Por Sebastián Velásquez
Psicólogo clínico, escritor de psicología y neurociencia, y editor
Espero que mi testimonio sirva para transmitir calma y sosiego en esta época de incertidumbre e inquietud.
Soy psicólogo clínico y también siento las mismas emociones que están sintiendo ustedes. Estamos en cuarentena global y los días se hacen pesados para muchos de nosotros. Es una situación que no esperábamos y que debemos asumir con templanza y asertividad, o al menos eso se nos pide —aunque desde ya les digo que también está bien perder temporalmente el rumbo, asustarnos y sentirnos tristes para, luego, volver a nuestro cauce con más fuerza. Eso es natural—. La enfermedad del coronavirus parece haber llegado para quedarse y es algo con lo que estamos empezando a lidiar. Y no es necesario que seamos profesionales de Psicología para darnos cuenta de las consecuencias que conlleva esta particular coyuntura.
¿Qué es normal que sintamos?
Aunque muchos de nosotros nos encontramos estables, la cuarentena y la idea de ser atacados por este nuevo virus nos mantiene en una espiral de intensas emociones. Muchos de los síntomas que experimentamos son los mismos que siente una gran parte de la población mundial. De la misma forma que las demás personas, vivimos un constante vaivén de estrés, ansiedad, irritabilidad, ira e insomnio, síntomas característicos del trastorno de estrés postraumático, aquel mal que golpea a las personas que han sido víctimas de eventos de gran magnitud, como una catástrofe.
A estos síntomas, se le suma otro grupo propio de casos de gran impacto emocional: agotamiento, desapego, depresión, estado de ánimo bajo, pobre concentración e indecisión. Otras personas, además, ven empobrecido su desempeño laboral y sienten un menor deseo por trabajar o consideran renunciar. Parecen manifestaciones psicológicas que se observan en sujetos que han sufrido grandes traumas. Y el miedo al estigma también está presente: conozco a personas, potencialmente infectadas con coronavirus, que sienten temor por lo que los demás puedan hacer o decir si se enterasen.
Frente a este impacto psicológico, ¿qué podemos hacer?
Como psicológico clínico, mi primera medida fue buscar posibles soluciones a mi malestar emocional en páginas web de asociaciones de salud. Mi búsqueda inicial me llevó al sitio oficial de la Asociación Psicológica Americana, conocida mundialmente como APA. Les contaré cada tarea para que puedan llevarlas a cabo. Sinceramente, después de una semana de ponerlas en práctica, me siento mucho mejor: he recuperado mis viejos anhelos, soy capaz de dar amor y contención, puedo empatizar con los demás y, nuevamente, despierto con gran entusiasmo cada día. Esto no quiere decir que no vuelva a sentir ansiedad o tristeza; pero, ahora, estas emociones vienen con menos intensidad y logro aceptarlas como parte de este proceso.
Estas son las sugerencias de la Asociación Psicológica Americana1:
- Limitemos nuestro consumo de información únicamente a fuentes confiables y en pequeñas dosis: es importante que estemos informados, pero la exposición a información dudosa y por una gran cantidad de tiempo genera miedo y ansiedad. Frente a ello, podemos leer; aprender algo nuevo, como un idioma; escuchar música; mejorar nuestras habilidades en una materia específica; hacer deporte; practicar meditación mindfulness o yoga; entre otras actividades.
- Diseñemos y mantengamos una rutina: los seres humanos necesitamos un sentido de orden y propósito. Esto debe mantenerse aún en estas condiciones. Para ello, tratemos de incorporar actividades cotidianas, como el trabajo, el aprendizaje, los ejercicios y todo aquello que solíamos realizar en nuestra vida diaria (siempre y cuando sea saludable).
- Sigamos cerca a los demás virtualmente: sabemos que hemos tenido que limitar o eliminar momentáneamente nuestros encuentros presenciales, pero la tecnología actual nos brinda la oportunidad de conectarnos con nuestros seres queridos a partir de dispositivos como el teléfono, la computadora o el celular. Es importante, también, que seamos capaces de hablar de nuestras emociones con nuestros amigos y familiares.
- Pasemos tiempo con nuestras mascotas: aunque parezca extraño, nuestras mascotas nos pueden dar el apoyo que necesitamos. Pueden reducir el estrés y brindarnos una sensación de bienestar.
- Hagamos de nuestros hábitos saludables un estilo de vida: también, es necesario que nuestra calidad de sueño y de alimentación sea la adecuada. Si estamos en la capacidad de hacerlo, probemos con hacer ejercicio; en YouTube, se pueden encontrar diferentes rutinas de entrenamiento.
- Usemos estrategias psicológicas: examinemos nuestras preocupaciones, siempre intentando ser realistas con su magnitud. En este sentido, evitemos los pensamientos catastróficos, y “pensemos en lo que podemos hacer y aceptemos las cosas que no podemos cambiar”1. Para poder llevar a cabo esta sugerencia con éxito, las investigaciones en Psicología nos invitan a llevar un diario de gratitud. Incluso, podemos descargar aplicaciones o contratar cursos de mindfulness y relajación. No olvidemos que la respiración profunda, el pensamiento de imágenes positivas y la relajación muscular a través de la meditación también puede ayudarnos.
Yo empecé a realizar todos estos consejos y hoy vuelvo a sentirme bien conmigo mismo y con los demás.
Quedémonos en casa y pensemos en lo mucho que estamos haciendo por los demás al impedir que el virus continúe contagiando a los más vulnerables.
Referencias
(1) American Psychological Association. (2020). Keeping Your Distance to Stay Safe. Recuperado de https://www.apa.org/practice/programs/dmhi/research-information/social-distancing
Comparte esta noticia