, el Estadio Nacional de Lima fue testigo de la magia y creatividad de Roger Waters. En su gira de despedida, 'This Is Not a Drill' (Esto no es un simulacro), el legendario integrante de Pink Floyd transportó a la audiencia a través de un viaje musical y visual pocas veces visto en el país.
El concierto no solo fue una experiencia auditiva, sino una inmersión total en el universo sonoro y visual del músico británico. Cada acorde resonaba como un eco del pasado, proveniente de aquellos discos floydianos que definieron un hito en el rock psicodélico y progresivo, sumado a su infaltable propuesta como solista.
El resultado, junto con su distintivo despliegue visual, juegos pirotécnicos, luces multicolores y efectos especiales, conformó un concierto histórico. A lo largo del espectáculo, se proyectaron textos e imágenes con la iconografía clásica de Pink Floyd, además de material relacionado con las guerras y derechos humanos.
Roger Waters recuerda a peruanos fallecidos en protestas
Dieron las 21:20 horas y en las cuatro pantallas que abarcaron todo el escenario se desplegó un mensaje invitando al público a apagar sus celulares; sin embargo, un desafiante segundo aviso provocó la reacción conjunta de los presentes: "Si eres de los que adoran Pink Floyd, pero repudian la política de Roger, harías bien en irte a la mierda e ir al bar en este instante".
El anuncio dio pie para que Waters inaugure la velada interpretando una versión oscura y triste de Comfortably Numb, mientras permanecía sentado en una silla, vestido como un médico frente a un muñeco en silla de ruedas, creando una escenografía impactante en sintonía con la icónica canción de The Wall.
Esta apacible obertura fue el inicio de todo el gran despliegue técnico y musical que vendría después. La banda completa, precedida por el sonido de un helicóptero, irrumpió con la interpretación de The Happiest Days Of Our Lives, pieza que se fusionó con las partes 2 y 3 de Another Brick In The Wall, aunque esta vez sin el coro infantil que Roger solía invitar a sus presentaciones anteriores.
El recinto desbordó de emociones con los temas más emblemáticos de The Wall, que coincidentemente cumple 44 años de lanzamiento este 30 de noviembre en Reino Unido. Sin embargo, era el momento de hacer una pausa en la discografía de Pink Floyd para dar paso a The Powers That Be, tema incluido en el segundo álbum solista de Roger, Radio K.A.O.S. El momento sirvió de excusa para mostrar su respaldo a Palestina frente al conflicto con Israel y alzar su voz por las muertes de ciudadanos peruanos durante las protestas ocurridas en Andahuaylas, en diciembre de 2022.
Roger Waters contra el gobierno de Estados Unidos y la sociedad de consumo
La noche continuó con The Bravery of Being Out of Range, otra canción destacada de la trayectoria en solitario de Roger Waters. El tema incorpora fragmentos del discurso de despedida de Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos. Waters decidió incluir este discurso en las pantallas del escenario para contextualizar su crítica al exmandatario, a quien señaló como un criminal de guerra, al igual que la mayoría de sus sucesores.
Retomando la discografía de Pink Floyd, el músico hizo un repaso de Wish You Were Here, joya discográfica lanzada en 1975, de la cual extrajo temas como Have a Cigar, Wish You Were Here y gran parte de la extensa obra maestra Shine On You Crazy Diamond, el espacio fue ideal para recordar a sus excompañeros de la agrupación británica, en especial a Syd Barrett.
Antes del entretiempo, Roger decide hacer un homenaje al novelista británico George Orwell, cuya obra literaria, Rebelión en la Granja, sirvió de inspiración para la creación del concepto de Animals, un disco que hace una crítica directa a la sociedad de consumo, donde la gente es simbolizada a través de diferentes animales de granja.
Sheep fue el tema elegido de este disco para la ocasión. El público desechó la recomendación de apagar los celulares al notar a Brian, una enorme oveja voladora que apareció detrás del escenario. Durante toda la canción, este zeppelin en forma de animal paso sobre las cabezas de la mayoría de los presentes hasta regresar al lugar de donde salió. El final llegó con otra ráfaga de fuegos artificiales para dar paso a la segunda parte del espectáculo.
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Tras un receso de casi 10 minutos, el sonido envolvente del Estadio Nacional repetía una voz que decía: "Hammer! Hammer!¨, en alusión a la icónica marcha de los martillos de The Wall, además del sonido de sirenas y helicópteros como efectos de fondo.
De pronto se apagaron las luces, Algie, el cerdo volador de Pink Floyd, apareció por encima del campo alumbrando la noche con luces rojas que salían de sus ojos. Fue entonces que arrancó In The Flesh, ahora con Waters sentado en una silla de ruedas. Minutos después, la algarabía volvió a desatarse con Run Like Hell, un clásico que llenó de fuerza y energía al público, incluso al propio cantante y bajista.
El nuevo tramo solista llegó con Dejá Vú, y enseguida, con Is This the Life we Really Want?, donde llenó las pantallas con anuncios de "Stop the genocide" (Alto el genocidio) y pedidos por los derechos palestinos, derechos yemeníes, derechos indígenas, derechos trans, derechos reproductivos y derechos humanos.
Roger Waters desvela el lado oscuro de la humanidad
Con Money, empezó el recorrido por The Dark Side of the Moon, donde se comprobó una vez más la atemporalidad y la belleza de las canciones de uno de los discos más importantes en la historia del rock y de la música en general. No faltaron versiones en vivo de Us And Them, Brain Damage y Eclipse, dejado nuevamente maravillado a todo el público que se dio cita en buena medida al Estadio Nacional, especialmente luego de ser testigos del esperado efecto de luces multicolores, que dirigidas de sur a norte, formaron el prisma que ilustra la tapa oscura del disco.
Para el cierre del concierto, casi rozando la medianoche, Roger Waters y su banda brindaron con mezcal, una bebida muy popular en México. "¡Salud!... gracias, gracias, gracias", exclamó el músico frente al reclamo de los asistentes, quienes pedían que lo hiciera con pisco. Sin atender el pedido de los presentes, el artista volvió a interpretar su tema The Bar, aunque esta vez con una dedicatoria familiar.
El final llegó con una versión melancólica de Outside The Wall, la cual concluyó en el backstage; una cámara siguió a todos los músicos mientras Waters, mostrándose feliz y enérgico, levanta los brazos en señal de despedida. Todo en el recinto se apaga, menos la esperanza y la ilusión de volver a verlo sobre el escenario.
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