Ha hecho bien la canciller al denunciar que “algunos gobiernos" no hayan acompañado al Perú "en este difícil trance institucional y, más bien, hayan priorizado la afinidad ideológica al apoyo inequívoco al Estado de derecho y a la sucesión constitucional”.
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La crisis que estamos viviendo será resuelta entre peruanos. El hecho de que compatriotas de otras regiones se hayan desplazado a Lima para manifestar en la capital es la prueba de la solidez de nuestra identidad nacional. Han venido a su capital para, por equivocadas que puedan ser, plantear sus reivindicaciones. Podemos discrepar sobre el tipo de organización política y de régimen económico que nos parecen más adecuados, pero no sobre los límites de nuestro territorio, ni sobre nuestra inserción en una historia común, que como en todos los países del mundo tiene momentos gloriosos pero también páginas negras. Por eso rechazamos la injerencia de potencias extranjeras en nuestros asuntos internos, sobre todo cuando la injerencia es practicada por dirigentes que tienen ellos mismos muchos desafíos de qué ocuparse en sus propios países: racismo, discriminación, corrupción, violencia, arbitrariedad del Estado. Y peor aún, si distorsionan la verdad de los hechos. Como es el caso de Andrés Manuel López Obrador y Gustavo Petro, quienes niegan que Pedro Castillo haya intentado sin éxito un golpe de Estado para acaparar todos los poderes. Por eso ha hecho bien la ministra de Relaciones Exteriores al denunciar que “algunos gobiernos, de países particularmente cercanos, no hayan acompañado al Perú en este difícil trance institucional y, más bien, hayan priorizado la afinidad ideológica al apoyo inequívoco al Estado de derecho y a la sucesión constitucional”. Ana Cecilia Gervasi se refería sin duda a Chile, cuyo presidente pidió un “cambio de rumbo” en el Perú, “ante la violencia inaceptable del último mes”. Si de verdad tuviera motivaciones idealistas, el joven presidente chileno Gabriel Boric debió evitar que se añadan viejas querellas a las turbulencias actuales de nuestro país. Y nosotros haríamos bien en recordar el aforismo del general De Gaulle: “Los países no tienen amigos. Tienen intereses”.
Las cosas como son
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