En eso estamos unidos, pese a lo mucho que nos divide y nos enfrenta. Ojalá que el fútbol sea escuela de juego limpio y en equipo, que nos enseñe a respetar un objetivo común y un plan de trabajo.
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¿Y si el fútbol hubiese llegado a ser la pasión colectiva más devorante de nuestra época precisamente por ser el más antinatural de los deportes, el que prohibe el uso de las manos? El primate superior llegó a convertirse en ser humano por el uso de las manos, lo que favoreció la posición erecta y el desarrollo del cerebro. Usamos las manos para acariciar, para manejar vehículos, para escribir y para teclear máquinas sofisticadas y de uso múltiple, como los celulares. En el siglo XIX apareció la práctica del deporte y rápidamente la competencia entre grupos y naciones pasó a encarnarse en equipos y selecciones. Algunos sociólogos llegaron a pensar que el auge internacional del deporte terminaría con las guerras, que en adelante se disputarían de manera simbólica y en base a reglas que proscriben la violencia, la desigualdad de oportunidades y el fraude. Y sin embargo, en 1969 se produjo una guerra entre El Salvador y Honduras que fue precipitada por las insatisfacciones causadas por un partido de fútbol.
Los tribunales del futbol son los más rápidos, universales e inapelables de cumplimiento, como hemos visto con la eliminación de Rusia del campeonato mundial Qatar 2022. Algunos filósofos se preguntan cómo es posible que los seres humanos podamos cambiar de nacionalidad, de lengua, religión, ideología política, opción conyugal y hasta de orientación sexual, pero no de adhesión al equipo del que uno es hincha durante la niñez.
Demasiadas preguntas y una única certidumbre: deseamos ardientemente que nuestra selección gane esta noche en Montevideo y que nuestro país figure en la elite del fútbol mundial. En eso estamos unidos, pese a lo mucho que nos divide y nos enfrenta. Ojalá que el fútbol sea escuela de juego limpio y en equipo, que nos enseñe a respetar un objetivo común y un plan de trabajo. Y sobre todo, que asumamos hasta las lágrimas el amor que sentimos por el país en que nacemos y al que nos empecinamos en maltratar.
Las cosas como son
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