Desde que llegó la COVID-19 al Perú, un gran grupo de profesionales de la salud expone sus vidas a diario para cuidar a los enfermos. Estos son sus testimonios.
Al 7 de febrero del 2021, el Colegio Médico del Perú (CMP) informó que un total de 294 médicos habían perdido la vida debido a la COVID-19. Además, a dicha fecha, más de 12 mil profesionales de la salud se encontraban infectados con el virus, 48 de ellos internados en las Unidades de Cuidados Intensivos en diversos hospitales del país.
Los galenos de las regiones de Lima, La Libertad, Arequipa, Lambayeque y Cusco han sido los más golpeados por el virus. En solo estas regiones, cerca de 6 000 médicos se contagiaron con la enfermedad, según el sitio web del CMP.
Los médicos y enfermeras que combaten día a día la COVID-19 no solo son un ejemplo de valentía, sino también un recordatorio a la población de que todavía existen personas que dedican largas horas de su vida a tratar a los pacientes internados por la enfermedad, unos que muchas veces no se recuperan y parten sin poder despedirse de sus familiares.
RPP Noticias conversó con cinco profesionales de la salud que combaten el virus en primera línea, quienes en varios casos han tenido que separarse de sus seres queridos para protegerlos de la COVID-19. Ellos, más que nadie, pueden hablar sobre lo que significa pelear contra un virus desconocido que todavía no nos da tregua.
Manuel Caycho Villacorta
El doctor Manuel Caycho Villacorta trabaja en primera línea combatiendo a la COVID-19 en el Hospital Sabogal. El médico no solo vio la enfermedad de cerca durante su día a día, sino que también la padeció: en la quincena de mayo del 2020 dio positivo al virus y, tras hacer un cuadro respiratorio leve durante los primeros días, su diagnóstico empeoró.
“Ver a mi madre y a mi abuela despedirme desde un balcón con la posibilidad de repente de que no las vuelva a ver fue chocante”, relata hoy recuperado. También recuerda el rápido avance de la primera ola, y cómo lo invadió un sentimiento de desesperación a medida que veía cómo las camas de cuidados intensivos se iban llenando. “Los pacientes iban falleciendo hagas lo que hagas”, cuenta a RPP Noticias.
Manuel veía cómo, a medida que los casos iban aumentando, cada vez había menos ventiladores en el hospital. Además, el techo de edad para acceder a un ventilador se fue reduciendo con el tiempo. Mientras que se empezó con 65 a 70 años, con el paso de los meses el tiempo bajó hasta 30. “Era muy triste. Nosotros hacíamos turnos de 24 horas y emocionalmente la 'chamba' era tan frustrante, te golpeaba tanto que, la mayoría, hacía el turno de 12 horas y pedía cambio. Terminabas deprimido cuando hacías coordinación COVID-19, porque veías que no podías hacer mucho más. Revisabas, paseabas, buscabas, pero te chocabas contra la realidad. No había ventiladores, no había cómo ayudar a la gente. Era frustrante”, relata.
Es por eso que pide a las personas informarse y no bajar la guardia frente a la COVID-19, ya que considera que el sistema de salud en el país tiene graves carencias que no se han logrado solucionar durante la pandemia.
“Reflexionen, vean, infórmense, los muertos están ahí, las cifras están ahí. Me gustaría que pudieran ver las imágenes que se ven adentro de los hospitales. Piensen en sus familias, en quienes están con ellos, que no esperen ser ellos los afectados para recién reaccionar. Ya está claro que hay reinfección y tenemos variantes. La vacuna no evita que te infectes, está para que tú no hagas infecciones severas, para que no te hospitalices, para que no te mueras”, comenta.
María Giraldo
“Lo primero fue la incertidumbre”, dice María Giraldo, técnica enfermera en EsSalud, quien viene combatiendo a la COVID-19 en la primera línea desde la llegada del virus al Perú, en marzo del 2020. Al principio, cuenta, fue difícil manejar su trabajo y, al mismo tiempo, cuidar de sus familiares, ya que quiso evitar a toda costa llevar el virus a su hogar. “Toda precaución era válida”, cuenta.
Cuando piensa en todos los pacientes que atendió, María recuerda a una pareja de esposos que llevaba más de 30 años de casados. Ambos habían contraído la COVID-19 y, por circunstancias ajenas a ellos, se encontraban en salas separadas.
“Cada día, el esposo enviaba un mensaje a través de nosotros para su esposa. Ella igual, hasta que no pudo resistir la enfermedad y falleció. No pudimos decirle nada a él hasta que salió de alta y fue su familia quien se encargó de darle la noticia”, cuenta.
Pasaron los meses y María empezó a sentirse impotente: a pesar de los cuidados por parte del personal médico, había personas que perdían la batalla contra la enfermedad.
“A pesar de los esfuerzos realizados, muchas de las personas que atendíamos día a día nos dejaban. Era verlos morir sin decirles la verdad, siempre dándoles esperanzas de que mejorarían”, relata a RPP Noticias, y agrega que lo más difícil es dejar este mundo sin poder despedirse de quienes uno más ama. Al estar aislados de sus familias, las enfermeras y médicos se convierten en el vínculo más cercano del enfermo.
Johan Aguilar
Para Johan Aguilar, médico ginecólogo obstetra del Hospital Regional de Pucallpa, una de las principales dificultades que tuvo que experimentar al inicio de la pandemia fue la escasez de equipos de bioseguridad adecuados para protegerse del virus. Debido a que el hospital en el que trabaja se encuentra actualmente en construcción, los ambientes para tratar a pacientes COVID-19 son reducidos y con poca ventilación.
A esto se añadió la falta de oxígeno medicinal a medida que el tiempo iba pasando. No tener los insumos necesarios para enfrentar la enfermedad se sumó un conjunto de problemas que tanto él como sus colegas tuvieron que enfrentar.
La pandemia de la COVID-19 ha hecho que valore más su propia vida y la de sus familiares, ya que tuvo que pasar mucho tiempo alejado de ellos para protegerlos. “Quién iba a pensar que viviríamos el día a día utilizando una mascarilla o tener que alejarnos del hogar. Yo los primeros meses tuve que alquilar un cuarto en una casa aledaña a donde vivo, he estado por muchos meses sin abrazar a mis hijas y sin besarlas, por el temor a contagiarlas”, revela.
Aguilar indica que medicamentos como la hidroxicloroquina e ivermectina “no tienen mayor repercusión en los casos”, por lo que lamenta que ciertos gobiernos regionales hayan “derrochado dinero” en la compra de los mismos. Para el médico, la luz al final del túnel es la vacuna contra la COVID-19, por lo que insta a las personas a tener confianza en los procesos de vacunación.
Cinthya Huby Muñoz
Cinthya Huby es médico pediatra en el Instituto Nacional de Salud del Niño de Breña, y coordinadora del área de contingencia COVID-19 de dicha institución. Como médica de los más pequeños, experimentó durante la pandemia experiencias muy difíciles, no solo porque trabaja con niños, sino porque debía lidiar a diario con sus familias.
Informar a una madre que su pequeño se encuentra grave de salud no es nada fácil. “Decirle a una madre que su hijo tendrá que entrar a ventilación mecánica para ayudarlo a respirar es muy duro”, cuenta a RPP Noticias.
Enfrentar a un virus desconocido con un sistema de salud que posee graves falencias significó un reto para Cinthya, sin embargo, conforme pasaban los meses el miedo no se iba: la posibilidad de enfermarse y contagiar a sus seres queridos la asustaba, pero tomó el valor que tenía consigo para no rendirse.
“La pandemia me hizo descubrir que puedo ser más valiente y decidida de lo que creía. La lección aprendida más importante es valorar la vida y la familia. Si estas inconforme con algo, preguntarte que puedes hacer para cambiarlo y no sólo esperar que suceda”, dice.
Edwin Herrera
“Es complicado hablar de emociones; sin embargo, quizá la sensación continua que hemos tenido es la de la zozobra ante las carencias de recursos suficientes, a la falta de cooperación con los equipos de salud y el desorden en el cumplimiento de las medidas de prevención de la diseminación del virus en la comunidad. Ante estas circunstancias, no se podía esperar más que la epidemia sea larga, el trabajo arduo y las frustraciones muchas”, relata el médico neumólogo Edwin Herrera a RPP Noticias.
Ante estas circunstancias, Herrera asegura que no pensaba enfrentarse a tanta “negación” por parte de la población, ante hechos objetivos y científicos sobre la COVID-19. Además, el médico indica que la burocracia a la que tuvo que enfrentarse le dificultó el poder garantizar una atención oportuna a las personas infectadas.
Enfrentarse a una enfermedad desconocida hizo que revise a diario los principios de bioética para el manejo de personas enfermas con el virus. Lo importante, afirma, es darle siempre dignidad a quienes no muestran mejoría, para que no partan solos y lejos de sus familias.
“La pandemia nos ha arrebatado a todos la posibilidad de una transición humana y digna hacia la salud o la muerte”, dice a RPP Noticias. Agrega que es fácil creer que la enfermedad no te puede alcanzar, sin embargo, la posibilidad del contagio puede estar más cerca de lo que uno imagina.
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