El 1 de marzo de 1973, Pink Floyd lanzó el disco que es considerado una de las obras maestras de la historia musical. Daniel F., Wicho García, Tavo Castillo, Rafo Ráez y Mariana Quiroz comentan este emblema del rock progresivo.
El 27 de febrero de 1973, un reducido grupo de periodistas fue citado por EMI al Planetario de Londres a la que sería la presentación del octavo disco de la "banda número uno del rock espacial psicodélico", Pink Floyd.
Dado este rótulo para la banda, promovido por cuestiones de marketing por el sello, el lugar elegido para el lanzamiento del álbum no fue casualidad. Solo había un detalle: el grupo estaba decidido a boicotear el evento en rechazo a ese título y porque ni siquiera estaba lista la mezcla cuadrafónica que debía ser reproducida en el recinto.
El boicot consistía en burlar los deseos del sello de que estén presentes colocando imágenes de cartón de tamaño real de cada uno de los integrantes del grupo. El único que llegó al lugar fue el tecladista Richard Wright, quien no fue advertido a tiempo del plan de sus compañeros. Se retiró en cuanto empezó a sonar el álbum a través de los parlantes dispuestos en la sala.
Sin embargo, este primer contacto con el disco acabado de la banda, que ya había generado bastante expectativa con los adelantos estrenados en los conciertos previos, disparó los elogios de la prensa, que lo calificó inmediatamente como una "obra maestra". De ese modo, inició la leyenda de uno de los álbumes más aclamados de la historia musical que vio la luz dos días después, el 1 de marzo de hace 50 años: The Dark Side of The Moon.
Escuchar este disco es emprender un viaje por 10 pistas que, aunque lucen cohesionadas, conservan características que las individualizan en sus representaciones de diversos estados humanos, por decirlo de algún modo: la avaricia, el estrés, el envejecimiento, el miedo a la muerte, la presión por ganar dinero, el miedo a volar y, por supuesto, la locura como hilo conductor omnipresente.
Todo eso es lo que vivían y sentían los integrantes del grupo en ese momento, por lo que decidieron expresarlo de la forma más sincera posible en el álbum. Aunque Roger Waters le puso letra a las canciones, lo cierto es que, como pocas veces ocurrió en la historia de la banda, todos los miembros contribuyeron en su composición y producción.
Además, después del trabajo previo, Meddle (1971), el grupo había logrado tal grado de claridad artística que estaban seguros de lo que buscaban: no más de "ese rollo enrevesado de la psicodelia", como dijo David Gilmour en un documental del 2003, sino algo más directo a partir de una sola temática.
El álbum fue grabado en los estudios Abbey Road en dos sesiones: mayo de 1972 y enero de 1973, con un lapso intermedio que los miembros del grupo usaron para pasar tiempo con sus familias. Una de las piezas clave de estas sesiones fue la labor del joven ingeniero de sonido que les fue asignado: Alan Parsons, quien ya había trabajado con la banda en el Atom Heart Mother (1970).
Sin embargo, antes de las grabaciones, el grupo ya había interpretado varios de los temas en algunos conciertos. Algunos de ellos tuvieron lugar en febrero de 1972 en el Teatro Rainbow de Londres. Con ello, el grupo pudo cuajar mejor las ideas que tenían para el disco y pulir su futuro sonido.
Pero, ¿qué se puede decir de un álbum como The Dark Side of The Moon que no se haya dicho antes en medio siglo? RPP Noticias conversó con 5 músicos nacionales que compartieron sus impresiones personales sobre esta obra histórica del rock mundial.
Daniel F: "Una amalgama de belleza, luz y locura"
Mi hermano Ricardo fue el más impresionado con el “Dark Side of the Moon”. Lo escuchaba sin pausa, desde que se despertaba en la mañana, alargándolo durante toda la tarde y continuando por la noche y la madrugada entera. Él, como sabía mucho de diseño, le hizo una portada exclusiva, con un forro especial y muy fino, agregándole fotos al interior sacadas de la revista suiza “POP” (que acá muchos pensaban que era un magazín alemán).
Yo ya estaba enamorado de los Pink Floyd desde 1970, desde el “Atom Heart Mother” y el “Meddle” (que sigo pensando que son de los discos más perfectos de la historia). Pero yo no le podía decir eso a mi hermano. Lo queríamos demasiado como para contrariarlo con “semejante herejía”.
Pero, de todas formas, era claro que el “Dark Side of the Moon” era uno de los trabajos más fabulosos que el ser humano alguno haya podido concebir: el concepto, el sonido, las sutilezas, la sencillez de las estructuras, las armonías más hermosas… Toda una amalgama de belleza, luz y locura, una aleación emocional de la que esperamos no desprendernos jamás.
(Daniel F. es músico y escritor, con una carrera musical que data desde mediados de los 80 con Leusemia y continúa vigente también con una sólida faceta solista. La influencia de Pink Floyd en su obra, en discos como Yasijah y Hospicios, es evidente).
Wicho García: "Es el disco más sobrevalorado de la historia del rock"
Según yo, Pink Floyd solo hizo dos discos: el primero (The Piper at the Gates of Dawn) y el segundo (A Saucerful of Secrets), y también algunos singles previos reunidos en el "Relics" y luego de eso para de contar.
Esos dos primeros álbumes me abrieron el cerebro de una manera tan brutal a los 12 años que muchas de las cosas que hice en años posteriores e, incluso, las que se me podrían ocurrir ahora, provienen de esas fuentes; fueron músicas que me abrieron la puerta a otras más interesantes y creativas aún. En suma, fueron una iniciación muy importante para mí.
SIN EMBARGO, (así con mayúsculas), del resto de discos de Pink Floyd, incluido el Dark Side of The Moon, siempre consideré que eran, prácticamente, de otro grupo y, por lo general, muy, pero muy aburrido a mi entender.
Syd Barrett fue para mí el alma de esta banda y lo que hicieron juntos en esos dos primeros discos fue simplemente increíble. Pero luego sentí que se dedicaron a grabar interminables jamoneos que eran francamente muy aburridos hasta que, de pronto, sacaron el Dark Side of The Moon que, si bien es un disco de canciones muy bien hecho y con momentos notables, es también, a mi entender, el disco más sobrevalorado de la historia del rock.
Hay muchísimos discos de esos años que son infinitamente superiores en música, concepto, producción, interpretación e imaginación, pero aparentemente éste ha tenido todo el marketing para convertirse en un disco, supuestamente, muy influyente para mucha gente. Para mí, solo es un elefante blanco de la industria, un clásico más entre los clásicos y punto, y, en lo particular, no me ha influido en nada o, al menos, nada comparado con lo que me influyeron los dos primeros discos.
Quizás sea porque, en el año en que se editó, yo estaba ya embarcado en otros intereses sobre las decenas de grupos mucho más bacanes y creativos que se dieron durante los años 70 que, para mí, es la segunda década más productiva en la música de la segunda mitad del siglo pasado.
Así que, nada, no creo tener que decir mucho sobre un disco que ni tengo entre mis favoritos ni lo escucho hace varias décadas ya.
Tal vez diría solamente que toda la atención actual sobre el Dark Side of The Moon no es más que otra movida en el tablero financiero de la industria para vender el mismo viejo producto empaquetado, de una forma distinta, a los mismos incautos que se creen la historia de "la gran obra maestra" que la misma industria les cuenta y que, ávidos y gustosos, se la comen enterita con zapatos y todo.
¡Ah!, también podría decir que Roger Waters tiene efectivamente la razón: después de la salida de Barrett es el principal responsable de las composiciones más aburridas de la banda, las que, sin la intervención de David Gilmour - a quien sí respeto mucho como guitarrista, cantante y compositor - serían aún más aburridas (si algo así es posible).
Waters es uno de los músicos más aburridos del rock, a mi entender, y es quizás por eso que vendió y aún vende tanto. End of story.
(Wicho García es un compositor, productor y músico nacional cuya carrera inició en los 80 con Narcosis. También ha sido parte de la banda de Miki González, de La Banda Azul, y, desde los 90, es frontman de Mar de Copas)
Tavo Castillo: "Una joya musical por siempre"
El Dark Side of the Moon, para mí, marcó, primero, una etapa en el sonido con el aporte de Alan Parsons, un trabajo excepcional.
La composición y estructura, el orden de los temas, te llevan a un viaje musical que nunca olvidarás. La ejecución y la riqueza de las melodías es exquisita. Será una joya musical por siempre
(Tavo Castillo es músico de profesión y uno de los fundadores de la emblemática banda nacional "Frágil", orientada hacia el rock progresivo. En el 2005 lanzó su álbum solista "Ensueños" y es miembro del grupo "Actitud Modulada")
Rafo Raez: "Alan Parsons ha sido una figura fundamental"
El Dark Side of The Moon es el gran disco que hizo Pink Floyd con Alan Parsons.
Para mí, Alan Parsons ha sido una figura fundamental toda mi vida. La manera en la que organiza el sonido, no solamente de Pink Floyd, sino de cualquier banda que él agarra y el hecho de que él fuera músico invisible.
Fue el primer músico invisible del que yo supe y yo, muchos años, quise ser invisible por esta admiración a Alan Parsons, el gran productor y coautor junto con los otros cinco, porque también había una chica, la cantante (Clare Torry), que hicieron este maravilloso disco.
Dicen que tiene un solo autor, pero si uno comienza a ver pedacito por pedacito, te das cuenta de que tal cosa la puso ella, tal cosa la puso Alan Parsons. Es una obra maestra, sin lugar a dudas.
(Rafo Raez es un músico, compositor y productor nacional. Su carrera inició en los 80 con la banda "Se Busca" y luego fue parte de "Eutanasia". En 1996, inició su etapa solista con el álbum "Suicida de 16 y otras canciones". En los dosmiles forma Rafo Raez y Los Paranoias)
Mariana Quiroz: "Es siempre un viaje, no hay día que se sienta igual"
Es complicado poner en palabras un disco que, personalmente, me ha generado tantas emociones encontradas.
Yo tengo recuerdos de este disco desde muy chiquita, porque yo vivía con mi mamá y sus hermanos, y mi educación musical estuvo a cargo, básicamente, de mis tíos. En esa mezcla está el Dark Side of The Moon desde que yo tenía unos 4 años, yo tengo un recuerdo claro de la portada del disco en un póster del cuarto de mi tío (…) Me ponían a escuchar el disco y yo no entendía nada, estaba muy chiquita, pero tengo ese recuerdo. Ese lazo se generó con mis tíos y con el rock.
De grande, yo lo volví a visitar ya cuando estaba en la universidad, con una sensación de familiaridad, pero de recién entender qué estoy escuchando. Decía ‘wow, qué es esta pastrulada, con razón de chiquita me parecía tan extraño’. Pero se sentía, no como esa sensación de ‘esto está lejos de lo que escucho’, sino cómodo dentro de la locura musical que es.
Cuando yo estaba en tercer año de la universidad, mi maestra de canto de esa época, Pamela Llosa, que fue la corista de Big Pink también por muchísimos años, me invitó a participar del proyecto como corista y, dentro del trabajo, estaba siempre la posibilidad de ‘tienes que aprenderte el solo porque, si algún día yo no voy, lo tienes que hacer tú’. Y se generó una especie de mística alrededor de este solo (en la canción The Great Gig in the Sky) porque mi maestra lo cantaba y todo el mundo hablaba maravillas de su versión.
Ver el show completo era emocionante todo el tiempo y, ahora que lo he tocado y lo he visto muchas veces, siempre es emocionante. Entonces dije ‘tengo que volver a empaparme, tengo que realmente entrar de manera consciente a este disco'. Recuerdo haber visto los conciertos de Roger Waters, haber visto todas las versiones de la canción y sentirme enana, cada vez más chiquita. Yo decía ‘esta investigación no me está ayudando a sentirme cómoda’.
Antes de que Pamela se vaya lo hice un par de veces, con el corazón en la boca, extremadamente emocionada por el honor que suponía para mí hacerlo. Pero también sintiéndome muy pequeña frente al reto y fue recién hasta hace unos dos shows que yo he sentido que estaba lista. Después de unos 5 años de estar expuesta a la situación.
Tocar “Time”, que es el primer tema en que yo entro cuando estamos tocando este disco, es un disfrute, estar en el escenario tocando este disco siempre es un disfrute. Pero, cuando empieza “Breathe (reprise)”, es como “ya viene, ya viene” y la sensación que tengo es como de estar al borde del precipicio.
Es siempre el mismo recorrido emocional y todo depende de cómo ese día salgan las cosas; pero, después de esa canción, es que yo empiezo a disfrutar el disco (...) porque se siente cómodo volver a escucharlo, volver a tocarlo, volver a estar como dentro de esa atmósfera que me trae el disco a nivel emocional y mental. Siempre es un viaje, no hay día en que se sienta igual.
(Mariana Quiroz es cantante profesional, docente de música, coach vocal y parte de la banda tributo a Pink Floyd, Big Pink)
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