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Anemia y desnutrición: ¿Cómo afectan al desarrollo de niños y niñas?

En el 2018, el 43,5% de niñas y niños menores de 3 años tuvo anemia en el Perú, según el Ministerio de Salud.
En el 2018, el 43,5% de niñas y niños menores de 3 años tuvo anemia en el Perú, según el Ministerio de Salud. | Fuente: Shutterstock

Una mala alimentación y el poco cuidado desde el embarazo tienen como resultado que niños y niñas sufran de anemia y desnutrición en el Perú. Conoce sus consecuencias y cómo prevenirlas.

En el Perú, la anemia y la desnutrición crónica infantil son dos de los principales enemigos para un adecuado desarrollo infantil temprano. Solo en el 2018, el 43,5% de niñas y niños menores de 3 años tuvo anemia, según el Ministerio de Salud. Esta enfermedad es causada por la deficiencia de hierro en la sangre, un elemento que cumple un rol importante en el desarrollo del sistema nervioso, en el rendimiento físico y en el estado inmunológico.

En el caso de la desnutrición crónica, el año pasado afectó a poco más de 12% de las niñas y niños menores de cinco años de edad, según el INEI. Sin embargo, la población afectada por esta condición ha disminuido en 6,6 puntos porcentuales en siete años, siendo el Perú uno de los casos de éxito a nivel Sudamérica.

El Minsa hace énfasis en que el 80% del cerebro se desarrolla en los tres primeros años de vida, generando 700 conexiones neuronales por segundo; sin embargo, con problemas como la anemia y la desnutrición, las capacidades cerebrales de los niños y niñas no llegan a completarse.

Lo más alarmante es que tienen consecuencias irreversibles en el desarrollo. Los niños afectados no solo muestran problemas físicos y de crecimiento, sino que tienen menor capacidad de resolución de problemas, menor desarrollo motor y son más propensos a tener menor coeficiente intelectual. Además, presentan problemas de socialización y menores habilidades de lenguaje, lectura y matemáticas, lo que afecta su desempeño escolar y, a futuro, su inserción en el mercado laboral.

¿Cómo prevenirlas?

Lo primero es saber reconocer los signos. Si el niño o niña presenta cansancio y palidez, incremento de sueño, pérdida de apetito, irritabilidad y mareos, es probable que sufra de anemia, por lo que los padres y madres deben llevarlos al establecimiento de salud más cercano. Ahí, con otras pruebas que implican un tamizaje (prueba de sangre) y lectura de antecedentes, el médico determinará el diagnóstico final y el tratamiento a seguir según la condición y edad del paciente.

Para prevenir tanto la anemia como la desnutrición crónica infantil, el Minsa recomienda que las futuras mamás consuman tabletas de hierro con ácido fólico desde las 14 semanas de embarazo, sobre todo teniendo en cuenta que los hijos de madres anémicas tienen muchas más probabilidades de contraer la enfermedad.

Una vez que el niño nace, se debe iniciar la lactancia materna exclusiva desde la primera hora del nacimiento hasta los 6 meses de vida y también se recomienda el corte tardío del cordón umbilical para extender la transferencia de hierro hacia el bebé.

Otro punto importante tiene que ver con la alimentación. Es esencial que la dieta de nuestros hijos incluya alimentos de origen animal ricos en hierro, como el bazo, el hígado, las carnes rojas y la sangrecita; así como el consumo de frutas, verduras, huevos y lácteos. Es ideal que los niños y niñas lleguen a los dos años con 3 comidas principales y 2 entre comidas diarias.

Hay que tener en cuenta que, aunque la alimentación complementaria (alimentos en papillas) empieza a los 6 meses de edad, la lactancia materna debe prolongarse al menos hasta los 2 años de edad.

También es esencial tener en cuenta las reglas básicas de aseo como lavarse las manos antes y después de comer, así también como antes de dar de lactar a los bebés. Asimismo, ventilar los espacios, evitar el hacinamiento y mantener los alimentos debidamente conservados.

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