En un reñido partido, Novak Djokovic ganó la final de Melbourne al superar al griego Stefanos Tsitsipas por 6-3, 7-6 (7/4), 7-6 (7/5).
El serbio Novak Djokovic (4) se impuso al griego Stefanos Tsitsipas (3) en la final del Abierto de Australia por 6-3, 7-6(4) y 7-6(5) en dos horas y 56 minutos, e igualó al español Rafael Nadal con 22 títulos del Grand Slam.
Con la victoria, 'Nole' le robó la primera posición mundial al también español Carlos Alcaraz y sumó su décimo Abierto de Australia, competición que el año pasado no disputó después de que el gobierno australiano le cancelara el visado por no estar vacunado contra el coronavirus.
Fue su vigésimo octava victoria consecutiva en el ‘major’ oceánico y se alejó del estadounidense Andre Agassi, que contaba con una marca de 26 triunfos seguidos.
También igualó en la tercera posición a Nadal y la alemana Steffi Graff en la clasificación general de hombres y mujeres con más títulos del Grand Slam, una lista liderada por la australiana Margaret Court con 24, y seguida por la estadounidense Serena Wiliams con 23.
Djokovic, deportado hace un año por no estar vacunado
22 títulos de Grand Slam, 93 títulos en la ATP, 373 semanas y sumando como número uno del ranking... Nadie puede discutir el extraordinario palmarés de Novak Djokovic que, sin embargo, nunca ha gozado de un cariño a la altura.
Deportado hace un año de Australia por no estar vacunado contra el covid, el serbio igualó los 22 grandes de Rafael Nadal con un regreso triunfal a su torneo favorito, empañado en parte por una nueva controversia, vinculada a su padre.
Y eso que el serbio de 35 años lo tiene todo para ser un ídolo de masas: afable, respetuoso, disponible, gracioso, patriota, buen padre de familia, inteligente, culto, políglota...
Se buscan razones objetivas para explicar el desamor del público, que a menudo le escamotea sus aplausos. Incluso una minoría lo abucheó durante sus semifinales en este torneo, después de que su padre posara con unos aficionados con simbología prorrusa.
¿Es quizás porque es demasiado mecánico? ¿Demasiado previsible? ¿Demasiado defensivo? ¿Sobreactúa mucho quizás? ¿O puede que sea percibido como arrogante? Puede ser, simplemente, que sea demasiado fuerte para el resto.
Tampoco ayudan la debilidad del público por el ya retirado Roger Federer ni la empatía por Rafael Nadal, sus dos principales rivales.
A un periodista que le preguntó cómo se tomaba ser considerado el "malo" ("bad guy") en la persecución de Federer y Nadal, Djokovic respondió: "Yo no me considero el malo. Esa es su opinión".
(Con información de AFP Y EFE)
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