Desde hace dos años, Motorola ha apostado por una línea Z sin mucho margen para el cambio. Pese a esas limitaciones, y a pesar de no ser un equipo de gama alta, han logrado una fórmula consistente. Esta es nuestra reseña.
Desde que salió de Google para formar parte de Lenovo, Motorola no ha perdido la mística que lo empuja hasta hoy: Android puro, a bajo costo y con una marca que respalde esa combinación. La gran “M” se ha vuelto esa “vieja confiable” en el terreno difícil de la gama media, y se ha ganado un lugar a pulso en la variopinta gama de entrada. Sin embargo, en gama alta no existe. La línea Z ha vivido estancada en un procesador de gama media desde hace años. Hoy, la tercera versión de la línea Z aun se mantiene en sus principios, pero parece que ya es tiempo de girar. Esta es mi reseña del Moto Z3 Play.
Un diseño impuesto por su pasado
El formato ha madurado, al punto de sentirse realmente premium por fuera. Sus bordes de aluminio 6000 son camuflados de manera deliciosa con las tapas de vidrio en ambos lados. Se siente un mejor acabado, frente al modelo Z2 Play del año pasado. Las mayores diferencias las encontramos en el orden de los componentes. Han dejado el botón de bloqueo a la izquierda para reemplazar el lado derecho con un sensor de huellas lateral, y han optimizado el tamaño del panel delantero para lograr esta relación de aspecto 18:9 con el espacio ganado en la base de la pantalla.
El diseño mejora considerablemente en la parte trasera. Más limpio, más gentil al agarre, más bello. Si bien resulta siendo un imán de huellas, lo prefiero mil veces por encima del tosco acabado del modelo 2017. Además, y como parte de la promesa de Motorola, añade el conector para los módulos, así que podrás usar cualquiera de ellos con este equipo. La modularidad fue un elemento preocupante al inicio, pero en Moto han sabido manejar el tema y proponiendo complementos útiles, como un módulo de carga inalámbrica, la cámara Hasselblad y los parlantes.
Sin embargo, hay concesiones. Para empezar, perdemos el conector para audífonos. En este modelo es reemplazado con un dongle USB-C a 3,5mm, pero suele ser un problema extra, porque Motorola ya no incluye audífonos desde hace 2 años. El parlante delantero se mantiene, al igual que esa joroba generada por el lente trasero. Es un Motorola por donde lo mires. Eso sí, el botón de bloqueo a la izquierda es realmente incómodo de usar para capturar pantalla, por lo asimétrico de la posición.
Cuando se presentó el concepto modular de la primera línea Z en 2016, como reemplazo a la línea X, comenzaron las dudas. A pesar de ser muy bonito, el tema modular me genero preocupación. En esta tercera generación, sin embargo, hay dos cosas que decir. Uno: esto no le permite a Motorola mejorar los bordes del diseño y extender la construcción más allá de lo que tiene. Dos: han logrado convivir con ello, y no se nota un concepto forzoso, sino maduro. A pesar de eso, no creo que soporte una cuarta versión. No hay confirmación de Motorola sobre eso, pero creo que hasta aquí nomas con los módulos. Prefiero protección IP68 a tener más equipos en la mesa de noche.
La pantalla mejora, y mucho
Una de las cosas que no me gustó del Z2 Play fue el color de su panel. En saturación, contraste y despliegue de color era muy irregular. Me cansaba con solo verlo, pálido y sin vida. Esta nueva versión de AMOLED gana en varios detalles. Primero, tenemos más pantalla, debido a la proporción 18:9 y la resolución 1080 x 2160. Segundo, en color mejora considerablemente.
Puede que no sea el mejor del año, ni de casualidad. Puede que no tenga un efecto 2.5D para generar otro efecto. Puede que no tenga una relación de aspecto más delgada para hacer más cómodo el agarre. Pero es un buen panel. Cuenta con un modo Always On realmente útil - de hecho, es el más útil de todos porque interactúa con todo -, su brillo mínimo es genial de noche y el máximo es suficiente para cualquiera.
Android puro y poco manoseado
Me gusta que un teléfono tenga Android puro. Aquí estamos ante Oreo, pero tendremos Pie muy pronto. Lo que más me gusta de Motorola es que no le mete tanta mano al software, y añade funciones que aportan, que se adaptan de manera sencilla al ritmo de vida del usuario.
Todo lo que habíamos visto en la reseña delo Moto G6 se replica en este modelo, como la respuesta a los gestos, las pantallas de información y la asistencia por voz. Además, la suite Moto resulta de gran ayuda para gestionar el espacio interno y las aplicaciones que consumen más batería, además de permitir acceso veloz a los gestos y las funciones de la pantalla.
Más allá no podemos ir porque la naturaleza de esta marca es reducir en lo posible la intromisión en el software, y hasta ahora Motorola no ha abandonado esa premisa. Afortunadamente, buscaron una manera realmente eficiente de reemplazar el sensor de huella delantero en el modelo anterior, para virtualizar los gestos debajo de la interfaz. No es Android Pie, pero parece.
Las cámaras merecen más cariño
Cuando Motorola pasó a usar sensor dual, me emocioné. He tenido la chance de probar esta combinación desde el Moto G5S, pasando por el Moto G6 y ahora en este Z3 Play. Estos lentes cuentan con un pixel más grande, hasta 1,4 micras en cada uno. Esto se traduce en un ingreso mayor de luz, y lo ratifica la apertura focal de 1,7 en el sensor principal de 12MP. El que va al lado es un sensor de 5MP para identificar la profundidad de campo.
Este juego de lentes permite añadir herramientas interesantes por software, como la selección de color, un modo retrato mejor perfilado, separación del fondo con el objeto para animación parcial de GIFs y hasta escaneo de imágenes. Por llevar Android 8 Oreo, es compatible con Google Lens para búsqueda inteligente de objetos.
El resultado de las fotos está dentro de lo esperado, pero no recomiendo usar el HDR. A veces suele salirse de control al reconocer los bordes en cielo azul, y fuerza demasiado la exposición alrededor del objeto. Además, y asumo que, por el procesador, hay una ligera demora entre la pulsación del disparo, la captura y la galería. No es grave, pero si evidente. Si no estás acostumbrado a los teléfonos de gama alta, no vas a notarlo. Pero si alguna vez usaste un teléfono veloz, vas a notar enseguida ese hipo.
Lo positivo es que la cámara delantera hereda muchas funciones de la trasera, y logra un resultado realmente bueno con su sensor de 8MP que, por cierto, es muy amplio para fotos y para video. Sin embargo, me hubiera gustado que Motorola trabaje un poco más en el detalle de sus fotografías. Aun ese sensor no está tan afinado para competir con la línea A de Samsung o el P20 de Huawei en temas fotográficos, pero está aun a tiempo de añadir un mejor proceso a las fotos.
Gama media alta, sin dudas
Estamos ante un procesador Snapdragon 636 y 4GB de RAM en el modelo base de 64GB, el que hemos probado en esta reseña. En principio, va bien. No calienta, no lo notas lento, no parece quebrarse en rendimiento. He estado jugando Shadow Fight 3 aquí durante mucho rato, y no notaba que aguantara el performance por esas limitaciones.
La calidad de las llamadas es muy buena, y el teléfono no pierde conectividad en absoluto. Eso sí, extraño de menos la radio FM que se integraba en los modelos previos. Si bien el parlante no suena tan bien, esta versión integra un MOD de bocina para adaptar con los pines. Y hablando de eso, tuve la chance de probar varios MODS con el equipo, y todos eran reconocidos inmediatamente por el smartphone. Personalmente no me atrae ninguno, pues el equipo es lo suficientemente autónomo para ejecutar las tareas que los MODS intentan mejorar, salvo el del proyector por obvias razones.
La biometría tiene altibajos, representados en su sensor de huellas y el desbloqueo facial. Por un lado, el sensor de huellas es muy sensible, y eso me gusta. Por su posición, he configurado mi índice izquierdo y mi pulgar derecho, así podré cambiar sin problemas de mano para desbloquear el equipo. Funciona muy bien. En el caso del desbloqueo facial, no me reconoce con lentes, así que tuve que quitármelos para terminar el escaneo. Cuando intento destrabarlo, no me reconoce porque tengo los lentes puestos. Créeme, he tratado por todos los medios de hacerlo funcionar. Y no, prefiero dejar el sensor de huellas.
La calidad del audio en la bocina es limitada, pero no suena mal. El problema es la dirección del audio desde ese pequeño parlante, que no cuenta con un mejor soporte en graves durante la reproducción. Si quieres mejorar el sonido, debes poner un MOD. Pero si quieres ver una serie en Netflix, no te recomiendo cargar el equipo con una mano mientras tiene el MOD puesto. Es en esos pequeños recovecos de la conducta del usuario, en donde notamos el problema de completar con accesorios lo que un teléfono debe darnos desde la caja.
No habrá ninguno como el primer Z Play en batería
Y esa es la vara con la que mido la autonomía de 3000 mAh en el Z3, frente a los 3510 del modelo original. A pesar de llevar la misma capacidad del Moto Z2 Play, esta nueva versión mejora considerablemente la gestión energética. Su cargador Turbo de 15W garantiza una veloz carga, sostenible de 0 a 100. Y lo mejor es que, a pesar de tener base de vidrio, no calienta durante el proceso.
Si quieres carga inalámbrica para este equipo, hay un MOD para eso. Pero afortunadamente es un teléfono que va a mantenerse sin problemas en una jornada completa. Lamentablemente, el Z Play del 2016 dejó la valla tan alta, que los modelos siguientes palidecen ante él en autonomía.
No es grave, reitero, la propuesta de Motorola. Creo que han aprendido a convivir con su propuesta, pero ya se vuelve predecible con el paso de tres generaciones. En líneas generales, es un equipo balanceado, de una tremenda calidad de construcción. Su grave delito es sostenerse sobre un concepto de modularidad que ha limitado la expansión de la gama, y que le dio un margen de nacimiento a los equipos que aparecieron luego. El 2019 debe ser el año en que los MODS tengan otra aproximación, si es que aun resultan un negocio para Motorola. No creo que el 2019 sea el año en que veamos un Snapdragon 855 en un Moto Z4, pero aun tengo fe para una sorpresa más.
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