Durante la pandemia, son las mujeres quienes además de sus jornadas laborales, han adoptado las responsabilidades domésticas y de cuidado. Las especialistas señalan que para alcanzar la igualdad es indispensable que los hombres también se hagan responsables del trabajo doméstico y que desde el Estado se formule un Sistema Nacional de Cuidados.
Las mujeres afrontan de forma desproporcionada los efectos de la pandemia de la COVID-19. No solo fueron golpeadas económicamente por la crisis, sino también asumieron el reto de balancear lo laboral con los cuidados en su hogar. Lamentablemente, la sociedad peruana ha asignado a las mujeres la responsabilidad del trabajo doméstico no remunerado. Esta situación se ha exacerbado durante la pandemia.
Lucia Titto (27) es una trabajadora del campo que vive en Quispicanchi, en Cusco. Lizeth Ramírez (31) vive en Huacho y trabaja en una empresa pecuaria. Ambas son madres de niños muy pequeños y distribuyen su tiempo entre el trabajo y el cuidado de su familia.
Lucia y Lizeth inician su día muy temprano: a las 5:00 a.m. La pandemia de la COVID-19 las afectó gravemente, debido a que el servicio presencial de Cuna Más, donde dejaban a sus bebés, fue suspendido. Ante la declaratoria del Estado de Emergencia, el programa adecuó sus servicios al contexto no presencial, implementando el monitoreo y vigilancia del desarrollo infantil mediante llamadas, la entrega mensual de canastas con alimentos no perecibles y kits de higiene. Un estudio sobre el impacto del programa Cuna Más en la economía de cuidado, el mercado laboral y la igualdad de género mostró que el programa incrementó en 14% la probabilidad de que las mujeres usuarias estuvieran ocupadas en el mercado trabajo.
Ante la suspensión de la cuna, Lucia optó por llevar a sus hijos pequeños consigo al campo, mientras que Lizeth recurrió al apoyo de su madre.
“A mi hijita le enviaba a la cuna, ahora no puedo enviarla. Eso nos ha afectado bastante”, reconoce Lucia, quien lleva a sus dos hijos, un niño de 8 años y su bebé de 33 meses, a la chacra donde cultiva papa, maíz, liza y habas. Ella se queda trabajando la tierra hasta las 4:00 p.m.
Lizeth regresa a su casa al promediar las 5 de la tarde donde su trabajo no para. “Cuando llego, estoy alistando a mis hijos para bañarlos, limpiar el cuarto y luego me pongo a lavar ropa”, detalla.
Una tarea adicional que han asumido las mujeres que son madres es asistir a los niños con la educación remota debido a la pandemia de la COVID-19. En el caso de Lucia, ella ha acompañado a su hijo de 8 años con las clases de Aprendo en Casa por la radio. “Su profesora también nos ha apoyado con llamadas telefónicas y por mensajes nos ha enviado la tarea”, cuenta.
En julio del año pasado, el Ministerio de Educación identificó que en un 63,7% eran las madres quienes acompañaban al niño frente al televisor durante las emisiones de Aprendo en Casa. Las transmisiones a través de radio o internet también eran similares: la mayoría de veces era la madre la que guiaba al niño.
Lizeth dice que ahora debe pensar en darse un nuevo espacio luego de trabajar para acompañar a la mayor de sus tres hijos con las clases virtuales de su nido que ya inició. “Las clases las graban, así que cuando llego me dedicó a mi hija, mientras que mi pareja o mi mamá están con las mellizas, para que no tenga bulla y pueda avanzar con sus tareas”, comenta.
Desigualdad
Natalia Manso, especialista en género y docente de la Universidad del Pacífico, indicó que existe un impacto del trabajo no remunerado en la inactividad laboral de las mujeres. “Ha aumentado la carga de horas de trabajo no remunerado de mujeres que tienen menos disponibilidad para dedicarse a su trabajo. El día tiene 24 horas para todos y todas. Si a nosotras nos aumenta esa carga no pagada de trabajo, no tenemos la misma disponibilidad para conseguir un trabajo por el que sí nos remuneren”, dijo para este informe.
“Históricamente el cuidado del hogar ha estado en manos de las mujeres, pero el hecho de que no haya colegio ha caído más sobre las mujeres. Ese tiempo de colegio, las mujeres lo teníamos para trabajar o para estudiar o para cuidarnos o para tener un mínimo tiempo de ocio, que es parte que ayuda a tener salud mental. En ese sentido, nos estamos llevando la peor parte”, añadió.
Eliana Revollar, adjunta para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo, explica que la asignación de las labores domésticas a la mujer tiene su base en la desigualdad y la discriminación estructural de la que somos víctimas las mujeres.
“Estamos en una sociedad construida bajo parámetros o cánones que son masculinos, entonces bajo estos cánones la mujer es la encargada del espacio privado. Ese espacio privado es el espacio doméstico y el hombre, espacio público. Cuando la mujer emerge en el espacio público, ya sea en lo laboral, académico o de cualquier naturaleza, la labor privada se le sigue asignando como una responsabilidad exclusiva. Entonces romper con esos estereotipos pasa por educarnos en igualdad y asumir que hay una corresponsabilidad en las labores del hogar”, señala.
Manso concuerda en que las mujeres no podremos llegar a la igualdad si no hay un reparto balanceado de las tareas de cuidado en el hogar. “Es evidente que mientras no haya reparto más balanceado de todas las horas que dedicamos al hogar no vamos a poder llegar a la igualdad. Por eso es importante que, en la conversación sobre equidad de género, igualdad de oportunidades, estén los hombres presentes, porque mientras no estén involucrados para descargar una parte del trabajo doméstico, nosotras por más que queramos estudiar, capacitarnos, trabajar, formarnos, no vamos a tener el tiempo físico de poder competir en el mercado laboral en igualdad de oportunidades”, indicó.
Uso de tiempo y políticas públicas
La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), realizada en el 2010, mostró que las mujeres dedican 39 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidado, mientras que los hombres solo en promedio 15 horas.
“Si a eso le sumamos el aumento de la carga de vida que el colegio no está cubriendo las horas y apoyo necesario a los niños y esas horas de supervisión, de hacer tareas adicionales, está cayendo sobre mujeres, evidentemente estamos retrocediendo en cuanto a tiempo libre”, dijo Manso sobre el recrudecimiento de esta situación por la pandemia.
Ya pasó una década desde la publicación de la encuesta y desde la Defensoría del Pueblo han solicitado que se apliqué un nuevo cuestionario. “Desde el 2019, vamos insistiendo en que el INEI haga una nueva encuesta. Tenemos la hipótesis que una nueva encuesta puede probar que esa cifra cómo la mujer invierte muchas más horas de trabajo de tiempo en trabajo doméstico no remunerado que los hombres debe ser ya de una tasa mayor. Una nueva encuesta podría apuntalar políticas públicas para resolver ese problema. La encuesta da cuenta de cómo una mujer tiene pobreza de tiempo, porque ella es la última que piensa en ella, tiene que cargarse en el cuidado de todos en la familia, por mascota, familiares, vecinos”, indicó Revollar.
Por su parte, Manso sostiene que el Estado tiene un tema pendiente que es la creación de Sistema Nacional de Cuidado. “Proveer una red de cuidado desde el nido, guarderías y educación en los primeros años de vida a nivel nacional, que sea una red de calidad. Lo ideal es que sea gratuita. Si no lo es, que se pudiera hacer a través de un esquema subvencionado por el que el Estado pudiera apoyar para obtener un precio social por el que puedas dejar a tu hijo en un lugar donde lo cuiden y te puedas ir tranquila a trabajar, porque sabes que el niño está en manos de profesionales”, sostuvo.
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