¿Tu hijo repitió de año? Detrás de las calificaciones hay un mundo de emociones y desafíos que afectan a toda la familia. Conoce cómo transformar esta experiencia en una oportunidad de crecimiento y fortalecer los vínculos familiares.
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Cuando el fracaso escolar golpea el hogar: ¿cómo afrontarlo juntos?
Cuando un hijo repite el año escolar, el impacto no solo afecta al estudiante, sino también a los padres. Para algunos, esto puede sentirse como un fracaso compartido; otros, en cambio, tienden a buscar culpables, ya sea en el hijo o en la institución educativa. Sin embargo, ¿cómo abordar esta situación de manera constructiva?
El psicólogo Javier Echevarría recalca que repetir el año es una consecuencia en sí misma, no un castigo. En este contexto, -explica- aplicar medidas disciplinarias adicionales podría ser contraproducente, especialmente si no se entienden las causas subyacentes. "No se trata de discutir ni gritar, sino de indagar qué pasó realmente,” recomienda Echevarría.
¿Castigar o no castigar?
Según el especialista, la experiencia de repetir el año, sumada a la posibilidad de asistir a clases en verano, es una consecuencia suficientemente difícil. Además, imponer castigos adicionales como privaciones severas o recriminaciones constantes solo agrava la situación, afectando la autoestima y la relación padre-hijo.
La clave está en transformar el momento en una oportunidad de aprendizaje. El castigo no construye soluciones; lo que se necesita es comprensión y acción.
Identificar las causas reales
"El gran problema es que bajo la palabra 'vagancia' se esconden un montón de características que no se quieren ver", explica Echevarría. Atribuir el bajo rendimiento a la "flojera" puede ser una visión simplista que ignore problemas subyacentes como: falta de hábitos de estudio, desmotivación, depresión latente o déficit de atención.
En este sentido, es fundamental que los padres analicen el entorno y las rutinas de sus hijos. La falta de interés en el aula podría estar relacionada con métodos de enseñanza que no se adaptan a las necesidades actuales de los estudiantes. “El esquema de estar sentado, escuchando a un profesor y escribiendo ya no funciona para muchos”, explica.
Aunque la mayor responsabilidad recae sobre el estudiante, señala que los padres también deben asumir su parte. “Muchos padres, menos presentes en casa, esperan que las escuelas logren lo que ellos no han podido hacer en el hogar,” comenta. Es vital que las familias reflexionen sobre cómo su participación ha influido en el desempeño del hijo.
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Más allá de la vagancia: Las raíces ocultas del bajo rendimiento
Pasos prácticos para avanzar
Una vez identificadas las causas, es momento de actuar. Esto puede incluir:
- Evaluar la situación: identificar qué factores contribuyeron al bajo rendimiento.
- Buscar apoyo: considerar la ayuda de tutores, psicólogos o programas especializados.
- Establecer nuevos hábitos: crear un horario de estudio realista y supervisado.
- Fomentar la motivación: encontrar actividades o metas que interesen al niño.
- Mantener el diálogo: crear un espacio seguro para expresar sentimientos y preocupaciones.
Repetir el año no es el fin del mundo, sino una oportunidad para reflexionar, corregir y crecer. Como padres, acompañar este proceso con empatía puede marcar una gran diferencia en el futuro académico y emocional de los hijos. Frente a esta situación, el mejor camino no es el castigo, sino el entendimiento y el compromiso de mejorar.
Finalmente, Echevarría menciona que en lugar de centrarse en culpas o sanciones, los padres deben enfocarse en entender, apoyar y acompañar a sus hijos en este proceso. Al final, lo más importante es fortalecer la relación familiar y garantizar que el estudiante reciba las herramientas necesarias para superar este obstáculo.
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