El gobierno de China busca tener un sistema de modificación del clima capaz de suprimir el granizo y manejar las condiciones para una mayor producción agrícola y una planificación de la restauración ecológica.
El control del clima parece ser una condición más probable. Desde los intentos por la siembra de nubes y la inyección de yoduro de plata para provocar precipitaciones que puedan ayudar a zonas agrícolas o a reducir la acción de incendios forestales, la ciencia ha buscado maneras de extender el beneficio de una práctica que, de momento, no llega al 10% de efectividad. China quiere dar un paso más en esa dirección, y apuntan a manipular el clima en extensiones mucho más importantes.
El programa, anunciado recientemente en Beijing, establece tres objetivos por alcance y tiempo:
Para 2025 se espera que el área impactada por esta operación de generar lluvia o nieve en regiones sea igual a 5,5 millones de kilómetros cuadrados, el 57% de su extensión total. Para tener una idea clara, hablamos de 4 veces la superficie del Perú.
Para esa misma fecha, se busca implementar un área de 580 mil kilómetros cuadrados protegida por las operaciones de prevención de granizo. Esto iguala la extensión conjunta de Uruguay y Paraguay.
En 2035, se busca replicar este modelo a nivel global avanzado, mejorando la prevención de riesgos.
Para lograr esta serie de objetivos, el gobierno chino invertirá en Investigación y Desarrollo, mejorará sus servicios y buscará optimizar sus políticas medioambientales. La implementación de este sistema debería ser un soporte clave para la reducción de sequías, el impacto del granizo en la economía nacional, una mejor zonificación de las tierras destinadas al agro, un mayor controla a zonas protegidas o que requieren restauración y una eficiente respuesta ante desastres como los incendios forestales o las altas temperaturas.
En enero de 2021, la provincia norteña de Gansu se convirtió en un punto de referencia para este megaproyecto, al lanzar con éxito al dron Ganlin-1 (“dulce lluvia”) capaz de provocar precipitaciones controladas, una técnica que lleva años en China, India, la zona parte del Sahara de África y otras naciones.
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