Esta nueva forma de hacer turismo te permitirá conocer de cerca la cultura de un lugar y experimentar diversas formas de vida. ¿Te animas a probarlo?
El turismo vivencial es un término de reciente popularidad y consiste en realizar actividades típicas del destino que se visite en compañía de los pobladores locales. Esta innovadora forma de conocer un lugar te permitirá aprender las costumbres de los lugareños, dormir en las viviendas de los habitantes y conocer de cerca a personas de distintas culturas.
Esta práctica posee múltiples beneficios: no solo es respetuosa de las costumbres locales y el medio ambiente, sino que ayuda a mejorar de forma considerable la calidad de vida de las comunidades más vulnerables, ya que permite el desarrollo sostenible en las mismas y, además, la recuperación de sus culturas y costumbres.
En nuestro país, el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo viene impulsando una estrategia de turismo rural comunitario, con el objetivo de generar la inclusión económica y social de las poblaciones rurales localizadas en los principales destinos de nuestro país.
Así, el turismo rural comunitario consiste en toda actividad de índole turístico que se desarrolle en el medio rural, de manera planificada y sostenible, con la participación de las poblaciones locales organizadas en beneficio de toda la comunidad, siendo la cultura rural un componente clave.
Otro elemento fundamental en esta modalidad de hacer turismo es la participación local. Será esta la que permita la sostenibilidad de la actividad turística. Al final, se busca contribuir al desarrollo del turismo sostenible como herramienta de desarrollo económico social del Perú.
Si buscas una experiencia totalmente distinta, te presentamos tres lugares en donde puedes practicar el turismo vivencial.
1. AMANTANÍ
Se trata de la isla más extensa del Lago Titicaca y cuenta con las condiciones medioambientales ideales para el ejercicio de la agricultura, la textilería, la artesanía en piedra y la peletería de alpaca, entre otras actividades.
Ubicada en Puno, al este de la península de Capachica, posee una forma circular y alberga a aproximadamente 400 familias organizadas en 10 comunidades. En vez de quedarte en un hotel, aprovecha para disfrutar del turismo vivencial en esta isla y quédate una noche en la casa de una de las familias.
Los pobladores compartirán sus actividades diarias, como la pesca, agricultura y la crianza de animales menores, además de su forma de hablar, vestir y organizarse como comunidad. También podrás disfrutar de sus comidas típicas y practicar el quechua o el runasimi.
2. RAQCHI
A medio camino entre Cusco y Puno, en el distrito de San Pedro, se encuentra Raqchi, un pueblo constituido por 80 familias que se dedican a la artesanía, al cultivo de sus tierras y al turismo vivencial.
Por lo general, las visitas a este lugar duran dos días, en los que podrás observar de cerca la cerámica del lugar, las danzas, la indumentaria y, por supuesto, disfrutar de la gastronomía tradicional, hecha en base a papa, maíz, habas, arvejas, quinua, kiwicha y trigo, que son sembrados en las pequeñas parcelas que poseen los habitantes.
Además, en el distrito de Raqchi se encuentra un conjunto arqueológico, en donde podrás visitar un templo incaico en el que se rendía culto al dios Kon Tic Viracocha. Algunos comuneros organizan una caminata al volcán apagado Kinsachata. En el camino, se puede parar en un mirador, desde donde se tiene una vista privilegiada del pueblo.
3. PATACANCHA
Situada a 1 hora y media de Cusco, en la provincia de Urubamba, se encuentra el poblado de Willoq y Patacancha, cuyas comunidades destacan por su textilería, colorida vestimenta y emprendimientos comunitarios.
Los viajeros que están en busca de piezas minuciosamente confeccionadas visitan estas comunidades, pues encuentran productos distintos que los que hay en los tradicionales mercados cusqueños.
Las viviendas, levantadas con adobe y techadas con ichu o teja, albergan a los visitantes que llegan, por lo general, para quedarse por una noche. Los pobladores dan la bienvenida a cada visitante con cantos y danzas, en especial la danza wifala, que imita el movimiento de la huallata, mas conocida como el ganzo andino.
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