Tras gastar $50 mil millones, Neom enfrenta retrasos masivos y costos triplicados mientras ejecutivos ocultaban la verdad al príncipe heredero.
En lo que debía ser el amanecer de una nueva era para Arabia Saudita, el proyecto Neom, la ambiciosa metrópolis futurista impulsada por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, enfrenta una realidad mucho menos glamorosa que sus renders digitales.
Tras una inversión de más de $50 mil millones, el sueño de crear una ciudad de ciencia ficción en el desierto se ha topado con obstáculos que amenazan su viabilidad a largo plazo, informa el Wall Street Journal.
El reciente evento de inauguración de Sindalah, la primera fase completada del proyecto, ilustra perfectamente esta disparidad. A pesar de contar con celebridades como Will Smith, Tom Brady y la actuación estelar de Alicia Keys, la ausencia del príncipe heredero fue interpretada por muchos como una señal de desaprobación. No es para menos: este complejo relativamente simple de hoteles de lujo llegó con tres años de retraso y un presupuesto triplicado, alcanzando casi los $4 mil millones.
Un exhaustivo informe de auditoría interna de más de 100 páginas, presentado a la junta directiva de Neom la primavera pasada y revisado por el diario, revela problemas aún más profundos. El documento encontró "evidencia de manipulación deliberada" de las finanzas por parte de "ciertos miembros de la dirección", quienes, aparentemente con la ayuda de consultores de McKinsey & Co., introdujeron supuestos irrealmente optimistas en el plan de negocios para justificar los crecientes costos.
Entre los proyectos más ambiciosos de Neom destaca "The Line", una estructura lineal de 106 millas (170.59 kilómetros) de largo formada por dos rascacielos paralelos de la altura del Empire State Building. Las estimaciones actuales sitúan el costo total del proyecto en $8.8 billones para completarlo en 2080, una cifra que supera 25 veces el presupuesto anual de Arabia Saudita.
Las dificultades para el ambicioso proyecto de Arabia Saudita
Las dificultades no son solo financieras. La construcción en un sitio remoto sin infraestructura adecuada, combinada con diseños arquitectónicos que desafían la física (como un edificio de cristal de 30 pisos que colgará boca abajo), ha generado desafíos técnicos sin precedentes. Antiguos ejecutivos admiten que las proyecciones eran completamente irrealistas, pero los planes avanzaban de todos modos.
El príncipe heredero, conocido por su afición a los videojuegos y películas de ciencia ficción, insiste en mantener la altura de 1,640 pies (casi 500 metros) para The Line, a pesar de las recomendaciones del personal de reducirla para ahorrar costos. En una reunión de la junta directiva, el príncipe "aclaró lo inapropiado de reducir la altura" y sugirió buscar ahorros en otras áreas.
Mientras tanto, en Sindalah, el lujoso complejo insular que costó $45 millones solo en su fiesta de inauguración, los trabajadores de restaurantes leen libros para pasar el tiempo sin clientes, ya que las instalaciones siguen sin estar abiertas al público cuatro meses después del evento.
Las autoridades saudíes han comenzado a referirse a Neom como una "inversión generacional" cuyos frutos se verán en décadas, alejándose de la narrativa inicial que lo presentaba como un motor económico para 2030. Si bien otros aspectos del plan económico del príncipe heredero han transformado positivamente el país, como la incorporación de millones de mujeres a la fuerza laboral, Neom parece estar quedándose corto como el proyecto ancla de la renovación económica del reino.
Actualmente, los planes para The Line se han reducido drásticamente, con el objetivo de abrir apenas medio kilómetro para 2034, una fracción de las 10 millas originalmente planeadas para 2030. Como dijo Denis Hickey, supervisor del desarrollo de The Line, en el Foro Económico Mundial: "Esperamos comenzar a construir verticalmente a finales de este año", una declaración que refleja la incertidumbre que rodea al proyecto.
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