Entre el polvo y el ruido de mototaxistas, la casa hacienda Santiago de Punchauca ubicada en Carabayllo permaneció mucho tiempo a merced del olvido. Hoy lucha por su restauración.
La tarde del 2 de junio de 1821, el general José de San Martín recibió con un efusivo abrazo al Virrey José de la Serna. El representante de la corona española, que acababa de bajar de su caballo, respondió el saludo del libertador con la misma cordialidad. Eran los jefes máximos de dos bandos enemigos, pero habían pactado una cita para buscar una salida pacífica a la guerra por la independencia del Perú. Los acuerdos o desacuerdos de esa reunión iban a definir no solo el futuro del país, sino de gran parte de América del Sur.
Este encuentro, considerado por varios historiadores como la primera cumbre diplomática intercontinental realizada en el Perú, se llevó a cabo en la Casa Hacienda Santiago de Punchauca, entonces uno de los fundos agrícolas más importantes de la Lima colonial. A 196 años de esa cita histórica, esta propiedad ubicada a la altura del kilómetro 25 de la avenida Túpac Amaru en Carabayllo se encuentra en estado ruinoso. Sin embargo, sigue en pie y con renovadas esperanzas de recuperación tras décadas de abandono.
Monumento olvidado
La ex casa hacienda que durante siglos se ubicó en los extramuros de Lima, hoy ha sido alcanzada por el crecimiento urbano. A su alrededor y entre algunas chacras que aún se resisten a desaparecer cada vez se lotizan y construyen más viviendas. Los buses de transporte público, mototaxis y transeúntes pasan a diario frente a su fachada levantando polvareda y con aparente indiferencia sobre su pasado señorial. En la explanada donde el virrey y el libertador se saludaron por primera vez hay un panel que dice: “Casa capilla de la antigua hacienda Punchauca. Monumento Histórico”, una categoría que le fue otorgada por el Estado peruano en 1980.
Pese al avanzado deterioro, el frontis aún mantiene sus formas originales, entre ellas su doble escalera de ingreso y las cinco columnas que sostienen el techo de madera del vestíbulo. A un lado, dos estructuras redondeadas sobresalientes dejan vislumbrar lo que fue la cúpula de la capilla. El área de ingreso y el salón principal donde se reunieron las comitivas criolla y realista son los espacios mejor conservados del edificio. Más atrás, en la zona del patio, predominan las paredes derruidas.
Aunque historiadores como Raúl Porras Barrenechea ya habían reportado a mediados del siglo pasado el abandono de la casa, los peores años llegaron a partir de la reforma agraria de Juan Velasco Alvarado en la década de los setenta. Al pasar la tenencia de la tierra a los agricultores no se hicieron precisiones sobre la propiedad del edificio. La casa quedó entonces en una suerte de limbo legal que propició su deterioro. Al no ser de “nadie” durante años se saquearon maderas y hierros forjados de sus puertas y ventanas, y paulatinamente se fue convirtiendo en un botadero de basura. Hasta solo unos 5 o 6 años el edificio era un lugar de tránsito y su patio era usado para partidos de fulbito. Recién en el 2012 el monumento fue declarado en emergencia tras la firma de un convenio entre el Ministerio de Cultura y la Municipalidad de Carabayllo. Hoy el acceso es restringido y se realizan coordinaciones para su eventual restauración.
Símbolo de diálogo
San Martín y La Serna llegaron a Punchauca tras varios intentos infructuosos de sus emisarios de llegar a una salida pacífica. La posición realista exigía a los patriotas jurar a la constitución española como condición a cualquier negociación, y los criollos no pensaban ceder si no se reconocía la independencia. Ante este entrampamiento, San Martín plantea una tercera vía: proclamar la independencia del Perú, pero con el establecimiento de una monarquía constitucional y el gobierno de un príncipe europeo.
La propuesta del general argentino, una forma de gobierno como la que hoy tienen España o el Reino Unido, fue bien recibida por La Serna y su séquito, quienes incluso brindaron “por el feliz éxito de la reunión de Punchauca”, según el relato del coronel argentino Tomas Guido. No obstante, el virrey pidió dos días para dar una respuesta y tras discutirlo con sus generales rechazaron el planteamiento. Cincuenta y seis días después, el general San Martín proclamaría la independencia en la Plaza de Armas de Lima, mientras las tropas realistas se posicionaban en la sierra central y sur del Perú.
Pese al fracaso de estas negociaciones, la Casa Hacienda Punchauca es considerada un símbolo del diálogo. La historiadora Mariana Mould de Pease afirma que se trató de “un esfuerzo por lograr libertades económicas y derechos políticos a través de una negociación pacífica”.
También señala que de haber prosperado el acuerdo, el “Perú hubiera sido otro en términos territoriales”. Sobre esta idea, el historiador Edgar Quispe Pastrana explica que en el proceso de la consolidación de la Independencia “no hubiéramos perdido los territorios del Alto Perú (Bolivia) ni Guayaquil, pues no hubiera sido necesaria la llegada de Simón Bolívar, quien tuvo mucha influencia en el desmembramiento territorial del Perú”.
Hitos históricos
Si bien la conferencia entre San Martín y La Serna convirtió a la casa hacienda en un monumento, hay otros hechos que le dan relevancia histórica. Quispe Pastrana, que es especialista en historia de Lima Norte, dijo a RPP Noticias que Punchauca proviene de los vocablos quechua Punchao (día claro con sol) y Huaca (lugar sagrado prehispánico) y que por lo tanto “fue un centro prehispánico de adoración al día”. A la llegada de los españoles, estas tierras fueron asignadas a Nicolás de Ribera ‘El Viejo’, el primer alcalde de Lima, quien construyó su casa sobre la huaca. Esta práctica simbólica de los conquistadores que buscaba extirpar las creencias locales ocultando lugares sagrados, explica la posición elevada que tiene el edificio.
Otro hito histórico se dio durante la guerra con Chile. El 16 de enero de 1881, el entonces presidente Nicolás de Piérola llegó a la casa hacienda en su retirada hacia la sierra tras la invasión de las tropas chilenas a Lima. Fue desde este lugar que envió una carta al Coronel Belisario Suárez, ordenándole que se retire de Lima sin oponer resistencia al enemigo que ya había incendiado Barranco, Chorrillos y Miraflores. “Esa carta firmada aquí en Punchauca salvó de la destrucción a la capital”, afirma Quispe Pastrana.
¿Podrá recuperarse?
Tras décadas de abandono la recuperación de Punchauca parece ver una luz al final del túnel. El último 7 de julio, la comisión de Cultura del Congreso aprobó por unanimidad un dictamen que declara de interés nacional la restauración y puesta en valor de la casa hacienda, su capilla y la huaca Punchao. Según el proyecto de Ley, estas acciones deben integrarse a la agenda del Bicentenario de la Independencia del Perú que se celebrará en el 2021. Este dictamen, según el congresista Juan Sheput, será aprobado en el pleno sin problemas a más tardar en septiembre.
Sin embargo, quien tiene que dar la última palabra es el Ministerio de Cultura, concretando el traspaso de la propiedad de la casa hacienda al Estado. Sin ese registro no habrá ley que valga y el monumento continuará expuesto al deterioro. El viceministerio de Patrimonio Cultural dijo a RPP Noticias que el año pasado inició el proceso de delimitación del área monumental y que actualmente espera un informe catastral de la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp). Una vez obtenido este documento, el proceso definitivo sobre la propiedad tardaría unos cuatro meses más. De ser así, la casa podría pasar a poder del Estado antes de fin de año. Recién entonces se podría elaborar un proyecto de restauración y buscar financiamiento para su puesta en valor.
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